Una serie de variables, tanto internas como mundiales, convergen en dar a las franquicias un escenario que está desembocando en una nueva etapa para esta clase de modelos de negocio, que podría transformar esta industria desde sus bases. Esta es una percepción que se puede inferir de la concluida feria de franquicias que tuvo verificativo en la Ciudad de México el pasado fin de semana, en la que se respiró un ambiente diferente de las celebradas puntualmente cada año.
De hecho, se habría esperado que largas filas hubiesen otra vez invadido los pasillos de las diversas marcas representadas en la feria, pero eso no pasó. Ni la larga espera por la pandemia, ni ejércitos de personas que buscan cambiar de actividad hacia un negocio propio respondieron al llamado; inclusive los franquiciantes -otrora atrevidos y multipresentes-, se mostraron retraídos y distantes, como apenas tocando la temperatura antes de atreverse a meterse al agua.
Una de las modalidades que parece haberse transformado en la actitud de quienes ofrecen franquicias es la mayor precaución y responsabilidad en las decisiones. Los negocios que a lo largo de la pandemia han cerrado, de toda clase de giros y tamaños, han dejado una experiencia a todos. Hoy, para abrir un negocio, hay que ajustar bien la mira y buscar tiros de precisión. En ese camino, parece que los franquiciantes están asumiendo lo mucho que el negocio demanda de profesionalismo y de inversión a quienes pretenden crecer a través de este tipo de modelo.
Los propios mecanismos de comercialización, que se expresaban explosivamente a través de ferias y publicaciones especializadas, parecen ceder terreno al análisis que permite el ambiente digital. Para los inversionistas, también hay aprendizajes que huyen de la parafernalia de los stands de los expositores, para pasar al proceso razonado de la comparación. Gradualmente, el mercado madura y la cultura de los protagonistas evoluciona.
En este proceso, el conjunto de la industria impone cambios. Asesores, asociaciones, legisladores, autoridades y hasta propietarios de locales comerciales deberán asumir nuevos roles en los que la capacitación, la moderación y la profesionalización que deberá regular todas las decisiones. En el tema de los necesarios cambios de ley debemos recordar que han pasado mas de 15 años sin modificar una sola coma a las reglas aplicables. ¿De verdad en década y media nada hemos aprehendido para mejorar la plataforma normativa para brindar seguridad al sector?
Otro rubro a ponderar serán los pretenciosos números de apertura de unidades que diversas franquicias se autoimponían y que hoy, a la luz de las situaciones de fuerza mayor y destrucción económica de grandes sectores de la población, simplemente se miran como innecesarios y hasta peligrosos. En el caso de los arrendamientos de locales, son muchas las marcas que no estarán ya dispuestas a pagar cuotas iniciales de traspaso para asegurar los espacios, ni las voluminosas rentas que en algunas ciudades se alcanzaban. La pandemia terminó con ciertos excesos que resultaban ya la encarnación de Sísifo y su piedra.
Eso sí, como resultado del gran dinamismo del sector se debe reconocer la capacidad para reaccionar en entornos difíciles. Entre las marcas nuevas se pueden identificar a múltiples empresas con ofertas en el sector de la salud y los cuidados personales. Bienvenida la ‘nueva normalidad’.