Luis Wertman Zaslav

Economía con soberanía

La economía con soberanía será la nueva fórmula para naciones que, como la nuestra, desean pasar a una siguiente etapa de desarrollo.

Mientras la inflación atempera su ascenso (lo que no será inmediato), la crisis energética parece que se recrudecerá conforme avancemos hacia el próximo invierno y las reservas de gas y petróleo con las que cuenta Europa sean insuficientes para garantizar un servicio oportuno a sus poblaciones.

Sería, espero que no, el invierno más crudo en la historia reciente, uno que seguirá al aumento histórico de la temperatura y a una sequía persistente que afectará la producción de alimentos y volverá a presionar los costos en detrimento de millones de personas.

¿Estamos ante un círculo vicioso inflacionario? Todavía no, pero la reorganización del mercado de la energía, después del inicio del conflicto en Ucrania, ha sido lenta y poco eficiente, por lo que los gobiernos de las diferentes naciones afectadas están previendo recortes, campañas de racionamiento y un posible conflicto social, justo cuando el nivel de la inflación cedería.

Eso significa que, aunque los precios se moderen, la percepción del consumidor será negativa ante los inconvenientes que enfrentará en su vida diaria. Una noticia que provocará un contagio en los mercados y una nueva ola de incertidumbre que tendrá como ingrediente adicional las elecciones intermedias en los Estados Unidos.

Para efectos de nuestro país, la producción de combustibles y un avance en la autosuficiencia de alimentos básicos, generaría una reacción “contracíclica” que no se había visto desde hace cuatro décadas; la misma que ya experimentamos cuando el PIB creció aquí y en Estados Unidos cayó a límites de recesión técnica.

No es poco que se haya roto el mito de la gripe en el norte, que provoca irremediablemente una pulmonía en el sur, y que fue un mantra de administraciones hacendarias del pasado para actuar sacrificando el crecimiento.

Uno de los efectos de la soberanía es precisamente que las condiciones externas adversas afecten en menor proporción, porque se cuenta con recursos propios para atender necesidades básicas. Estamos en una época en la que el libre comercio y la autosuficiencia deben entrar en equilibrio, transformando completamente el modelo económico que teníamos por seguro.

Eso no es una mala noticia; sin embargo, las herramientas económicas y la forma de medir el bienestar, deberán adaptarse a circunstancias inéditas o sustituirse por otras que mantengan un pulso fiel de lo que ocurre en la realidad de sociedades que siguen afectadas por brechas de desigualdad que no distinguen entre naciones desarrolladas o en proceso de estarlo.

En ese sentido, no habrá cambios en el rumbo de la disciplina económica general y tampoco deben esperarse modificaciones sustanciales al T-MEC. Los mercados juzgan a los gobiernos por sus hechos, no por sus dichos, y los primeros confirman que hay una política financiera que sigue girando en torno al comercio entre los tres socios de ese instrumento. Lo demás es ruido para jugar a la especulación, que tiende a ser un negocio de corto plazo, aunque con buenas ganancias para quienes engañan a los que se dejan engañar.

Sí habrá una reafirmación de esa soberanía ganada en cuatro años de inversión pública para el rescate de las empresas estatales productoras de energía y de las entidades responsables de la distribución de alimentos básicos.

Pero en eso se basa el poder de negociación de las naciones, en su capacidad de contar con recursos que les den independencia de factores externos que no pueden controlarse y establecer condiciones de intercambio comercial en donde haya equidad entre las partes.

Eso es construir una economía soberana, que protege sectores estratégicos que aportan margen de maniobra para lograr un trato justo, porque es entre iguales, cuando llega el momento de dialogar sobre condiciones, plazos y cláusulas.

En un nuevo orden económico mundial como el que estamos viviendo, la economía con soberanía será la nueva fórmula para naciones que, como la nuestra, desean pasar a una siguiente etapa de desarrollo.

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