Fuera de la Caja

Cien días

Lo relevante es que el jefe político en México sigue siendo López Obrador. La señora Claudia Sheinbaum es administradora de sus órdenes, tiene pocos proyectos propios.

Claudia Sheinbaum celebró cien días en la Presidencia reiterando lo que todos sabemos: es subordinada de su antecesor. Lo dijo con claridad, pero lo documentó con los ‘logros’ que imagina haber alcanzado y las promesas de lo que se hará. Como ha sido costumbre en los dos gobiernos de este grupo político, la verdad no es algo que les interese mucho. Son capaces de mentir sin pudor alguno.

En los primeros cien días del gobierno actual, lo único relevante que hemos visto ha sido la culminación de la destrucción institucional iniciada en el gobierno anterior. Tiene razón Sheinbaum al afirmar que está consolidando sobre los cimientos que puso su antecesor. Olvidó decir que también esa consolidación la dictó él, porque las reformas impulsadas en los últimos tres meses fueron las que López anunció desde febrero.

Como hemos dicho muchas veces, la elección misma de Sheinbaum ya no fue democrática, pero lo que ha seguido es aún peor. Hoy mismo ya no tenemos defensa frente a los abusos del poder, que además han crecido sustancialmente, con la ampliación de la lista de delitos con prisión preventiva oficiosa, un instrumento que anula la presunción de inocencia y por lo mismo es violatorio de los derechos humanos. No existe ya la posibilidad de detener reformas a la Constitución que violen su espíritu, ni reformas legales que vayan en contra de ella.

Hemos perdido la posibilidad de contar con información confiable de lo que hace el gobierno, y además se está perdiendo ahora la misma recopilación de información, como ha anunciado INEGI al cancelar la encuesta intercensal para este año. Ya no contamos con medición de la calidad educativa, y todas las evidencias del desastre en salud son anecdóticas, porque no hay información confiable del sector.

Sin embargo, Sheinbaum también prometió, porque eso no empobrece. Se le ocurrió la brillante idea de que el Tren Maya ahora también será de carga, porque lo de pasajeros no ha funcionado. Sin embargo, eso no detiene los planes de construir más trenes de pasajeros. Pero no nada más estaremos llevando a cabo proyectos propios del siglo 19, también habrá del siglo 21. Seremos potencia en autos eléctricos, desarrollo de inteligencia artificial, producción de litio y otros temas menores. El gobierno que no pudo terminar un aeropuerto que ya estaba pagado y diseñado, que ya llevaba la mitad de la construcción, que construyó uno nuevo sin utilidad, que construyó una refinería innecesaria, cuyo costo jamás se podrá cubrir, ese gobierno dice que puede producir autos eléctricos: algo que no hace ningún gobierno en el mundo.

No vale la pena detallar más. Lo relevante es lo siguiente: el jefe político en México sigue siendo López Obrador. La señora Sheinbaum es administradora de sus órdenes, pero tiene unos pocos proyectos propios. Los que podrían servir (energía y seguridad) van a contrapelo de los cimientos que tanto elogia. Los inútiles, así como el reparto de efectivo para comprar votos, se llevarán los recursos que necesariamente tendrán que provenir de deuda. Por lo tanto, no ocurrirá la consolidación fiscal tan prometida y tan necesaria para que México pueda mantener el grado de inversión.

El próximo lunes, Donald Trump tomará posesión de la Presidencia de Estados Unidos e irá acompañado de decenas de órdenes ejecutivas (decretos). Algunas de ellas tendrán impacto directo en México. Otras lo harán de forma indirecta, al enrarecer el equilibrio internacional. Ya en este momento tenemos serios riesgos financieros por el derrumbe de Alemania, Francia y, en especial, Reino Unido, donde puede estallar la chispa del mercado de bonos.

A lo mejor no fue mala idea celebrar cien días. No había nada que celebrar, pero habrá aún menos en el futuro.

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