Retrato Hablado

‘Se vale pensar distinto, se debe respetar al otro y se puede convivir’

“Yo decidí que me quiero ir de este mundo sin enemigos, sin rencores, sin apasionamientos que te lleven a desconocer al otro porque piensa distinto”: Juan Pablo Adame.

Juan Pablo Adame siempre ha sentido la responsabilidad de ver por sus seis hermanos menores. Nació en septiembre de 1985, unos días antes del temblor, en Cuernavaca. De niño, se le permitía jugar con el engrudo que los adultos usaban para pegar propaganda del PAN en los postes de los municipios de Morelos, cuantos más, mejor. Otros tantos años después, Juan Pablo Adame se convirtió en el primogénito del gobernador del estado. Apenas terminó la campaña, se mudó a la Ciudad de México. “Era demasiado para mí el cambio de vida que provoca en un segundo la cercanía con el poder”.

Los hijos acompañaban a sus padres a reuniones de grupos apostólicos, iban de misiones, participaban en la iglesia, en eventos ciudadanos, en cónclaves partidistas, se sumaban a marchas y mítines. Por eso no sorprendió a nadie que el mayor de los hermanos Adame se sintiera atraído por lo público y se uniera a las juventudes azules, como sí lo hizo que el segundo se fuera al PRI y al PES y, más aún, que le echara porras al América, a contracorriente de la familia, fanática del Cruz Azul.

Pronto germinó la semilla de la política en el muchacho, que buscó ser líder juvenil del partido. “Claro que compartía el ideal de cambiar a México, de hacerlo desde un partido político, de sacar al PRI de Los Pinos. Participé muy activamente en la campaña de mi papá (Marco Adame) y conocí a otros políticos de mi generación, como Santiago Taboada, alcalde de Benito Juárez, y Tere Jiménez, gobernadora de Aguascalientes. Me hice en el PAN; nunca jugué ni jugaré al ciudadano. No concuerdo con el que quiere hacer como que es político, pero político-ciudadano o político-académico. Yo me asumo como un político profesional, que se formó en un partido político, lo que me define como político”.

En octubre de 2006, cuando su padre rindió protesta como gobernador, Juan Pablo Adame empezó la carrera de relaciones internacionales en el Tec de Monterrey, Campus Ciudad de México, donde presidió la sociedad de alumnos. “Todo el peso de poder que se acumula cuando ganas una campaña te cae encima con fuerza, y yo sentí que no podía con él. Alejarme fue de las mejores decisiones de mi vida”.

-Te alejó relativamente; estabas a una hora de distancia, en Cuernavaca...

-Sí, pero para mis hermanos que se quedaron fue peor. Su día a día cambió radicalmente.

Mientras se titulaba, Adame formó parte del staff del grupo parlamentario que coordinaba Héctor Larios. “En lugar de hacer política morelense, aprendí en la Cámara de Diputados”.

En 2012, fue diputado plurinominal, nombrado por el Comité Ejecutivo Nacional del partido. “Si bien yo tenía mi propia carrera, no voy a negar que ayudó el parentesco a que yo llegara a la cámara. Pero creo que ahí empezó mi propia carrera pública, y que me he ganado mi lugar”.

Adame encabezó la negociación para aprobar la reforma de telecomunicaciones, que eliminó la larga distancia y creó el IFT. Después, atravesó una etapa más de estructura partidista: fue delegado del partido en Quintana Roo para la elección de 2016, cuando ganó Carlos Joaquín la gubernatura en alianza con el PRD.

Adame, maestro en gobierno y políticas públicas, es secretario técnico de los senadores del PAN, y es también –desde 2018– senador suplente de Miguel Ángel Mancera por una negociación entre los partidos del Frente.

En 2022, en un periodo de receso en el Senado, Juan Pablo Adame empezó a sufrir dolores constantes en el estómago, dolores que parecían normales, que se calmaban casi con cualquier medicamento. Pero luego de una crisis, los médicos encontraron un tumor que invadió 80 por ciento de su estómago. “Fue un momento dificilísimo, mi hija mayor tenía siete años; los otros cinco y tres. Hoy sé que soy portador de un gen que activa las células cancerígenas, sólo que el cáncer gástrico ataca, normalmente, alrededor de los cincuentas, no de los treintas. A partir de ahí, todo cambió: mi propia vida, la forma de verla, de ver la política, de ver mi trabajo, hasta a mi familia”.

Juan Pablo Adame vive con el esófago conectado directamente al intestino. Los médicos retiraron la totalidad del estómago. Luego vinieron las quimioterapias, la radiación, 20 kilos menos. “Y a tratar de retomarlo todo poco a poco”.

El cáncer volvió para tomar la unión entre su esófago y su intestino. Cuando lo supo, Mancera le permitió rendir protesta. Lo hizo y pronunció un discurso conmovedor, festejado por legisladores de todos los partidos, y presentó una iniciativa para atender a las familias con miembros enfermos de cáncer.

“En este tiempo, he aprendido a no tener enemigos políticos, porque no vale la pena. Tampoco vale la pena tomar un agravio como algo personal en política cuando alguien manifiesta una idea o cuando sostiene ideas distintas a las tuyas. Ojalá no tuviéramos que aprender estas cosas en situaciones extremas, sino por sentido común. Se vale pensar distinto, se debe respetar al otro y se puede convivir con otros, como yo con mis amigos de Morena. No pasa nada. Yo decidí que me quiero ir de este mundo sin enemigos, sin rencores, sin apasionamientos que te lleven a desconocer al otro porque piensa distinto. Más ahora en este proceso de campañas y de polarización, donde pareciera que hay que desconocer al otro, odiar al otro y enfrentarnos al otro. La política seguirá degradándose si continuamos en esta ruta, y la violencia se va a agravar. Yo no quiero eso para mí, para mi familia ni para mi comunidad y para mi país”.

COLUMNAS ANTERIORES

‘La lucha contra el racismo tiene mucho por delante’
Con reforma al PJ, “vamos a ver una purga masiva”

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.