Retrato Hablado

‘Todo es libertad hasta que se trata de sustancias psicoactivas’

El argumento a favor de la legalización no es que las drogas sean más o menos dañinas, sino la prohibición ‘per se’: Aldo Contró, especialista en política de drogas.

La curiosidad adolescente se convirtió en interés intelectual y luego en vocación. “En las pláticas de prevención en la preparatoria, nunca me dijeron ‘las drogas son malas y matan, o si pruebas mariguana terminas inyectándote heroína en algún callejón’. Me dieron información técnica y me explicaron que había estimulantes, depresores, psicodélicos, sustancias que permiten modificar la experiencia que una persona tiene con la vida”.

Aldo Contró tuvo con la mariguana su primer contacto con una droga ilegal. Notó que otros consumidores permanecían tranquilos, lúcidos, y que no perdían sus capacidades cognitivas al fumar. Investigó sobre cannabis de manera autodidacta, y se enganchó con la historia de algunas drogas, que tenían miles de años de uso.

Contró es egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde estudió etnohistoria. Es investigador de política pública sobre políticas de drogas, y activista a favor de la legalización.

En los tiempos de la guerra contra las drogas en el sexenio de Calderón –término que rechaza–, entró al Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas. “Era un momento en el que había muchas voces en favor de la legalización. Ahí todos eran más abiertos, mucho más liberales y opinaban que había que legalizar todas las drogas, no solo la mariguana. El argumento a favor de la legalización no es que las drogas sean más o menos dañinas, sino la prohibición per se. Aplicar políticas de persecución y prohibición resulta mucho más costoso que los daños que producen, incluso, las drogas más dañinas”.

Aldo Contró rechaza el sistema de control y fiscalización basado en el modelo de la ONU, “que es arbitrario en el sentido de que pone una lista larga de drogas en el mismo cajón y que sólo busca la abstinencia”.

Con especialistas de varios países, Contró formó una organización de corte antropológico llamada Drogas, Política y Cultura, que realizó el congreso más grande sobre drogas en México en 2018. Ahora pertenece a la Sociedad Mexicana de Cannabis Medicinal. Su madre enfermó de cáncer en 2013, y a partir de eso elaboró extractos caseros para disminuir el dolor. Después, publicó un par de artículos al respecto y un grupo de especialistas en cannabis lo invitó a divulgar el conocimiento que producían y a explicar temas relacionados con política de drogas y legalización.

Contró es, además, un ávido lector de textos de filosofía política liberal, lo que en su momento lo convirtió en la oveja negra de la ENAH y entres sus colegas. Cuenta: “En el campo de la política de drogas, hay muchísima inclinación al pensamiento de izquierda y la justicia social. No sé por qué, quizá son modas intelectuales, pero la mayoría de mis colegas tiene una tendencia social-demócrata, más hacia la izquierda y al colectivismo”.

“Pero ahí hay conflictos ideológicos. Uno de los argumentos que se hacen en México, a raíz de los fallos de la Corte del cultivo y consumo de cannabis sin fines de lucro, es el libre desarrollo de la personalidad, un argumento liberal, individualista, que cada persona decida por sí misma cómo administrar su mente, sus ideas, su cuerpo. Encuentro mucha crítica al sistema capitalista, pero si quieren legalizar y que haya acceso, entonces defienden una reforma estatista, en la que el Estado es productor y distribuidor”.

“Luego, no aceptan que el Estado, la Iglesia o la familia nos diga qué es bueno o malo para uno. Pero estos principios me hicieron entender que una gran problemática de las sociedades occidentales con el tema de política de drogas, es que éstas son completamente opuestas a la forma de vida que llevamos: ¿Tomar café o té? ¿Cómo me visto, qué religión profeso, por qué partido político quiero votar? Todo es libertad hasta que se trata de sustancias psicoactivas. Si hemos usado drogas por más de 10 mil años, ¿por qué es cada vez más conflictiva la prohibición? Porque va en contra de nuestra forma de vivir en términos generales”, responde.

-¿Ha habido otra droga que haya transformado a las sociedades tan rápido y tan brutalmente como el fentanilo?

-No ha habido una droga que produzca tanto daño en tan poco tiempo por su potencial, además de que llegó a sociedades que ya tenían problemas de dependencia con sustancias opiáceas u opioides, sociedades que han consumido por muchos años, particularmente Estados Unidos, y que al mismo tiempo se enfrentan al problema de la prohibición. Es una sustancia que en cantidades mínimas produce efectos elevados, muy barata y fácil de distribuir. No ha pegado así en México, donde se produce y se trafica, por nuestro tipo de consumo. No consumimos opiáceos ni opioides, más que en la frontera norte, particularmente en el noroeste.

-¿Por qué no somos tan consumidores?

-No lo tengo claro, y es curioso porque México ha sido productor de opio desde principios del siglo 20. No éramos un país de amplio uso de drogas ilegales, sino hasta pocos años para acá, al menos así lo reflejaban las encuestas nacionales de adicciones.

-¿Por qué aumentó nuestro consumo de drogas en los últimos años?

-No hay investigación en ese sentido. Seguramente influyó la explosión del consumo en Estados Unidos. También cuenta que las políticas de prohibición tienen cierto éxito, aunque las drogas nunca vayan a desaparecer. Y México tiene un ADN prohibicionista. Una hipótesis es que mucha de la droga ilegal que se quería exportar a Estados Unidos, a partir del 9/11 –con el endurecimiento de la seguridad en aeropuertos y en la frontera– se quedaba en México y se vendía aquí. Otra es que surgieron grupos de producción y tráfico de drogas, que no tenían alcances internacionales, y se dedicaron al mercado interno.

COLUMNAS ANTERIORES

‘La música es capaz de transformar la vida de las personas’
‘Policía sólo mejorará con menos dependencia de factor humano’

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.