El valor presente neto de 107 mil pesos mensuales –netos– que ganaba el licenciado Santiago Nieto como titular de la UIF, es cercano a 12.8 millones de pesos durante 240 meses. Esto, suponiendo un 8 por ciento de costo del capital. Como se trata de un crédito hipotecario, sería absurdo pensar que tomó una hipoteca u otro financiamiento a una tasa más alta. Muchas cosas puede ser el licenciado Nieto, pero pesimista no es una de ellas. Se aventó a contratar una superdeuda, sin saber si iba a estar empleado en cada uno de los 240 meses en los que tendrá que pagar hipoteca.
Por otro lado, vamos a suponer que la licenciada y candidata a doctora Carla Astrid Humphrey, recién casada con el licenciado Nieto, tiene una remuneración de 173 mil pesos –netos– mensuales, como lo aclaró Ciro Murayama el 5 de noviembre en El Universal, después de que el ciudadano presidente de la República acusara a los consejeros electorales del INE de ganar más de 300 mil pesos mensuales. En ese caso, el valor presente neto de sus ingresos totales, durante los próximos 20 años, es de 20.68 millones de pesos.
Es muy posible que los dos profesionales valgan más afuera del gobierno que adentro. ¿Cuánto más? Bueno, difícil saber. No hay mucha gente en México así, pero podría ser que cada uno de ellos tenga ingresos potenciales de hasta 400 mil pesos mensuales en el sector privado. Si ese es el caso, el valor presente neto de sus ingresos sería de 95.6 millones de pesos en los próximos 20 años.
Y ahí es donde se complican las cuentas. No se ve cómo un banquero pueda prestarte 42 por ciento de tu flujo de efectivo familiar durante los próximos 20 años. Un amigo decía: voy a buscar el precio de todas las propiedades de Nueva York, le pido prestado dinero al banco, compro todo, y voy repagando mi crédito a partir de las rentas. No se puede. Cualquiera sabe que un banco, para una familia con ingresos de 1 millón de pesos al año, no presta para una casa si sus pagos mensuales son más de 20 o 25 por ciento de los ingresos, y suponiendo un enganche de 20 o 25 por ciento del valor de la propiedad. Esa familia tendría un valor presente neto de ingresos en los próximos 20 años de 9.9 millones de pesos. Esa familia ingresaría 83 mil 333 pesos al mes. A esa familia, un banco le prestaría para una casita de dos o máximo tres millones de pesos.
El caso del otro Nieto, el carismático primer mandatario del sexenio pasado, y su muy agradable esposa, es un poco más factible, porque los presidentes no tienen gastos personales durante seis años. El caso del otro gran funcionario de la administración pasada, cuyo segundo apellido es Caso, no deja de ser paradigmático. Una empresa de construcción de infraestructuras decidió que incursionar en el ramo de financiamiento hipotecario sería rentable, en el caso de ese Caso. No se necesita un doctorado en economía o finanzas para darnos cuenta que ese resultó ser un trato rentable para ambos Nietos, y ambos Casos (usted me entiende: el caso del otro Caso).
Los políticos no son gente normal. Como bien explicó Pablo Majluf hace algunos años en las páginas de Letras Libres, la honrosa medianía del presidente Juárez se traducía, por distintos métodos de traslación de valor en el tiempo, en un ingreso de 1 a 1.2 millones de pesos mensuales, a valores actuales. De hecho, el benemérito Don Benito dejó un patrimonio nada despreciable a sus herederos.
Debemos regular y monitorear mejor la obligación de los funcionarios de reportar estas transacciones. Prohibirles trabajar 10 años después de dejar el gobierno no es una ruta adecuada. Por el contrario, esa política invita al saqueo de las arcas públicas, o al menos al tráfico de influencias.
Si queremos ahondar en el caso de los Nietos, o en los Nietos y los Casos, valdría la pena revisar qué instituciones financieras les prestaron dinero. Cuánto dieron de enganche. Como se valuó y pagó la sucesión testamentaria de sus padres y abuelos. Revisar si de verdad en su práctica privada ganaban más que en el gobierno. Nadie lo hará.
Por crear un sistema anticorrupción abigarrado y complejo, regresamos a la era de los zares. El depuesto zar anticorrupción está bajo serias dudas. ¿Cómo era, 90 por ciento honestidad y 10 por ciento talento? Mal momento para el pañuelo blanco.
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