Fuera de la Caja

Legitimidad perdida

Millones de mexicanos que en febrero de 2019 estaban convencidos de que vivirían mejor, hoy ya no lo están.

Después de 18 años de campaña política, López Obrador obtuvo un triunfo contundente en julio de 2018. Logró superar la mitad de los votos, algo no visto en el breve tiempo democrático que llevamos. Haciendo uso de argucias legales, su coalición transformó una votación de 44 por ciento en 62 por ciento de las curules, y con la compra del partido Verde logró superar la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. En febrero de 2019, las encuestas lo colocaban con un 85 por ciento de aprobación, lo más alto registrado en todo el siglo.

A partir de ahí, se construyó el mito de la aprobación total, de la legitimidad popular absoluta, con base en la cual López Obrador no ha dudado en actuar en contra de las leyes, la Constitución misma, el sentido común, la verdad y lo que se ponga enfrente. Pero es un mito. Ni tuvo jamás el apoyo de todos, ni el que consiguió se ha mantenido. Millones de mexicanos que en febrero de 2019 estaban convencidos de que vivirían mejor, hoy ya no lo están. No tenemos tantas encuestas como quisiéramos, pero la serie de EL FINANCIERO creo que puede reflejar el proceso.

En febrero de 2019 tenía 83 puntos en esta medición, que se habían convertido en 63 antes de la pandemia (febrero de 2020). Para junio, estaba en 56, en medio de confinamientos e incertidumbre. Logró regresar arriba de 60 unidades desde septiembre, pero en el último dato, levantado antes de la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, estaba ya en 57 unidades. Falta medir cuánto apoyo ha perdido como resultado de esa tragedia, que tiene su origen en la falta de mantenimiento generalizado en la capital del país desde que él gobernó hace dos décadas, pero también en los manejos desaseados de sus colaboradores más cercanos.

Como le digo, no tenemos ninguna medición posterior a la tragedia del 3 de mayo, salvo las que se aplican diariamente, y que no son totalmente comparables. Por poner un ejemplo, en la serie de Mitofsky en El Economista, ha perdido cuatro puntos en el último mes.

Aun sin eso, en la comparación que hace oraculus.mx de la popularidad de los últimos presidentes, desde el inicio de 2020 López Obrador ha sido menos popular de lo que fue Felipe Calderón en el mismo momento de su sexenio. Viendo la gráfica, parece seguro que en mayo será incluso menos popular que Vicente Fox, y un mes después, que Ernesto Zedillo. Apenas logrará superar a Enrique Peña, el único Presidente que ha estado largo tiempo por debajo de 50 puntos de aprobación.

López Obrador no tiene la legitimidad popular que él reclama. Obtuvo el voto de la mitad de los mexicanos en 2018, pero no las dos terceras partes que ha utilizado para destruir, ni mucho menos el reconocimiento general. La esperanza que sembró en millones es hoy desilusión, y por lo mismo enojo.

No hay manera de saber en este momento lo que ocurrirá el 6 de junio. Con tan pocas encuestas, y ninguna reciente, lo único que sabemos es que ha perdido muchas posibilidades de mantener la mayoría calificada. En los modelos, todavía podría mantener la mayoría simple, pero eso dependerá de lo que nos digan mediciones próximas. Haciendo uso de la evidencia de elecciones anteriores, yo estoy convencido de que no podrá mantener ni siquiera eso.

Pero seguramente gritará fraude. Ya está preparando su berrinche, como en ocasiones anteriores. Cuando era opositor, denunciaba que el fraude venía de Presidencia; ahora que es Presidente, ¿de dónde viene el fraude? La verdad, del mismo lugar: de su imaginación. Siempre ha mentido, y lo saben ya los votantes. Que no haya duda: no tiene legitimidad popular, no tendrá el voto, y no debemos tener ningún reparo en enfrentarlo. Ya estuvo bueno.

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