Razones y Proporciones

La convergencia de la inflación al objetivo

Desde 2017, la economía mexicana parece haber entrado a un régimen de inflación más elevada que en los años previos, con un promedio superior a 5.0 por ciento.

A la memoria de mi asesor de tesis, Robert E. Lucas, Jr.

En sus publicaciones, el Banco de México (Banxico) ha reiterado su compromiso con procurar que la inflación anual converja al objetivo de 3.0 por ciento. Para alcanzar esta meta, este instituto central enfrenta considerables desafíos.

En primer lugar, la inflación actual es muy alta, lo cual requiere una reducción notable en el ritmo de crecimiento de los precios. En abril de 2023, medida con el INPC, la inflación general anual fue 6.3 por ciento, y la subyacente, que excluye los precios más volátiles, se situó en 7.7 por ciento.

Ambos indicadores constituyen más del doble del objetivo del Banxico. Además, la brecha de la inflación subyacente por encima de la general revela presiones inflacionarias de mediano plazo mayores que lo captado por esta última.

En segundo lugar, la disminución reciente de la inflación general ha ocurrido principalmente por el comportamiento benigno de la no subyacente, en especial, por la caída en los precios de los energéticos, lo cual es ajeno a la influencia de la política monetaria.

Una forma de evaluar el avance en la desinflación consiste en comparar la inflación anual de abril de 2023, con la de abril de 2022. Esta comparación tiene la ventaja de contrastar el aumento en el nivel de precios de doce meses, sin meses en común.

Respecto a abril de 2022, en abril de 2023 la inflación anual se redujo 1.4 puntos porcentuales, porque la inflación no subyacente disminuyó 7 puntos. En el mismo lapso, la inflación subyacente aumentó medio punto porcentual, a pesar del apretamiento monetario aplicado por el Banxico desde junio de 2021.

En tercer lugar, un abatimiento de la inflación requeriría medidas monetarias más efectivas que las del pasado. Hay que tener en cuenta que desde 2017, la economía mexicana parece haber entrado a un régimen de inflación más elevada que en los años previos, con una inflación promedio superior a 5.0 por ciento. Existe el riesgo de que, si la política monetaria no logra reducir de forma duradera la inflación, las expectativas inflacionarias del público se anclen arriba de ese nivel.

Para entender la naturaleza del compromiso del Banxico con la convergencia de la inflación al objetivo, convendría que la Junta de Gobierno (JG) definiera con claridad la noción de convergencia. Esta aclaración no es semántica, sino de fondo. Específicamente, la JG debería comunicar las características mínimas que esperaría verificar para declarar que la inflación en efecto ha convergido a la meta, incluyendo aspectos como la duración y el sustento de la convergencia.

Por ejemplo, la inflación podría tocar transitoriamente 3.0 por ciento, apoyada por una caída, necesariamente efímera, de la inflación no subyacente. O bien, la inflación podría arraigarse cerca de este objetivo, si la inflación subyacente fuera suficientemente baja para contrarrestar la no subyacente, cuyos niveles históricos han tendido a ser superiores.

Las implicaciones de estos dos tipos de convergencia para la política monetaria son diametralmente distintas. Mientras que el primero podría invitar a la complacencia y la desviación hacia otras metas, el segundo confirmaría la efectividad de la política monetaria para lograr el objetivo.

Un caso del primer tipo ocurrió en el último bimestre de 2020, cuando la inflación se acercó a 3.0 por ciento, principalmente por un descenso de la inflación no subyacente. Según las minutas, en la reunión monetaria de noviembre de ese año, un miembro de la JG señaló la necesidad de pasar “de la actual postura monetaria modestamente expansiva a una altamente acomodaticia y que además señalicemos que permanecerá así por un largo tiempo.” La aceleración inflacionaria de 2021 materializó el riesgo de declarar una victoria prematura.

El Banxico ha insistido que el objetivo de inflación de 3.0 por ciento es permanente, por lo que es de suponer que la noción de convergencia aplicable sea la de larga duración. Un reto práctico que enfrenta este banco central consiste en la dificultad para identificar trayectorias de inflación a la baja que, de forma confiable, apunten a una convergencia duradera.

A diferencia de las economías avanzadas, como la de Estados Unidos, en las que por muchos años la inflación se ubicó en el objetivo, los periodos de convergencia en México, por lo general, han sido cortos y escasos. De ahí que resulte más difícil que en otros países constatar, con base en la experiencia, que un declive de la inflación apunte hacia una convergencia permanente de la inflación al objetivo.

Para fortalecer la comunicación y, con ello, la efectividad de la política monetaria, convendría que la JG detallara la naturaleza deseada de la convergencia de la inflación, así como las condiciones mínimas para confiar que la inflación se encuentra en una senda sostenible hacia el objetivo permanente de 3.0 por ciento.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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