Retrato Hablado

‘Sin dolor no habría interés por mejorar’

“Sí, suena mal, pero acepto y aprecio ese dolor. Y no cambiaría mi vida por la de nadie”, dice la actriz Karla Sofía Gascón.

Karla Sofía Gascón es un desafío para los tiempos trumpianos. La primera mujer trans nominada a mejor actriz junto con sus compañeras –Selena Gomez, Zoe Saldaña, y Adriana Paz– en Cannes por Emilia Pérez ha puesto los ojos en Hollywood. Gascón, premiada con la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 2024, el premio Arcoiris a la visibilidad LGBTI en el mundo del cine (otorgado por el Ministerio de Igualdad de España, también el año pasado) y acreedora al Premio del Cine Europeo a la mejor actriz, quiere un Oscar en su vitrina. Junto a El Brutalista, Emilia Pérez es una de las películas más nominadas este año, entre otras categorías, a mejor película y mejor actriz.

Gascón atribuye su éxito y, paradójicamente, sus viejos fracasos a la misma razón: “Digo y hago lo que me da la gana. Y no permito que nadie me encajone”.

Se refiere a la etiquetas: activista, por ejemplo, militancia que rechaza. Afirma que no empuña banderas, pero a la vez, acentúa lo indiscutible: la vida de las personas trans está inundada de dolor y peligros: acoso, persecusión, violación y muerte.

La galardonada actriz española que protagoniza la cinta del cineasta francés Jacques Audiard, un musical sobre la vida de un narcotraficante mexicano que transita a otro género, es una fuerte candidata de Netflix para los premios Oscar. Sin embargo, en México, la cinta y sus protagonistas han sufrido hostigamiento y censura (la Cineteca Mexiquense ha anunciado que no la exhibirá). La actriz le resta importancia.

Gascón tiene un vínculo especial con México, al que llegó de la mano del director Julián Pastor. Después de pasearla por Acapulco y la Ciudad de México, la convenció de que este país le ofrecería más oportunidades que el suyo, donde estaba encasillándose en series y películas sobre la Guerra Civil y la posguerra.

Por economía, compartió un departamento con desconocidos, y “tuve que aprender a vivir en un lugar que me incomodaba muchísimo”. Además, la ciudad le era ajena. Quería estar cerca de la zona sureña de las televisoras, y le recomendaron buscarse algo en Coyoacán, y por una confusión, acabó en Las Bombas, en la delegación del mismo nombre. “Cada vez que iba y venía a algún sitio, me tiraba 12 horas, hasta que empecé a saber cómo moverme, a hacer otros amigos y poder alquilarme mi propio departamento”.

Karla Sofía Gascón supo de los peligros de la ciudad, potencialmente mayores para una persona trans. Y también vivió en México los años suficientes para conocer al PRI y a los priistas. “Yo he vivido su decadencia. He tenido que sufrir lo que era un partido político y lo que había desde dentro. Los conozco a todos. Estuve en la comunión del hijo de Videgaray, conozco a Peña Nieto. Me alegré muchísimo por su derrota”.

-¿Por qué?

-Porque lo conocía. Y porque tenía muchas ganas de que hubiera un cambio en el país, porque llevaban demasiado tiempo en el poder y cuando pasa eso, creas infraestructuras para permanecer más tiempo en el poder.

-Eso ha sucedido también con el narcotráfico. Creó su propia infraestructura y se le coló al PRI, al PAN y a Morena.

-El camino más rápido para llegar al poder es hacer el mal. Y hay una línea muy, muy delgada entre el poder y el mal. La película habla de eso.

-¿Cómo preparaste a tu personaje? ¿Qué sabías y qué leíste sobre el narco?

-No hay más que ver El blog del narco para que tu cabeza diga “esto no puede ser real”. Pero mi construcción del personaje no parte de la maldad; yo lo construí al revés: un personaje que fingía que era malo para sobrevivir en el mundo en el que le había tocado vivir, que es lo que hacemos todos, fingimos que somos las personas que se supone que debemos ser para los demás. De otro modo, habría sido muy difícil convertirlo en una esperanza para el mundo. Yo siempre me imaginé a Manitas dejando libre a su enemigo y dando un tiro al aire para despistar. Da miedo por lo que se habla de él, no por lo que en realidad es. Así lo construí. Creo que muchas personas nacen y se ven atrapadas desde pequeños en esos mundos, y no quiero justificar a nadie, porque obviamente es injustificable el narcotráfico, pero creo y espero que todos tengamos la oportunidad de salir del mal camino y tomar otro mejor.

En algunas de las críticas a Emilia Pérez se argumenta lo inversímil de la purificación o el renacimiento de un narcotraficante a partir de que cambia de sexo y se convierte en un activista que lucha por los desaparecidos. Gascón opina: “Yo todavía no he visto una crítica que me haya hecho nadie personalmente en ningún aspecto. Me he encontrado con directores muy afamados de este país que me han dicho cosas maravillosas de la película y de mi actuación. Cuando me dicen que hay críticas malas en México, yo no las conozco, porque lo que diga un anónimo en las redes, para generar odio o para desinformar, no tiene relevancia. A todos nos gustan unas cosas y otras no, y si eres crítico de cine, habrá películas que te gusten o no. Habrá algunos que te critiquen porque tienen intereses, otros porque tienen envidia, otros por joder, también. Pero a mí, una crítica desde el respeto, honesta y libre, me parece fenomenal”.

-¿Te critican por darle humanidad a un personaje que “debería ser” completamente oscuro?

-Quizá. Y precisamente esa debería ser nuestra esperanza, que exista algo más que maldad pura y maldad por maldad.

Emilia Pérez significó un salto cuántico en la carrera de Gascón, que lo vive con normalidad, a la que sabe, regresará tarde o temprano. Su familia, hija y esposa, lo experimentan también con naturalidad, “como si fuera cualquier cosa”, como es el dolor: “Sin él no habría disfrute ni interés por mejorar nada. Si estamos bien, ¿qué tendríamos que crear? ¿Qué historias podríamos contar?”

-Tu libro (Karsia, una historia extraordinaria) está dedicado a quien te hizo daño. Nadie nos daña como las personas a las que amamos, las personas en las que confiamos. Pero has dicho que llegaste a un momento en el que agradeces y aprecias el dolor que te han causado…

-Sí, suena mal, pero acepto y aprecio ese dolor. Y no cambiaría mi vida por la de nadie.

-¿Ni siquiera tu infancia?

-Si te soy sincera, mi infancia la tengo borrada de mi mente. Creo que lo relevante sería por qué borré mi infancia.

-¿Por qué?

-Porque no era consciente de mí misma. De ahí vale solamente el que estaba desarrollándome para ser otra persona. No era yo, sino un ser que evolucionaba para llegar a ser lo que soy. Esa es la lucha interna de uno: aprender a no despojarse de lo que te hace daño y tomarlo para crecer.

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