Se publicó el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de noviembre. Muestra un ligero crecimiento contra el mes previo, que posiblemente desaparezca con el dato de diciembre, según puede deducirse de la estimación oportuna, publicada hace unos días. No importa mucho. Con lo que tenemos de información hasta ahora, el crecimiento económico, medido con el IGAE, rondará 4.8 por ciento en 2021. Puesto que el PIB no es exactamente igual, tal vez el lunes veamos un dato un poco mayor, pero difícilmente superior a 5 por ciento. Comparado con el 6.5 por ciento que se esperaba al inicio del año pasado, o hasta 7 por ciento que algunos veían, no es una buena noticia.
La industria crece 1.7 por ciento comparando noviembre de 2021 con el mismo mes de 2020. A su interior, minería crece a ese mismo ritmo; manufacturas un poco menos (1.2 por ciento) y tanto construcción como electricidad, gas y agua muestran una contracción. Los servicios están estancados, aunque a su interior tenemos crecimientos muy importantes: casi 10 por ciento en comunicaciones y transportes, y en esparcimiento; poco menos de 5 por ciento en comercio al mayoreo; y más de 3 por ciento en comercio al menudeo. Turismo crece 44 por ciento, contra el pésimo año pasado, claro.
Sin embargo, si comparamos con noviembre de 2018, exactamente tres años, los datos son muy negativos. Estamos casi 5 por ciento por debajo del nivel de entonces. Al interior de la industria, casi todo está en números rojos: electricidad y agua, casi 9 por ciento por debajo; manufacturas, -2 por ciento; construcción, -13 por ciento. En los servicios, sólo el comercio al menudeo está mejor, en 2 por ciento. Lo demás puede estar muy cerca, como servicios financieros e inmobiliarios, o comunicaciones y transportes, o todavía con contracción de dos dígitos, como esparcimiento y turismo.
Pero lo que preocupa no es el dato de noviembre en sí, sino la tendencia de todo 2021. De hecho, este noviembre es inferior a diciembre de 2020, por lo que podemos decir que el crecimiento de los últimos 12 meses es de cero. Si el promedio de 2021 resulta de 4.8 por ciento es porque comparamos contra un año que tuvo un boquete bestial en el segundo trimestre, pero la dinámica actual es de estancamiento.
Y eso es justo lo que veremos en este 2022, a menos que ocurra algo inesperado. Le acabo de comentar que en los servicios todo está en números rojos, con la excepción del comercio al menudeo, comparando con 2018. Imagine usted que en este 2022 los servicios regresan al nivel de entonces. Más todavía, supongamos que los dos comercios y las comunicaciones y transportes se ubican 2 por ciento por encima del nivel de 2018. Si eso se lograra, tendríamos crecimientos de 14 por ciento en esparcimiento, y de casi 35 por ciento en turismo. Bueno, con todo ello, el crecimiento del sector terciario sería de apenas 1.3 por ciento. La razón, la hemos comentado varias veces, es el desplome de los servicios de apoyo, que parece haber tocado fondo en noviembre, pero no se percibe que pueda regresar jamás al nivel que tuvo antes de la reforma del outsourcing.
Puesto que no hay razón para que ocurra el milagro de regresar al nivel de 2018, la tendencia razonable apunta a que tengamos una ligera contracción en los servicios (-0.3 por ciento), acompañada de un leve crecimiento en la industria (1.2 por ciento). Con ello, el crecimiento de la economía completa rondaría cero en 2022.
Esto puede resultar totalmente equivocado, sin duda. Por ejemplo, con un incremento importante en inversión, que permita generar empleos con ingresos razonables, que fortalezcan el consumo. Pero la secuencia es ésa. Sin inversión, no hay manera.
Pero justamente estamos hoy 5 por ciento por debajo de 2018 debido a la orientación del gobierno, contraria a la inversión, así que no espere nada diferente. Hemos decidido estancarnos, y eso tenemos.
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