Al llegar al primer año de vida el programa “Red de mujeres innovadoras y propiedad industrial” del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, es relevante hacer una escala y revisar resultados y perspectivas. Lo primero que se debe destacar es lo novedoso y pertinente de una iniciativa de este tipo, única en su género en el sector de la innovación en nuestro país.
Si en alguna área México ha mantenido un importante rezago en estos temas es en la producción de patentes. Se esperaba que, como resultado de nuestra vinculación a cadenas productivas con nuestros socios del norte, los números se habrían incrementado en estas tres décadas, pero no ha sido así, manteniendo los mismos porcentajes totales que antes de los tratados de libre comercio. En ese contexto, todo esfuerzo por subir las cifras es bienvenido, especialmente si se acompaña de capacitación a los usuarios del sistema.
No es sorpresa que, según datos del propio IMPI, son los hombres los que aparecen como inventores en forma dominante en la mayor parte de solicitudes de patente, modelos y diseños. En el caso del primer grupo (patentes), la intervención de mujeres corresponde únicamente a un 12%, seguido de los modelos de utilidad con un 13.5%, y un crecimiento hasta el 21% en el caso de diseños. Un dato interesante es que, analizando las cifras que corresponden a grupos de inventores, el número de aquellos en los que intervienen mujeres se incrementa a 21% en el caso de patentes. Este es el tipo de solicitudes que suelen corresponder a grupos de trabajo de universidades y centros de investigación.
Bajo cualquier consideración, es claro que la participación de mujeres en el total de solicitudes nacionales es reducida, lo que justifica en sí misma la iniciativa de gestionar programas de este tipo. Las razones que subyacen tienen más que ver con explicaciones de contexto, relacionadas a la menor participación de mujeres en actividades productivas y menor involucramiento en labores de investigación y desarrollo. Progresivamente, como sucede en muchos otros ambientes laborales, el cambio acabará por gestarse y la tendencia se habrá de modificar.
La media mundial, cercana al 30% de solicitudes en las que mujeres están designadas como inventoras en solicitudes de patente, claramente establece este diferencial que podemos acortar en una década.
Por estos motivos, promover el acercamiento de las mujeres a la propiedad industrial es oportuno y necesario. Como sucede en otros campos de creatividad, existen ángulos y perspectivas que son mejor percibidos y entendidos por mujeres, y muchos más que habían sido patrimonio exclusivo de hombres, hoy son genuinamente complementarios.
El programa permite medir sus resultados en términos del incremento de la participación de mujeres en patentes y diseños registrables, pero no como el simple resultado de campañas publicitarias o soluciones efímeras, sino desde la capacitación y la asesoría dentro de una red de mentoras y usuarias que les acerque al sistema de propiedad industrial. Con esta intención, las patentes y las marcas dejan de ser temas legales alejados de la realidad, para convertirse en precursores de proyectos y empresas.
La parte medular del programa es la asesoría que profesionistas especializadas en propiedad industrial brindan sin costo a las mujeres que lo solicitan, generando un acompañamiento que en grupo conforma una red de soporte en constante crecimiento. A la fecha, la red se integra por mil 500 mujeres –entre usuarias y asesoras–, y sin duda seguirá creciendo.