Ya escribí antes sobre el monopolio del IMSS en la póliza de seguro válida para trabajar que tenemos que pagar los mexicanos, y las empresas donde trabajamos. En esa misma discusión, pero en un nivel más presidenciable, Xóchitl Gálvez declaró que todos los trabajadores deberían pagarse un seguro de gastos médicos mayores, como en Estados Unidos. Inmediatamente, el presidente de la República arremetió contra ella, diciendo, palabras más o menos, que es la voz del bloque conservador pidiendo que no haya seguridad social pública, que no haya IMSS, que no haya ISSSTE.
Ciertamente, el modelo estadounidense no es óptimo; los vecinos gastan mucho más que nosotros per cápita en salud, y nadie está contento. Jonathan Gruber es un economista del MIT que apoyó a la administración Obama a crear su reforma de salud, que por problemas de implementación no terminó de cuajar. No obstante, el espíritu de esa reforma es bueno. En el esquema ideal de Gruber, cada ciudadano debe tener una póliza de seguro médico. Quien no pueda pagarla, recibiría un subsidio para ese fin.
El experimento estadounidense con Obamacare, de alguna manera, le da la razón al presidente López Obrador. Trece años después de la reforma impulsada por el presidente Obama en su país, las primas de aseguramiento aumentaron en cinco años un 105 por ciento, de aproximadamente 2 mil 787 dólares en 2013 por persona a 5 mil 712 dólares en 2017. Hoy, con la inflación médica y después de la pandemia, el costo promedio es de 560 dólares mensuales; 6 mil 700 al año.
Sin embargo, el experimento Obamacare también le da la razón a la senadora X. Al final, la sociedad americana, usando el capital asegurador, pudo ponerle mucho más dinero a su atención médica. Lo sé porque tengo un tío, un médico con práctica establecida en Houston, que vivió décadas de atender estadounidenses sin seguro. Una vez que llegó Obamacare, el negocio de mi tío se acabó. El hecho de que la póliza es más cara, y que los vecinos americanos la pagan, implica que están mejor que antes.
Gruber explicaba que la razón por la cual cada persona debe tener un seguro médico es porque eso hace que la laguna de riesgo sea mucho más amplia, y que haya más recursos para los asegurados que tengan una enfermedad crónica, rara, o nada más costosa. Cuando esa póliza se suscribe bajo las reglas del seguro y reaseguro internacional, los recursos disponibles para atender pacientes son mucho más grandes que para grupos pequeños de personas.
Hoy, en México, los subsidios de seguridad social son aproximadamente un billón y medio de pesos, 18 por ciento del Presupuesto público. No es transparente cuánto va de pensiones de la generación de transición, para los que tenemos pensiones generosas decretadas en la era del presidente Echeverría. Sospecho, como otros analistas, que la presión de pensiones es tan brutal, que eso no deja recursos en el IMSS para la atención médica.
Los trabajadores formales, señor presidente, tenemos derecho a estar enojados. Déjese que la Constitución nos garantice el derecho a la salud. Pagamos al IMSS una póliza de aseguramiento en conjunto con nuestros patrones, por ahí de 2 mil 500 pesos al bimestre. Pagamos un Impuesto Sobre la Renta bestial (alrededor del 18 por ciento sin derecho a deducciones) y no recibimos nada a cambio. El médico y los gastos médicos mayores salen de vender nuestras casas, negocios y destruir nuestros ahorros. El IMSS y su sindicato se chupan los magros recursos que quedan después de que ustedes reponen con el presupuesto anual el dinero de las pensiones que se saqueó durante las últimas cinco décadas.
Como explicó Vicente Fox en su desafortunada entrevista con Fernando del Collado, llega una edad en la que uno ya no puede pagar un seguro de gastos médicos mayores. Al expresidente se le hizo bolas el engrudo con los números, pero en el fondo, lo que dijo es cierto. Si un expresidente de México no puede pagar sus gastos médicos, ¿qué nos queda a los demás?
Quítele el monopolio de la póliza válida para trabajar a sus amigos sindicalistas del IMSS, presidente. Déjenos elegir entre el IMSS y otras opciones. Y haga del IMSS dos instituciones: una aseguradora, que funcione bajo las reglas internacionales, y un instituto médico. Sepáreles el presupuesto. ¿Quería como en Dinamarca, presidente? Pues eso es lo más cercano. La decisión es si queremos servicios médicos globalizados, usando todos los recursos que nos pueden ofrecer los mercados internacionales de seguro y reaseguro, o pólizas globeras que no sirven ni en el país que las suscribe.