Después de la estrepitosa caída de las criptomonedas, de subida de tasas en la banca central y de caídas importantes en los mercados accionarios, los inversionistas están en el famoso ‘vuelo hacia la seguridad’.
De la tragedia de las criptomonedas, muchos analistas habían advertido que no podían considerarse activos de inversión. Ciertamente, serán algo en nuestro futuro, pero no queda claro qué. Hace dos meses un bitcoin valía en los mercados poco más de 826 mil 400 pesos. Este lunes la cotización de esa criptomoneda, la más famosa, estaba en 413 mil 622 pesos. A finales de marzo, el Índice Dow Jones estaba arriba de 35 mil puntos, hoy está apenas arriba de 33 mil, pero llegó a estar solo por encima de 31 mil puntos. El indicador líder de la Bolsa Mexicana de Valores estaba casi en 57 mil puntos hace dos meses; hoy está arribita de 52 mil. Entre el 28 de mayo y el 28 de junio, la BMV perdió casi 6 por ciento del valor de las acciones. El S&P 1000 perdió un poco más, un 6.3 por ciento en esos dos meses.
Un buen amigo, muy bien posicionado en un banco mexicano, decía recientemente que “hay demasiado dinero moviéndose bajo la tutela de asesores que recomiendan comprar la caída”. El análisis fundamental ha ido desapareciendo en la medida en que la mayoría de los inversionistas, institucionales y personales, compran ETF e instrumentos sintéticos que empaquetan un montón de activos en lugar de hacer el análisis ‘a la Buffet’: seleccionando acciones y bonos de acuerdo a las perspectivas de cada uno de los negocios.
Esta minicaída puede ser signo de una recesión que se está cocinando. En momentos así, los inversionistas buscan activos que ofrezcan seguridad, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos, o commodities mineros como el oro.
Tuve el privilegio de conversar media hora con Juan Carlos Artigas, director de investigación del Consejo Mundial del Oro (World Gold Council). Ese metal precioso es uno de los activos con mejor rendimiento en lo que va del año, comparado con bonos, acciones y hasta criptomonedas.
Una de las preguntas que hice a Juan Carlos, es si un inversionista compra realmente el activo a través de los mercados financieros, o solamente algún instrumento denominado en oro. Artigas me explicó que el activo físico es aún muy importante en este mercado, y que además es un mercado muy líquido. 130 a 135 mil millones de dólares al día en transacciones hacen al mercado de oro muy similar en tamaño al de T-Bills. Es un activo de alta liquidez y alta calidad.
El acervo existente en el mundo equivale a 200 mil toneladas. La producción minera fluctúa entre 2 y 3.5 miles de toneladas por año. Es decir, la oferta del metal crece entre 1 y 2 por ciento por año, a diferencia de las monedas fíat, donde la emisión anual puede ser muy alta. De hecho, esa es la causa de la inflación; no hay ninguna otra. La base monetaria en el mundo ha crecido brutalmente. Hace tres años, la base monetaria de Estados Unidos era equivalente a 3.27 billones (en castellano; trillones en inglés) de dólares. Hoy tenemos 5.89 billones. ¡80 por ciento de crecimiento en tres años!
Respecto a la demanda, Artigas nos explicó que ésta tiene una naturaleza dual. Además de los usos tradicionales en joyería, que son un mercado enorme, especialmente en Asia, un segmento de la demanda que ha crecido en importancia es el de aparatos electrónicos. Nuestros celulares, computadoras y hoy hasta refrigeradores y televisiones tienen muchos circuitos producidos con oro, porque es un gran conductor eléctrico. En esos usos reales el mundo está en déficit. Las cantidades demandadas crecen a un ritmo mucho más veloz que las ofrecidas. Claro, el reciclaje es una parte importante del consumo, pero la demanda tecnológica es muy robusta. Por supuesto, es procíclica. En la medida en que la economía mundial se encamine a una recesión, habrá menos demanda en usos productivos del oro y más como almacén de valor.
En la composición de portafolios, el oro es un activo estratégico más que táctico, nos dijo Juan Carlos Artigas. Lo puedes preservar en el portafolio a largo plazo, y te ayuda a mejorar el rendimiento. (Los bancos centrales no se equivocan: buena parte de las reservas están en oro).
Como el oro puede minarse en todo el mundo, es un activo bien diversificado geográficamente, a diferencia de la plata u otros commodities mineros. La volatilidad del oro es menor que la de otras mercancías. Su correlación negativa con las acciones es casi perfecta. En momentos donde hay que esperar más que invertir agresivamente, es un gran almacén de valor.
¿Quizá este es el año en que convirtamos esos dólares en billete en activos denominados en oro? Vale la pena pensarlo.