Hay mucha inquietud alrededor del superpeso, esta apreciación cambiaria de la moneda nacional, para sorpresa de propios y extraños, para deleite de los políticos en el gobierno, para preocupación de los exportadores y para el beneplácito y felicidad de los viajeros internacionales, y los importadores.
La cotización del dólar en términos de pesos mexicanos ha alcanzado mínimos que no se veían hace tiempo. En estos días, está cerca y por debajo de diecisiete pesos por dólar en promedio de la toma y la venta.
A los economistas siempre nos piden un pronóstico del tipo de cambio. Es muy difícil hacer pronósticos respecto a un precio que tiene tantas influencias, y que resume la situación de un país en la economía y el comercio global. En el caso del peso mexicano, hay tres explicaciones. Una es monetaria: el Banco de México ha sido más disciplinado que la Reserva Federal de Estados Unidos de América, lo cual ha resultado en abundancia relativa de dólares. La segunda explicación es de naturaleza comercial. Todo indica que la demanda por bienes y servicios en México, tanto doméstica como externa, se encuentra en una posición bastante robusta. La tercera explicación es geopolítica. Estados Unidos ha buscado diversificar sus importaciones para reducir los riesgos políticos y económicos de China. Eso ha creado demanda por bienes, servicios y activos de capital en México. Todo ello ha resultado en una apreciación del peso.
Predecir si este fenómeno continuará es misión imposible. Lo que sí es claro es que en este momento hace sentido comprar bienes de capital que se cotizan en dólares; o incluso acciones, patentes, modelos de utilidad, marcas y otros activos de propiedad intelectual, ya que su precio en términos de pesos está bajo. Esto, claro, para los agentes económicos que tienen una posición acreedora y tienen liquidez. Para quienes tienen una posición deudora y no tienen liquidez, la recomendación es encontrar la forma de liquidar deudas, especialmente si esas deudas están en pesos, porque el valor real de esas deudas se está elevando en términos de dólar. Ese es el caso de muchos deudores privados en México, y también del gobierno mexicano. Aún si el Gobierno federal no contrata un centavo de deuda nueva denominada en pesos, con la apreciación del peso, la deuda nominal en pesos está creciendo, y puede representar riesgos para la liquidez del Estado y la salud de las finanzas públicas.
Quizá, también es importante revisar qué tan grave es la situación del superpeso bajo otra óptica. El famoso Índice Big Mac de The Economist acudió a la ayuda de este economista. Hay una buena y una mala. La mala: una hamburguesa en México, en términos de dólar, ha tenido mínimos históricos en los últimos 20 años entre 2.08 y 3.43 dólares a paridad de poder de compra. El máximo de 3.43 dólares ocurre ahora mismo; y aún así, nuestra moneda pareciera estar subvaluada en términos de dólar. No es la más subvaluada (alrededor del 20 por ciento, si el Índice Big Mac es una guía, hay quien dice que no), pero todavía hay espacio entre nuestras cabezas y el techo. Es decir, puede apreciarse más.
La buena es que eso es un signo de recuperación económica fuerte, guiada por Estados Unidos. Ese país no ha caído en recesión, a pesar de que se pronosticaba que así sería. Probablemente la depreciación de su moneda contra una canasta de monedas sea una buena explicación de eso: hay demanda por bienes estadounidenses. México, a pesar de tener una moneda que se aprecia, está teniendo crecimiento manufacturero debido a que nuestra demanda de bienes para exportar depende de los pedidos que reciban nuestros socios americanos.
Otra mala noticia es que industrias como el turismo están sufriendo, dado que nuestras playas se están encareciendo respecto a otros destinos de sol.
¿Por qué las gasolinas suben? Con la cantidad que importamos, deberían estar bajando. La razón no está tan clara. El agente dominante del mercado, Pemex, tiene un subsidio enorme, carga con un costo de deuda creciente y de riesgo también incremental. Probablemente, la autoridad fiscal está relajando el subsidio, aprovechando el superpeso. Habrá que revisar los números. Si el superpeso se mantiene, nos conviene aún más importar las gasolinas, no producirlas.
No hay evidencia de una manipulación del tipo de cambio con fines políticos. La apreciación del peso se debe a factores reales de la economía mexicana. Aquí nos preguntamos: ¿Durará esta confianza en México? ¿Sabremos aprovechar el viento a favor? Ojalá.