En el tercer trimestre del año, la economía mexicana prácticamente no tuvo avance. Apenas tenemos los datos de julio, mucha información de agosto y los primeros números de septiembre, pero con eso alcanza para imaginar lo ocurrido.
En julio, el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) alcanzó 110 puntos en su versión desestacionalizada. Es lo mismo del promedio de los cuatro meses previos. Los datos de consumo e inversión para ese mes, que se publicaron esta semana, no son muy distintos. El consumo en julio estuvo al mismo nivel que en abril, mientras la inversión fue prácticamente igual a la alcanzada en marzo.
En agosto, la producción y exportación de vehículos mejoró un poco, pero en septiembre volvió a caer, de forma que el acumulado anual es inferior al alcanzado en junio. Buena parte de esto resulta de la crisis de cadenas productivas que tanto se comenta, y es muy probable que dure el resto del año. Por su parte, las ventas de autos han sido menores cada mes en este segundo trimestre.
Hablando de ventas, tenemos los datos de ANTAD para agosto y en ese mes se perdió el incremento que se había publicado en julio. Esto coincide con el comportamiento de la confianza del consumidor, que ya tenemos para todo el trimestre, y es prácticamente igual a la del trimestre anterior.
Algo similar ocurre con la inversión, al comparar con la opinión empresarial acerca de si estamos en un momento adecuado para invertir. En el sector construcción, este indicador alcanzó 28.4 puntos en el segundo trimestre, y cayó a 27.6 para el tercero. En las manufacturas, en el segundo trimestre teníamos 35.3 puntos y avanzamos a 37.1 para el tercero, pero este indicador se correlaciona con la inversión en maquinaria y equipo, y buena parte de eso es material de transporte que, como veíamos, se está vendiendo menos. De hecho, la venta de camiones se mantiene en el mismo promedio mensual durante julio y agosto de lo que se vendía en el segundo trimestre.
Con base en lo anterior, es muy probable que ni la inversión ni el consumo hayan podido mejorar entre julio y septiembre, en comparación con los tres meses previos. Décimas más, décimas menos, el crecimiento trimestral será cero, pero con eso quedaremos más cerca de 5.9 por ciento para todo el año. Simple comparación estadística con un año terrible, como lo fue 2020.
El consumo se encuentra en este tercer trimestre -3.5 por ciento por debajo del nivel promedio de 2019, y -9 por ciento de su tendencia de largo plazo. La inversión, -15 por ciento con respecto a los primeros nueves meses de 2018 (antes de la brillante idea de cancelar el aeropuerto). Ya mejor no la comparo con la tendencia.
Este comportamiento de la economía ya poco tiene que ver con la pandemia, aunque debemos reconocer que tuvimos un tercer ciclo de contagios en este trimestre que revisamos, y que la disrupción de cadenas de suministro tiene su origen en el bicho. Sin embargo, es muy evidente que la caída de actividad, tanto en inversión como en consumo, ocurre antes del inicio de la pandemia, y su recuperación actual coincide con la tendencia que se desarrolló en esos meses.
Es por eso que cuesta mucho trabajo imaginar de dónde podríamos obtener crecimiento para el próximo año. Seguramente algo vendrá por el lado de exportaciones, pero eso no alcanza para mover toda la economía mexicana. La dinámica que tenemos en este año es de 2 por ciento anual, pero en los últimos seis meses es cero.
Habría que atraer inversión a México, pero el gobierno opta por lo contrario: ahuyentarla. Mantener el poder, considerando su ineptitud, es sólo posible si se destruye el país en el proceso. Y en eso estamos.