Fuera de la Caja

Refranes

Prácticamente todo el crecimiento de las manufacturas proviene de cuatro actividades: alimentos, bebidas, electrónica y aparatos eléctricos.

Pues alguien logró convencer al Presidente de que hablar del conflicto que tenemos en el T-MEC en el marco del desfile militar no era buena idea. Ignoro si fueron los visitantes del lunes (algunos llegaron desde antes) o si, durante el fin de semana, se acordó del sabio refrán popular: “No hay loco que coma lumbre”, pero ya cambió su tema. Al igual que su adorado expresidente Echeverría, promoverá la paz mundial.

Esto significa que ya no podrá utilizar como combustible de la flama soberanista el conflicto resultante de sus pésimas decisiones en materia energética, pero no implica que esté trabajando para resolverlo, es decir, para revertir esas decisiones. Por unos momentos, abrigué la esperanza de que así fuera, y que pudiéramos tener dos años finales con crecimiento económico de verdad. Alguna decisión de la Corte, algún boletín de la CRE, me hicieron pensar que, por abajo del agua, López Obrador estaría retirando los obstáculos que ha puesto a privados para producir y comercializar energía. Desafortunadamente, no es así.

Con eso de la militarización, no hemos comentado los datos de actividad industrial a julio, que traen una buena noticia: las manufacturas están creciendo fuerte. Ese mes reporta un crecimiento anual de 6.7 por ciento, y los últimos tres ya están claramente por encima del promedio de 2018. Eso, considerando el derrumbe que ha significado este gobierno, es todo un logro. Prácticamente todo el crecimiento de las manufacturas proviene de cuatro actividades: alimentos, bebidas, electrónica y aparatos eléctricos. No son los automóviles los que mueven al sector, pues, porque siguen arrastrando sus problemas de suministro.

El detalle está en que todo el resto de la industria está para el arrastre. Comparado con 2018, la minería está -3 por ciento por debajo; electricidad, -2.5 por ciento y construcción, en la lona: -16 por ciento. Esto significa que no estamos preparando el futuro, pero además que estamos presionando a la energía. Si la industria manufacturera crece, pero el abasto de electricidad no, estaremos pronto en problemas. De hecho, ya es frecuente escuchar quejas de apagones en ciudades grandes, especialmente las que tienen un componente industrial importante. Se les cae la carga.

Cuando entramos al NAFTA, teníamos un serio problema con el abasto eléctrico, y por eso se permitieron productores independientes de energía, que compensaran lo que CFE era incapaz de lograr. En ese entonces, el nivel de producción de manufacturas era claramente superior al de generación eléctrica. Se fue cerrando la brecha hasta lograr el equilibrio hacia 2008. Con la reforma de 2013, el ritmo de ampliación de generación fue muy impresionante, y se logró contar con un margen que ha empezado a agotarse en los últimos dos años. Proyectos que ya están terminados no pueden entrar en operación; algunos que ya estaban, son bloqueados para que no continúen, y ahora, por primera vez en 30 años, el camino es el opuesto: crece más rápido la industria manufacturera que la generación, el margen se ha agotado, y empiezan las dificultades.

Precisamente de eso es la disputa con los socios comerciales: las acciones ilegales que el gobierno ejecuta para impedir que haya más electricidad, especialmente la producida con fuentes limpias. Si le suena absurdo, es porque lo es. Contar hoy con abasto de electricidad limpia sería el mayor aliciente para la inversión. No en electricidad, sino en manufacturas. Sin esa electricidad, no importa mucho qué más ofrezcamos, no competimos.

Nada más con eso, el crecimiento de 7 por ciento que tienen las manufacturas podría extenderse a otras áreas y mantenerse por varios años. La mayor oportunidad que hemos tenido en décadas. Si ya el Presidente decidió no usar este tema para envolverse en la bandera, podría fácilmente permitir a sus lacayos retirar obstáculos. Todavía podría cerrar su sexenio con buenas cifras. Pero no. Siguiendo con los refranes, “hay maderas que no agarran el barniz”.


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