Fuera de la Caja

Débil soberanía

Preocupa mucho la velocidad a la que está derrumbándose el presidente López Obrador en apenas unos días de 2023, porque a nadie le conviene el caos que puede producirse.

Otro accidente en el Metro, producto de la falta de mantenimiento e inversión. Una persona ha muerto, como murieron otras 27 en esta administración, como resultado de decisiones políticas profundamente erradas. No es algo reciente. Desde que López Obrador fue jefe de Gobierno de la ciudad, los escasos recursos del erario se destinaron a comprar votos y no a proveer servicios de calidad. Lo documento en México en el precipicio, pero el mismo Presidente lo ha reconocido recientemente: se trata de comprar voluntades con limosnas, eso y no otra cosa es el programa de pensiones para adultos mayores.

Gracias a que el gobierno federal hizo suyo ese programa en 2007, el gobierno de la Ciudad de México no se derrumbó antes, pero en este sexenio, debido al servilismo de Sheinbaum, se ha regresado a ahorcar el presupuesto para comprar votos. Esto también ocurre a nivel nacional: en los cuatro años que llevamos, se ha reducido el gasto en las secretarías sustantivas para poder financiar las pensiones universales. Educación, salud, agricultura, comunicaciones y transportes, han visto reducir su presupuesto, en promedio, en una quinta parte, con lo que faltan vacunas, se cierran escuelas de tiempo completo y estancias infantiles, se derrumba el control sanitario de flora y fauna, se abandonan y pierden carreteras y, claro, el Metro tiene accidentes frecuentes, ahora con costos en vidas.

El grupo que llegó al poder en 2018 no lo hizo para mejorar la condición de vida de los mexicanos. Mucho menos la de los más pobres, que hoy están peor que antes. Llegaron porque siempre han considerado que este país les pertenece, y que merecen abundancia. Están convencidos de representar el alma de los mexicanos, encarnada primero en Echeverría y López Portillo, y ahora en López Obrador. Son producto de un sistema educativo adoctrinador, con una visión simple y falsa de la historia, en la que todos son enemigos, masiosares, saqueadores: empresarios, religiosos, extranjeros. Sólo ellos, un puñado de puros, saben qué debe hacerse con el país. Y lo que debe hacerse es mantenerlo pobre, porque así es más barato comprar su voluntad. Lo que debe hacerse es apropiarse de la riqueza nacional: expropiando, limitando, excluyendo, para después convertir todo en patrimonio propio. Los casos de corrupción en este gobierno superan incluso al anterior, que tantas personas consideraban escandaloso.

Pero no es fácil gobernar un país de este tamaño y complejidad. Para nadie, pero especialmente para este grupo de incapaces. Ya veíamos la semana pasada el derrumbe del Presidente, que perdió en decisiones clave, externó su voluntad totalitaria y clientelar, y al que se le empiezan a desbaratar las coaliciones de soporte. Sume usted ahora el muy probable fin de su candidata. Si de por sí no tenía cómo ganar en 2024, ahora menos.

La semana pasada, el Presidente parece haber intercambiado la aceptación de 30 mil migrantes mensuales de diversos países, que Estados Unidos nos enviará, por un aterrizaje en el AIFA. Y ha comprado la marca de Mexicana de Aviación en poco más de 800 millones de pesos. Mientras Roma arde, Nerón juega a los avioncitos.

Me preocupa mucho la velocidad a la que está derrumbándose el Presidente en apenas unos días de 2023. Me preocupa porque a nadie le conviene el caos que puede producirse. Ahora mismo, me preocupa que se reúna con los presidentes de dos países poderosos, sin tener de dónde agarrarse: economía, gobernabilidad, sucesión. No dudo que se refugie en su papel de merolico, como lo hace todas las mañanas, pero las reuniones de estos días no son de show cómico-mágico-musical.

Paradójicamente, pocas veces ha estado la soberanía en tanto riesgo como hoy.

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