Durante agosto, la inversión en México creció 1.1 por ciento contra el mes anterior, aunque se encuentra en niveles muy inferiores a los que había antes de iniciar el sexenio. En cambio, el consumo tuvo una contracción de -0.6 por ciento en ese mes. Puesto que el consumo representa más de tres veces el monto de la inversión, el resultado final es una contracción de la economía, como ya comentamos hace un par de semanas.
El dato del consumo es importante porque ya llevamos tres meses de caídas. Entre mayo y agosto la caída es de -1.5 por ciento, que no es poco. Aunque no es exactamente lo mismo, podemos intentar ver qué ocurre utilizando la información de comercio al menudeo. En este indicador, la caída entre mayo y agosto es de -2.6 por ciento, y prácticamente todos los grandes rubros se contraen. Crecen salud y ferreterías, como lo han hecho desde 2020: la pandemia no sólo nos obliga a gastar más en atención, sino también en reparación. En agosto también creció la venta al menudeo de papelerías y similares, por el regreso a la escuela, pero sigue en niveles muy bajos comparando con 2018 (-23 por ciento). El otro rubro que ha caído mucho contra el inicio del sexenio es ropa, calzado y bisutería, con una contracción de -26 por ciento en los tres años, y de -8 por ciento entre mayo y agosto.
Pero lo que más llama la atención es que el comercio al menudeo de alimentos y bebidas cae -7 por ciento en los últimos tres meses, y autoservicios y tiendas departamentales se contraen -4 por ciento. Estos dos rubros representan 46 por ciento del total del comercio, y su caída conjunta no es buena noticia. Parece que en años anteriores el autoservicio ha ido comiéndose parte del mercado de alimentos y bebidas, e incluso si comparamos con 2018, autoservicio y departamentales tiene un ligero crecimiento (1 por ciento), mientras alimentos y bebidas una caída fuerte de -9 por ciento. Pero ahora caen ambos, y eso explica buena parte de la contracción del consumo.
Originalmente pensé que la caída vendría de automóviles, porque las ventas han sido malas, y muchos lo atribuyen a los problemas de las cadenas de suministro, pero al revisar las ventas veo que de mayo a agosto la caída es de menos de un punto porcentual, e incluso frente a 2018 de apenas -6 por ciento, menor que la de alimentos y bebidas. En un contexto de tasa de interés y precio de gasolina elevados, me parece una caída menor. Compare usted con enero de 2017, cuando el gasolinazo y el alza de tasas de interés derrumbaron las ventas en 17 puntos. Ahora eso no ocurre, de forma que el tema de los chips puede estar dañando exportaciones, pero no ventas internas.
El tema parece concentrarse en los dos rubros que le comentaba: alimentos y bebidas, y autoservicio, que han reducido el ritmo de recuperación. Comparado con mayo, alimentos y bebidas cae -7 por ciento y autoservicio -2 por ciento. Que las personas gasten menos en estos dos rubros, cuando el nivel sumado sigue siendo 4 por ciento inferior al que había al inicio de la pandemia, creo que es una señal preocupante. Recuerde que prácticamente no se ha incrementado el gasto en nada más que no sea salud (un poco en ferreterías y mucho en compras por internet, que parten de una base muy baja). En esas condiciones, menor gasto en alimentos no puede ser una buena noticia.
Es pronto para saberlo, pero puede ser resultado de mayores precios o menores ingresos, o una combinación de ambas cosas. Pero estos dos elementos no van a mejorar pronto. La inflación continúa creciendo mientras que parece que tuvimos un golpe mayor al esperado en el empleo con la reforma de outsourcing. Si el consumo, que representa dos terceras partes del PIB, se cae, no habrá forma de crecer en 2022.
Macario Schettino es profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey.
 Opine usted: www.macario.mx
 Opine usted: @macariomx