Las expectativas juegan un papel importante en las decisiones económicas y financieras de los individuos, a tal grado que pueden impactar el desempeño de la economía. Una consideración central suele ser la trayectoria esperada de la inflación, la cual puede afectar la inflación, por ejemplo, alterando las negociaciones salariales, impulsando los costos y presionando los precios de los bienes y servicios.
De ahí que los bancos centrales no solo vigilen este fenómeno, sino que busquen medir sus expectativas, con el fin de analizar el grado en que éstas se encuentran ancladas en el objetivo y, así, evaluar la credibilidad del mismo. Una discrepancia notable respecto a la meta puede requerir un ajuste en la política monetaria.
La dificultad para medir las expectativas de inflación radica en que no son observables. Los bancos centrales acostumbran utilizar dos enfoques para obtener estimaciones que, si bien son imperfectas, pueden arrojar luz sobre esas perspectivas.
El primer camino busca extraer información de los instrumentos financieros. El ejercicio más común consiste en interpretar la diferencia entre los rendimientos de los bonos nominales y los indizados por inflación, para un plazo determinado, como la compensación por la inflación esperada y la incertidumbre de la inflación, referida esta última como ‘prima por riesgo inflacionario’.
El segundo enfoque recurre a encuestas con colectivos específicos, como los pronosticadores profesionales y los consumidores. Los sondeos suelen abarcar diversas variables, no solo la inflación. Además, los dirigidos a los consumidores comúnmente incluyen preguntas sobre la situación esperada de los hogares encuestados.
En México, durante 2021 la inflación anual ha registrado un notable aumento, hasta alcanzar, en la primera quincena de octubre, 6.1 por ciento para el INPC, y 5.1 por ciento para el índice subyacente, que excluye los genéricos más volátiles.
Un problema central es que la inflación se ha ubicado persistentemente por encima del objetivo de 3.0 por ciento establecido por el Banco de México. Desde marzo del presente año, las variaciones anuales de los referidos índices han promediado 5.8 por ciento y 4.6 por ciento, respectivamente.
Además, desde enero de 2017, el país parece haber entrado a un régimen de inflación más elevada, con promedios de 4.6 por ciento y 4.1 por ciento para los índices mencionados, arriba de las referencias previas.
La inflación alta presenta el peligro de contaminar las expectativas del público, complicando la procuración de la estabilidad de precios. Ante esa posibilidad, el Banxico ha decidido reducir su postura monetaria expansiva, incrementando, en las tres reuniones monetarias desde junio, su tasa de interés de referencia en un total de 75 puntos base, para ubicarla en 4.75 por ciento.
Considerando las dos fuentes de información descritas, hasta el momento, parece que el riesgo de contaminación de expectativas, si bien ha crecido, se mantiene contenido.
En primer lugar, durante 2021 las mediciones de la compensación por inflación y riesgo inflacionario, obtenidas con Bonos M y Udibonos para diferentes plazos, han aumentado ubicándose, la mayor parte del tiempo desde junio, por arriba de 4.0 por ciento.
Estos niveles no son muy diferentes a los observados en otros episodios de presión de precios, como el de principios de 2017. Además, según cálculos del Banxico con información hasta agosto pasado, la prima por riesgo inflacionario ha sido el componente de mayor alza, mientras que el de inflación esperada ha permanecido moderadamente por arriba de 3.0 por ciento.
En segundo lugar, las perspectivas de inflación en las encuestas con pronosticadores profesionales se han deteriorado para el corto plazo, pero permanecen relativamente estables para otros horizontes, aunque por arriba del objetivo. Por ejemplo, en la encuesta del Banxico, durante los primeros nueve meses del año, la mediana de las expectativas de inflación subió 2.7 puntos porcentuales para 2021, tres décimas de punto porcentual para 2022 y nada para mayores plazos.
Finalmente, en la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor, levantada por el Inegi y el Banxico, el indicador cualitativo sobre el comportamiento esperado de los precios en los siguientes doce meses se ha mantenido, durante 2021, en alrededor de 19 puntos, nivel ligeramente peor que aquél en que todas las viviendas esperarían que los precios aumentaran igual o un poco más que el año anterior (25 puntos).
Es indispensable que el Banco de México continúe monitoreando de cerca las expectativas de inflación y que actúe de forma decidida para evitar un contagio adverso al proceso de formación de precios.
El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).