Los últimos datos económicos hay que tomarlos con cuidado, porque pueden producirnos ilusiones que después nos hagan sufrir. O si quiere verlo de otra forma, son datos que parecen buenos, pero no lo son tanto.
Empiezo por el comportamiento de la economía en enero, que conocimos el viernes pasado a través de la publicación del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) correspondiente a ese mes. Se reporta un crecimiento de 0.4 por ciento frente al mes anterior, que sin duda es una buena noticia. Pero cuando se ve el detalle, resulta que lo que creció fue la industria, en 1 por ciento en ese mes. Los servicios apenas lo hicieron en 0.2 por ciento. Cuando ve uno los componentes industriales, encuentra uno que ese crecimiento viene de un alza espectacular en minería: 7 por ciento en un sólo mes. Eso es realmente sorprendente, especialmente cuando nota uno que las dos industrias importantes de la minería crecieron, en conjunto, apenas 1 por ciento. Es entonces cuando nos damos cuenta de que el crecimiento del mes de enero es resultado de un comportamiento totalmente atípico en un rubro que rara vez revisa uno: ‘servicios relacionados con la minería’.
Ese renglón reporta un crecimiento realmente extraño: 22 por ciento contra el mes anterior, 67 por ciento contra enero de 2021. Resulta que ese rubro incluye ‘perforación de pozos petroleros y de gas’, así como ‘instalación, mantenimiento y desmantelamiento de torres de perforación’. Lo que viene a la mente es que en Pemex les entró la urgencia en enero, y se pusieron a contratar a todo mundo para poder extraer crudo. Si fue así, para febrero no lograron nada, porque ya tenemos la información de producción de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), y en ese mes Pemex produjo menos que en enero: 1.55 millones de barriles diarios, contra 1.57 millones en enero. A lo mejor se trata de proyectos que duran más tiempo, pero en ese caso convendría que no se anotaran todos de golpe en el cálculo del IGAE.
Si no consideramos ese dato extraño, entonces resulta que en enero la economía mexicana no creció nada. Incluso se contrae, pero tan poquito que no vale la pena fijarse en ello.
Un segundo dato ilusorio viene de la balanza comercial de febrero, que conocimos el lunes. Hay un incremento notable en exportaciones, 16 por ciento, que aunque nada más sea de ese mes, sigue siendo buena noticia. Pero al mismo tiempo las importaciones crecen apenas 10 por ciento. La buena noticia es que vendemos, la mala es que no compramos, y aunque cueste trabajo imaginarlo, resulta que para el bienestar de los mexicanos lo relevante es comprar, importar. Este bajo crecimiento es especialmente notorio en las importaciones de capital, que apenas crecen 0.6 por ciento contra enero.
Con los datos que ya tenemos de importaciones de bienes de capital para los dos primeros meses del año, y la construcción para el mes de enero, es muy claro que la inversión no se está moviendo. Nada. Este primer trimestre que termina en estos días será inferior, en términos de inversión, al cierre de 2021. La inversión ha sido el principal problema económico de los últimos tres años, y si las cosas siguen como van, lo será ya por todo el sexenio. Con inversión baja, es imposible generar empleos, y el consumo no va a poder crecer.
Pero el dato de importación de bienes de consumo en febrero fue elevadísimo. Máximo histórico en datos desestacionalizados (octubre fue mayor, en datos originales). Pero se trata de un comportamiento también propio de este sexenio. Aunque usted no lo crea, en los últimos tres años hemos tenido un crecimiento espectacular en el consumo de bienes importados, a costa de la producción nacional.
En resumen, esos datos que parecen muy buenos, en realidad nos están indicando que los problemas continúan y se profundizan. Se hunde el mercado interno.