Esta semana el Inegi publicó la información del consumo privado y la inversión para febrero. El primero no estuvo muy bien, pero la inversión sí mejoró. Los datos que tenemos para marzo en este último indicador (importaciones de bienes de capital, venta de autos, camionetas y camiones, construcción) nos hacen pensar que el trimestre completo será bastante bueno en términos de inversión. En el consumo, esas mismas ventas de autos, más un dato espectacular de la ANTAD, hacen pensar que no será un trimestre malo, pero seguramente se reportará menor crecimiento que para la inversión.
Lo más probable es que tengamos un comportamiento inverso al del trimestre anterior. En el cuarto trimestre de 2020 el consumo creció más de 5 por ciento (contra el trimestre previo) y la inversión apenas 3 por ciento. En este primero de 2021 el consumo apenas crecerá 3 por ciento, pero la inversión estará cerca de 7 por ciento. Puesto que el consumo representa más de tres veces la inversión, en términos de su participación en el PIB, esto implica que el crecimiento de la economía en los últimos tres meses de 2020 fue de más de 3 por ciento, mientras que en los primeros tres de 2021 apenitas libra el cero. Esto, además, ya lo sabemos por la publicación del dato oportuno del PIB.
Ahora bien, ya hemos comentado que hay que tener mucho cuidado con las comparaciones anuales, porque a partir del 15 de marzo de 2020 la economía se vino abajo, a niveles serios. Para evitar las confusiones con crecimientos de doble dígito, que no representan nada, hemos sugerido comparar con 2018. La razón es evitar el sesgo de la pandemia, pero también para no dejar de lado las decisiones del actual gobierno, que han tenido un costo económico relevante.
En consecuencia, comparando el nivel del consumo en el primer trimestre de 2021 –en la estimación de esta columna– con el que se tenía en el tercer trimestre de 2018, justo antes de que se cancelara el NAIM y empezaran las ocurrencias, hay una contracción de -4.7 por ciento. Eso ocurre en el transcurso de dos años y medio, de forma que la tasa media de crecimiento anual del consumo se encuentra en -1.9 por ciento. Con la inversión, en esa misma comparación, la caída es de -15.1 por ciento, con una tasa media anual de -6.3 por ciento. En pesos y centavos, desde que tomó posesión el actual gobierno y hasta antes de la pandemia, habíamos perdido 500 mil millones de pesos en inversión. Con la pandemia, hasta el cierre de 2020, nada más 250 mil millones adicionales. Sale más caro el gobierno, pues, en este rubro. En el consumo ha sido totalmente al contrario.
El efecto total sobre el PIB es una contracción de -5.2 por ciento, comparando el primer trimestre de 2021 con el tercero de 2018, antes de esta administración. De momento, ese es el saldo de este gobierno. Las estimaciones de los especialistas apuntan a un crecimiento este año, que sería de 4.8 v (la mediana de las estimaciones). Recuerde que hay que restar a ese número 3.7 por ciento, que es simple efecto estadístico. Estaríamos hablando de un crecimiento, de verdad, de 1.1 por ciento. Seré optimista, y supondré que vamos a llegar a 6 por ciento en este 2021, un crecimiento ‘real’ de 2.3 por ciento. Viene ahora la pregunta importante: ¿qué pasará en los siguientes años?, ¿regresaremos a la tendencia de 2.4 por ciento promedio anual que tuvimos de 1980 a 2018?
No parece posible. BBVA ha comentado a sus clientes que espera que la tendencia del PIB potencial sea más bien de 1.5 por ciento anual, en lugar de ese 2.4 por ciento que mantuvimos por 38 años. Imagino que otros especialistas nos ofrecerán otras estimaciones, pero creo que todos van a coincidir en que, bajo las condiciones actuales, el crecimiento promedio de la economía mexicana será notoriamente inferior al de esa época maldita, el neoliberalismo.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí