INEGI reportó un crecimiento de 1% en el PIB, trimestre a trimestre. En comparación anual, el crecimiento habría sido de 4.7%. Esta columna ha insistido en que el dato del IGAE de agosto es más producto de una ilusión estadística que de la realidad, y por la misma razón, duda del indicador oportuno del PIB. Si hay o no razón, lo sabremos en un mes.
La causa de las dudas es que no se puede encontrar el origen del crecimiento en el resto de los datos. Por ejemplo, mientras que el IGAE de ventas al mayoreo muestra un crecimiento espectacular, la encuesta, que también levanta INEGI, reporta una caída consistente durante los últimos meses. Es decir, dos indicadores de la misma cosa, realizados por la misma institución, se mueven en dirección opuesta.
En el crecimiento al menudeo, la ANTAD reporta en septiembre un crecimiento prácticamente nulo, en términos reales, de forma que habría que suponer que tampoco hay un gran movimiento en ese renglón, pero eso no lo podemos confirmar todavía, porque es parte de la información que se publicará dentro de un mes.
Más importante aún, el dato que sí tenemos es el comportamiento de la balanza comercial, hasta septiembre. De ella podemos saber que, en términos reales y series desestacionalizadas, hay una contracción en el tercer trimestre en las importaciones, lo que implicaría una caída del PIB, y no un incremento. Más al detalle, las importaciones de bienes de consumo caen en septiembre, y las de bienes intermedios lo hacen incluso en términos nominales. En ambos casos, excluyendo las petroleras, que podrían confundir.
El único dato discrepante que encuentro es el que corresponde a viajeros al exterior, para agosto, que fue muy fuerte. Esto implicaría que las personas tienen más dinero, y por eso viajan más, si no fuese porque después de más de dos años de confinamiento y pandemia, la explicación puede no ser económica.
Las encuestas de sentimiento de los empresarios, publicadas ayer por INEGI, confirman una tendencia muy negativa iniciada en abril. El único punto de inflexión que puede uno encontrar es en servicios no financieros (que podría ser turismo), pero se nota en el último mes, es decir octubre, y no en el trimestre pasado. Los indicadores de muy corto plazo de BBVA también muestran un incremento en el uso de tarjetas, especialmente asociadas a turismo, pero en octubre. En el mes previo, el comportamiento es claramente negativo.
Con base en todas esas cifras es que Fuera de la Caja no se suma a la general algarabía acerca de un crecimiento económico sorpresivo. Puede ser que tenga fundamento, y dentro de un mes tengamos que corregir la percepción, pero cuando un dato, que se produce por estimación, no coincide con una decena que resultan de medición, me parece que la conclusión es simple: hay que dudar.
En cualquier caso, haya o no existido este crecimiento sorpresivo en el tercer trimestre, la dirección negativa de la economía se mantiene. Eso dicen las percepciones de los empresarios, es lo esperable con la carrera alcista de las tasas de interés, y sería difícil que pudiéramos evitar que la menor actividad del único motor que teníamos prendido, Estados Unidos, no nos afectase.
Para el cierre de este año, el comportamiento de los servicios ya no vendrá arrastrando la reforma al outsourcing, y la información reflejará mejor lo que ocurre en esas actividades. Por lo mismo, es perfectamente posible que el crecimiento de 2022 ronde 2.4%. Pero para poder estimar mejor lo que ocurrirá en 2023, habrá que esperar un mes más, y con el dato preliminar del PIB al tercer trimestre, despejar las dudas que hoy tenemos. Ni modo.