Costo de oportunidad

El Plan México está en chino

En los temas de comercio, el dilema podría resolverse acercándonos más a los chinos taiwaneses.

Me encanta la idea de que la Dra. Sheinbaum y su súper asesora coordinadora en materia empresarial, la muy ilustre Altagracia Gómez, nos tengan en mente a los mexicanos que nos posicionamos del lado de la oferta agregada, y no tanto como su antecesor, que es más bien un hombre de demandas. Como decía ayer el Maestro Enrique Quintana en su columna de El Financiero: Hablando del plan México, el diablo está en los detalles. Agregaría yo, sin ánimo de corregirle la plana a nuestro líder editorial: efectivamente Satán está en las minucias, y estas están escritas en notas al pie de página, en un dialecto regional cantonés, con un montón de ideogramas raros y desconocidos. Me explico.

Cayó en mis manos un excelente artículo de este lunes que escribieron dos profesores del IPADE en la publicación Americas Quarterly. Ellos son el Dr. José Carlos Rodríguez Pueblita y la Profesora Brenda Estefan. En él, explican que las exportaciones de China a México han aumentado a una tasa anualizada del 10.6 por ciento en promedio en los últimos 5 años. Nosotros les hemos enviado 829 millones de dólares en bienes, especialmente materias primas minerales y maquinaria, mientras que ellos nos han enviado 12.1 miles de millones de dólares en bienes. Los parques industriales están llenos de empresas chinas, especialmente en sectores en los que las políticas arancelarias estadounidenses le han pegado duro a esa nación asiática.

El Dr. Juan Carlos Baker, quien fuera subsecretario de Economía en el sexenio del presidente Peña, e importante líder de la negociación del TMEC, ha argumentado públicamente que si esas empresas se han establecido en México y respetan las leyes mexicanas, esos capitales son mexicanos. Desafortunadamente, esa distinción jurídica es meramente semántica para Trump, su abogado de disputas Lighthizer, y para los republicanos MAGA en general.

El artículo de Rodríguez Pueblita y Estefan también da algunas pistas de qué es lo que ofende a los estadounidenses. El tren ligero Xochimilco-Taxqueña es chino. Los automóviles chinos están tomando una posición muy dominante en el mercado de vehículos nuevos en México. Me sorprendió la cifra que revelaron los colegas en su artículo sobre la participación de mercado de los chinos en México: 20 por ciento del mercado. En 2020, su participación era del 4 por ciento. Los números de Pueblita y Estefan revelan que México se volvió el segundo principal importador de vehículos chinos en el mundo, atrás de Rusia. Seguramente eso tiene enojados al presidente Trump y al cuasi vicepresidente Musk.

Ese es uno de los sectores sensibles. El otro sector que seguramente irrita a los Estados Unidos, tanto corporativos como gobernantes, es el de tecnología; que también mencionan los profesores Estefan y Pueblita. Estados Unidos no ha sido tímido en vetar a empresas como Huawei porque representan un riesgo enorme, ya que sus enrutadores y dispositivos de red administran tráfico global por donde pasa información que en manos de una potencia enemiga podría ser muy delicada. En México, esa prohibición nos ha importado tanto como los mensajes de las galletas de la fortuna. El secretario de Economía Ebrard, durante la administración pasada, en sus funciones como canciller, se la vivía en China y presumió en su precampaña de las “corcholatas” que él podría traer las soluciones chinas de espionaje para resolver los problemas de seguridad pública mexicanos con un enfoque “preventivo” (o sea, perfilando gente “sospechosa”).

Y eso nos pone en el tema de seguridad y drogas. También los güeros del norte, pero especialmente dos, un afrikaner y un neoyorkino, nos traen ganas por los temas de fentanilo, cárteles, violencia y migración.

Quizá el Plan México no tendría que estar tan en chino. Qué tal que tomamos medidas que se parezcan a lo que haría un país sensato; más allá de entrarle a la fayuca china del Centro de CDMX, absolutamente irrelevante. En los temas de migración, podríamos hacer un artículo especial. En los temas de comercio, el dilema podría resolverse acercándonos más a los chinos taiwaneses que a los comunistas de la República Popular.

Dado que la hija de Annie Pardo viene de una familia comunista, eso es un sueño de opio. Preparémonos para los embates de un Estados Unidos ensoberbecido y con ganas de pegarle al gobierno que le ha abierto el patio de atrás a su enemigo estratégico, la China del emperador Xi. Nos metimos entre las patas de los caballos, y sí, efectivamente, nos van a patear.

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