Retrato Hablado

Sasha, justicia para todas

Se necesita mucho arrojo para acusar a un abusador sexual en México. Las víctimas pueden pasar décadas sufriendo en silencio y en soledad, antes de encontrar el impulso para denunciar.

Tengo dos hijas de ocho años. Sé que es una cursilería decir, escribir, que el tiempo vuela, pero es que sí, vuela. Faltan seis para que cumplan 14. Llegado el momento, seguirán siendo unas niñas. Pienso en el riesgo atroz de que un hombre abusivo, de 39, se meta en su vida, se presente como su “pareja”.

Eso fue lo que le ocurrió a Sasha Sokol, quien muchos años después, tuvo el valor de hacer pública su historia. Sokol cantaba con otros niños en la banda infantil Timbiriche cuando De Llano destruyó lo que le quedaba de infancia. Sugerir que un adulto como él y una niña como ella podían tener una relación de pareja, que exige en principio, hasta por definición, igualdad de circunstancias, es un absoluto atropello.

Una vez que fue notificado de la demanda, cínico, De Llano hizo declaraciones burlonas y revicitmizó a Sasha. Hoy, Luis de Llano fue condenado por daño moral al violentar la dignidad, integridad física, intimidad y honor de Sokol. El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México acreditó que aquella relación no solo fue ilícita sino asimétrica.

Concluido el juicio, el Tribunal ha sentenciado a Luis de Llano a disculparse públicamente, a abstenerse de volver a hablar de lo sucedido y a pagar una indemnización. El monto, ha anticipado Sokol, se entregará a una organización que lucha contra el abuso sexual infantil.

Sasha Sokol es una inspiración para nosotras. Mujeres como ella, notorias o no, llenan a otras víctimas de valor para denunciar sus propias historias de abuso. Porque se necesita mucho arrojo para acusar a un abusador sexual en México. Las víctimas pueden tardar décadas, sufriendo en silencio y a veces en soledad, antes de encontrar el impulso para denunciar.

El abuso infantil tiene diferentes formas: el abuso físico, el abandono, el abuso emocional y el abuso sexual, que tiene, a su vez, muchas formas, todas brutales. La violencia contra las niñas y las mujeres es doble violencia, y está extendida, arraigada y es ampliamente tolerada. Es una de las muchas manifestaciones de la desigualdad y la discriminación de género. Encarna la perversidad del abusador que doblega la voluntad de un ser indefenso. Eso vivió Sasha Sokok cuando era una niña, incapaz de consentir.

En México 19 millones de mujeres fueron sometidas en algún momento de su vida a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual. Cientos de miles han sido víctimas de delitos sexuales en nuestro país.

Todas estamos expuestas. Todas podemos ser víctimas. Yo puedo serlo. También mis hijas. Tengo miedo por ellas y por mí, por por mis hermanas y por sus hijas.

Se sabe que desde los primeros años, el primer causante de agresiones sexuales entre las mujeres es su pareja. Luego otros familiares y conocidos. Tenemos a nuestros agresores demasiado cerca. Les confiamos nuestro bienestar, les confiamos nuestros secretos, les confiamos nuestro cuerpo, les confiamos nuestra vida, tal como Sasha Sokol confió en De Llano.

Sasha se expuso a su propio dolor, a la burla, a la vergüenza, a la humillación y al escarnio público para recordarnos que en México las niñas y no solo las mujeres son víctimas de violencia sexual.

No dejó que la pena la aplastara, aunque sabía que solo 100 de cada mil casos de abuso sexual cometidos contra menores en México son denunciados, y que de ésos, alguno excepcionalmente llega ante el juez. Y todavía menos alcanzan una condena.

Hay mujeres que son ejemplo. Hay mujeres que caminan un paso adelante para proteger a las que vamos atrás. Sasha Sokol denunció a su victimario. Lo hizo por mí, por mis hijas y por ustedes. Lo hizo para que las niñas nuestras no vivan junto a sus agresores, siempre impunes. Para que empiecen a verle la cara a la justicia.

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