Costo de oportunidad

Israel y México: vidas paralelas

Tenemos que aprender de los israelíes que tolerar la violencia organizada de cárteles y grupos terroristas siembra la semilla segura de nuestra destrucción.

Antes de los inhumanos ataques de Hamás en la Franja de Gaza, la élite política israelí estaba trenzada en un pleito, alentado por su presidente populista, Benjamín Netanyahu, para neutralizar al Poder Judicial de ese país como un contrapeso al Poder Ejecutivo. En México, vivimos una realidad paralela a la israelí, quizá no tan notoria porque nuestro territorio es mucho más grande. En medio de una crisis de violencia, violación de los derechos humanos, incertidumbre para las empresas y polarización política, el presidente de la República está dejando sin recursos al Poder Judicial Federal, acusándolos de corruptos, como un pretexto para reducirlos a un mero apéndice del poder presidencial.

Sí, la guerra de Israel es en contra de Hamás y sus aliados, Hezbollah y gobiernos como el de Irán y Qatar. Y la guerra del Estado mexicano es contra los cárteles y organizaciones del crimen organizado. Eso sí, hay una diferencia: el Estado de Israel parece estar consciente, al menos desde su origen, hace 75 años, que de esa guerra depende la posibilidad de su existencia. Aquí ya claudicamos en pelearla. Incluso, el Estado nos pide que la asumamos como una especie de normalidad.

Por eso, no debería ser sorpresa que la izquierda mexicana en el poder no se manifieste en contra de los ataques terroristas de Hamás, y que a la posición firme de la cancillería en el primer instante le haya caído una cubeta de agua fría con la retahíla presidencial que aborrece la guerra y no quiere la violencia, pero que se niega a condenar el terrorismo y ofrecer su apoyo al gobierno israelí, a pesar de los vínculos tan importantes entre los dos países desde el origen de Israel después de la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de la fuerte presencia de la comunidad judía e israelí en México.

La gran diferencia entre el gobierno de Israel y el de México hoy es que el de Israel al menos aspira a ser una sociedad abierta, como la definió el filósofo austríaco Karl Popper en su libro del siglo pasado, La sociedad abierta y sus enemigos. Las sociedades libres tienen que aceptar todo tipo de ideas en su seno, excepto aquellas que amenacen su existencia como núcleos abiertos y libres. El populista Netanyahu, a pesar de su sed de poder, parecida a la de AMLO, sabe que tiene que combatir contra el terrorismo de Hamás. El populista AMLO hace como que no se da cuenta que la connivencia del Estado con los grupos criminales no puede tolerarse más, aun si las simbiosis entre ambos vienen de larga data.

Los mexicanos estamos bajo un gobierno que no solamente quiere concentrar el poder: lo quiere entregar a lo más siniestro y violento de nuestra sociedad. No sé qué me preocupa más del gesto molesto e incluso asqueado del presidente de la República cuando entregó una caja con una condecoración al general Cienfuegos. ¿Será Cienfuegos un aliado del narcotráfico, como sugería el gobierno de Estados Unidos? ¿Será un enemigo de aliados innombrables de nuestro presidente, y por eso estaba enojado? ¿Será que entendió que claudicó ante el poder de las Fuerzas Armadas, y que les entregó partes neurálgicas del Estado, yendo mucho más lejos que su némesis, el presidente Calderón?

A pesar de tener amenazas externas diariamente desde hace 75 años, y estar rodeado de enemigos, Israel florece. Se han convertido en una nación empresarial, que vende tecnologías muy avanzadas en todos los campos. A pesar de tener divisiones políticas internas, como la que plantean los judíos ortodoxos, que preferirían que todos los israelíes vivieran como vivían los israelitas hace mil años o más, Israel se ha consolidado como una sociedad moderna y emprendedora, que ha sido exitosa en vencer casi cualquier reto que se les presente. Su espíritu de supervivencia y actitud ante la adversidad es algo que los mexicanos tenemos que entender e imitar.

Israel no es una sociedad perfecta. México ciertamente no lo es; Estados Unidos tampoco. No lo son los países más avanzados y libres del planeta. En todas partes hay injusticias, y los países democráticos con idearios y leyes liberales tenemos mucho que hacer por mejorar la situación de los oprimidos en nuestros territorios. Pero, debemos empezar por no tolerar la violencia terrorista. Como la de los cárteles mexicanos, como la de grupos terroristas como Hamás. Tenemos que aprender de los israelíes que tolerar la violencia organizada de cárteles y grupos terroristas siembra la semilla segura de nuestra destrucción.

El autor es asesor en Agon Economía Derecho Estrategia, Consejero MUCD.

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