Luis Pazos

Justicia populista mató a Cristo

Ni el pueblo judío ni el Imperio Romano mataron a Cristo, sino un funcionario romano que no tuvo el valor para decir que no a un pequeño grupo de ancianos judíos celosos porque Cristo les restaba seguidores.

La justicia, según la definición del jurisconsulto romano Domicio Ulpiano, es “la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo”. La función de un juez es escuchar a quienes se dicen propietarios de un bien, de tener la titularidad de un derecho o las pruebas de un delito, e investigar y decidir quién es el propietario y el culpable de violar la ley.

La justicia populista decide con base en consultas al “populus”, al pueblo, concepto indeterminado, pues no se sabe el mínimo de personas necesarias para llamarles pueblo, con la competencia y conocimientos para hacer legalmente justicia.

Cristo fue víctima de la justicia populista. Miembros del Sanedrín, que como máximo llegaban a 71 y según cifras eran alrededor de 30, y un gobernador romano, que les dijo a los del sanedrín: “…Crucifíquenlo Uds., porque yo no le hallo ningún delito”, frase que para muchos le reduce responsabilidad al Imperio Romano.

Ni el pueblo judío ni el Imperio Romano mataron a Cristo, sino un funcionario romano que no tuvo el valor, en mi rancho dicen “los huevos”, para decir que no a un pequeño grupo de ancianos judíos, celosos porque Cristo les restaba seguidores, y a un puñado de acarreados que gritaron “crucifíquenlo”. Ese pequeño grupo de judíos ancianos y un gobernador romano fueron los responsables de la muerte de Cristo, no todos los romanos ni todos los judíos.

El entorno que hizo posible la injusta muerte de Cristo fue una sentencia que indebidamente se dice salió del “populus”, del pueblo. Esa consulta popular, de la que no hay un número histórico de cuántos eran, no representaban ni al 000.1% del pueblo judío.

La muerte de Cristo es un ejemplo de las injustas e irresponsables sentencias, fruto de consultas populares, que en el siglo XXI todavía gobernantes de izquierda y derecha utilizan para hacer lo que se les dé la gana, presentándolas falsamente como consultas al pueblo, que en la mayoría de los casos no hacen justicia, solo justifican injusticias, intereses de los gobernantes dictadores o de los que se dicen demócratas.

Las consultas populares no son instrumentos democráticos, sino de las demagocracias.

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