Profesor investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana

La cuarta ola… algo que pensar para el próximo repunte del COVID-19

No es momento de bajar la guardia, evitemos las cenas multidinarias de fin de año y no dejemos de usar cubrebocas.

Durante octubre pasado la Secretaría de Salud dio a conocer información acerca del ‘Exceso de mortalidad por todas las causas, durante la emergencia por COVID-19, México, 2020–2021′, destacando que al día 25 de ese mes se habían observado un total de un millón 928 mil 543 defunciones acumuladas contra un millón 307 mil 500 defunciones acumuladas esperadas, lo que constituye un exceso de 621 mil 43 defunciones, es decir, un incremento de 47.5 por ciento; de esta última cifra, 436 mil 935 defunciones se encuentran asociadas al COVID-19 y de éstas 283 mil 954 han sido confirmadas por COVID-19, lo que implica un exceso de 70.4 por ciento en este rubro.

Los repuntes de exceso de defunciones coinciden con las famosas olas o periodos de incremento en los contagios, el primero de ellos observa su punto más alto en la semana 28 de 2020 (6 a 12 de julio); el segundo rebrote encuentra su pináculo en la semana 3 de 2021 (18 al 24 de enero); y la tercera ola encuentra su punto más alto en la semana 33 de 2021 (16 a 22 de agosto).

De estos tres repuntes asociados a defunciones en exceso por COVID-19, los vinculados al periodo vacacional de verano tanto en 2020 como en 2021 representan un incremento de 61.2 por ciento y de 70.3 por ciento en relación con lo esperado en cada una de las semanas previamente indicadas, mientras que del periodo vacacional de invierno se observó un incremento de 65.9 por ciento, respecto de lo esperado en la semana pico.

Mas allá de reconocer que algo falló en las estimaciones del gobierno y que la realidad siempre nos presenta otros datos cuando se quieren pintar escenarios ‘halagüeños’ por poner un adjetivo, más preocupados por sostener una narrativa política, que a buscar el apego de las recomendaciones y advertencias de los organismos internacionales y de la comunidad médica y científica nacional e internacional, cosa que en el caso mexicano es una realidad.

Es importante observar estos números para indicar aquello que puede constituir un ciclo o una tendencia en el comportamiento de la pandemia asociado a ciertas prácticas sociales. Tal es el caso de la primera y la tercera ola o repunte, que tuvieron lugar en periodos cercanos a las vacaciones de verano tanto en 2020 como en 2021, mientras que el segundo brote u ola tuvo lugar durante el periodo de vacaciones de fin de año y las primeras semanas de 2021, lo que nos hace preguntarnos ¿qué pasará para este fin de año e inicio de 2022? ¿Existe la posibilidad de una cuarta ola o repunte?

Estas preguntas son legítimas considerando los escenarios que ya hemos experimentado y, de hecho, ya el gobierno mexicano, a través del Dr, López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, advirtió la posibilidad de un rebrote para este periodo invernal.

Es cierto que no nos encontramos en las mismas condiciones que nos tocó vivir el invierno pasado, ya hay un buen número de personas vacunadas -un poco más de 80 millones con al menos una dosis señaló el subsecretario-; sin embargo, es importante considerar que tenemos un buen número de jóvenes sin vacunar, la mayoría de ellos menores de edad, que corresponden un segmento importante de la población total de nuestro país, ello sin soslayar que un buen porcentaje de las personas vacunadas han ido perdiendo inmunidad por falta de refuerzos, tal es el caso, a guisa de ejemplo, de los maestros y el personal administrativo de las instituciones educativas, que fueron inoculados con la vacuna CanSino, que por recomendación del propio fabricante requería de un refuerzo pasados los seis meses de la primera aplicación, misma que ha sido soslayada expresamente por el Ejecutivo Federal, lo anterior con independencia del detalle de la falta de aprobación de este antígeno por la Organización Mundial de la Salud, al igual que la vacuna Sputnik.

Bajo este tenor, aun hay riesgos importantes que afrontar y que no nos permiten plantear más escenarios halagüeños, incluso ahora tenemos un semáforo que ya no se maneja bajo las mismas condiciones que operaban el año pasado, ya es prácticamente de chocolate, una demagogia más, por lo que la cuarta ola está a la vuelta de la esquina y con posibilidades muy reales de concretarse.

Usted me preguntará, ¿y entonces, qué hacemos? Pues la respuesta es de sentido común: no bajar la guardia, extremar las medidas sanitarias personales y en nuestros lugares de trabajo, seguir usando cubrebocas, evitar lugares concurridos y poco ventilados o cerrados, evitar las concentraciones de personas, guardar la sana distancia, lavado de manos constante, entre otros aspectos.

Evitemos las comidas multitudinarias de fin de año, de ser posible las compras en tiendas, centros comerciales y restaurantes cerrados o poco ventilados, regale afecto y si es necesario acompañarlo de algo material, sea prudente al igual que en sus festejos, eso es una forma de demostrar amor por nuestros seres queridos (compañeros de trabajo, amigos y familiares) también, significa cuidarse, cuidarlos y, finalmente, cuidarnos.

Juan Otero Varela

Dr. Juan Manuel Otero Varela

Profesor investigador y director académico del programa de Maestría en Derecho Administrativo en el Posgrado de la Facultad de Derecho de la UP; miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I; y miembro del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo.

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