Los pronósticos de autoridades y analistas consideraron que, una vez avanzada la vacunación, gastaríamos en actividades de contacto directo como viajar, acudir a restaurantes, hoteles, eventos públicos, en un regreso a una nueva normalidad. El dato de la inflación y la incertidumbre mundial que está causando demuestra que se echaron las campañas al vuelo demasiado pronto.
La variante delta complicó ese retorno y convenció a los consumidores de seguir ordenando en línea artículos, productos y mercancías que han tensado a las cadenas de suministro y provocado un aumento de precios que no parece momentáneo.
A eso tenemos que sumarle la escasez de componentes electrónicos que forman parte de muchos electrodomésticos, automóviles y aparatos que hoy son indispensables para el trabajo remoto y el entretenimiento. Reiniciar las operaciones de esas empresas especializadas en su fabricación ha llevado más tiempo del que se había calculado.
En este escenario, estamos ya en la temporada de festejos y es previsible que la demanda siga muy por encima de la oferta que pueden dar los distribuidores y los fabricantes, lo que derivará en un cierre inflacionario todavía más tenso y fuera de las previsiones anuales.
Lo que inicialmente era un sobrecalentamiento de la economía internacional, ahora se ha convertido en un escenario de falta de insumos, medios de transporte y productos terminados, que han hecho que los consumidores prefieran esperar a recibir el refrigerador ordenado en lista de espera a hacer un vuelo o irse un fin de semana de vacaciones.
La probable cuarta ola de COVID, aunque con menos impacto, inhibirá la recuperación de esas actividades sociales y aumentará la compra de bienes que no estarán disponibles al ritmo que los clientes desean. Muchas industrias tendrán que comprar su materia prima a sobreprecio y la especulación, si no el franco acaparamiento, llevará a nuevas alzas en mercancías de temporada.
Como ciudadanos y consumidores nos toca, de nuevo, actuar con prudencia y planear muy bien nuestro presupuesto. Aquello que no tiene una justificación para incrementar su precio de manera desproporcionada, es mejor no adquirirlo o analizar bien las opciones que da ese mercado para encontrar precios más bajos u ofertas que convengan.
No sucederá lo mismo con gastos fijos como educación, vestido, calzado, entre muchos otros, que deben llevarnos a trazar buenos planes para que los recursos por nuestro trabajo alcancen. Disminuir las deudas puede ser una prioridad y ahorrar una parte del aguinaldo es un consejo que debemos tomar en cuenta.
Tenemos un peso específico como consumidores y la última decisión de elegir qué comprar, o no, ejerzámosla con responsabilidad y usemos las herramientas que tenemos a la mano para denunciar abusos ante las autoridades correspondientes como la Procuraduría Federal del Consumidor.
Esta situación puede convertirse en una oportunidad para que, en conjunto, enviemos el mensaje de que no vamos a contribuir con el aumento de precios y, por el contrario, tomaremos acciones razonadas sobre qué y cómo vamos a gastar el dinero que tengamos disponible.
Enfoquémonos en lo importante: la familia, los amigos, el mérito de seguir sanos en medio de una pandemia y pongamos en su justo medio la adquisición de bienes materiales. En lo que la oferta se recupera y la inflación cede, nosotros podemos influir mucho. Las autoridades hacendarias y los bancos centrales harán lo suyo, pero nuestra corresponsabilidad es calcular bien antes de seguir alimentando este ciclo que podría tardar en revertirse en los próximos meses de 2022.
Podemos considerar que las determinaciones oficiales están lejos de nuestro entorno inmediato, aunque esa frontera desaparece cuando acudimos al supermercado y apreciamos que el rendimiento del mismo dinero que empleábamos hace unos meses es menor.
La frugalidad no tiene ninguna relación con los sentimientos y los logros que alcanzamos en lo personal y en lo profesional. Han sido tiempos duros, en los que hemos perseverado y que dan señales de que este fenómeno tendrá un límite, así que podemos dejar de comprar algunas cosas este año. Actuemos de manera responsable, privilegiemos todo lo que nos une, antes de tratar de sustituirlo con objetos. Es importante continuar impulsando a la economía local y nacional, solo hagámoslo con presupuestos bien definidos y que contemplen los gastos del próximo año.
El autor es director general de Seguridad Privada de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.