Despertador

Igualdad: gasolina barata y mejor salario

Con todo y pandemia, el Gobierno avanzó en el objetivo de disminuir la desigualdad.

Secretario de Gobierno de la CDMX

En su maravilloso libro “Las venas abiertas de América Latina”, Eduardo Galeano cita a Alexander von Humboldt para hablar sobre  la desigualdad social en México:

“Pero este era <<el país de la desigualdad>> y Humboldt pudo escribir sobre México: <<Acaso en ninguna parte la desigualdad es más espantosa...>>”

La desigualdad es el gran problema de México, el mal profundo y legendario. La desigualdad es el asunto urgente que debe abordarse y sobre el que en cada sexenio se presentan promesas de solución.

¿Qué tanto ha avanzado la actual administración sobre dicho tema, tan prioritario en sí mismo y tan central en el discurso oficial de nuestros días?

Al respecto, Enrique Quintana escribió la semana pasada un excelente artículo que aporta datos duros y abre la invitación a la reflexión.

Quintana plantea una importante cuestión de coyuntura: la inflación en México es menor que en Estados Unidos. Pero el principal instrumento utilizado para alcanzar ese logro ha sido subsidiar fiscalmente a las gasolinas.

Quintana se cuestiona si esto es positivo, pues el subsidio a las gasolinas tiende a ser regresivo. Se gasta en favor de las clases medias y medias altas, que son las que más consumen gasolinas. Y así, las desigualdades podrían profundizarse.

Sin embargo, el propio Enrique Quintana señala otro dato: el salario ha aumentado en términos reales. Es decir, que el salario aumentó a pesar de la inflación; el salario aumentó por encima de la inflación.

Lo anterior le da sentido, razón de ser, al control de la inflación. Y por lo tanto, al instrumento que se usa para lograr dicho control: el subsidio fiscal a las gasolinas.

Una inflación descontrolada y en ascenso incesante terminaría por diluir, por devorar, por nulificar los importantes y elevados aumentos salariales que han ocurrido a lo largo de este sexenio.

En otras palabras, el subsidio a las gasolinas (que consumen las clases medias) hace efectivo el aumento al salario (de los trabajadores de bajos ingresos).

Quintana deja abierta una disyuntiva como interrogante para el público: ¿Qué prefieren los lectores? ¿Subsidio a las gasolinas o impuestos a las gasolinas que fortalezcan los ingresos públicos?

Sin embargo, yo quisiera darle otro giro a la elaboración de Quintana. Lo que me parece más interesante es la sinergia lograda por el Gobierno federal para proteger a las clases medias y favorecer a los trabajadores al mismo tiempo.

Pero lo que es más importante aún: con todo y pandemia, el Gobierno avanzó en el objetivo de disminuir la desigualdad. Y lo hizo sin afectar a las clases medias.

P.D. Ahora bien, a propósito del tema de la lucha contra la desigualdad, se acaba de dar un breve debate antes y durante el reciente Congreso Nacional de Morena. Me refiero al debate sobre la definición de Morena como partido-movimiento de izquierda.

En el periódico Milenio apareció una nota en la que se decía que Morena eliminaba de sus documentos básicos la definición de partido de izquierda. Envié la nota a cuatro dirigentes y les pregunté si eso era cierto. Uno me dijo que era falso. Otros dos me dijeron que era cierto, pero que se iba a corregir. Y uno más me dijo: “ya se enmendó».

En el Congreso se presentaron los documentos básicos. En el Estatuto, en efecto, se dice «Morena es un partido-movimiento de izquierda anti-neoliberal». No obstante, una delegada al Congreso Nacional señaló con una gran claridad que dicha definición debería estar en la Declaración de Principios y no en el Estatuto.

La observación era atinada, pero no sé si fue tomada en cuenta por los redactores, tal vez no porque ya en la Declaración de Principios dice: «en materia económica, Morena es una fuerza de izquierda antineoliberal». Esta definición, sin embargo, tiene un defecto evidente: se restringe al ámbito económico y es lógico que surja la interrogante: ¿También es de izquierda en lo social, cultural o ambiental?

Tal vez sean sutilezas. Pero creo que siempre es bueno escuchar a la militancia.

COLUMNAS ANTERIORES

Lo importante es la información, no el aparato
Los significados del mitin del 18 de marzo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.