Mauricio Jalife

Los MG chinos

Más allá del solo reconocimiento del fenómeno expansivo de la producción propietaria de China, el asunto mueve a reflexión sobre el rol de las marcas y la innovación en las economías.

A las diversas marcas de autos de origen chino que circulan en el país como Jac, Chirey, Byd, Changan y Baic, hay que añadir la icónica marca MG, que desde hace dos años regresó a nuestro mercado y que ha logrado notables ventas en las ciudades en las que tiene distribución.

Estas cifras dan buena cuenta de lo que una marca representa para los compradores. A pesar del retiro de MG del mercado mexicano en su efímero regreso en el 2000 —como parte de la compañía Rover—, su reaparición ha despertado un enorme interés. Muchos de los propietarios de las unidades ignoran que la compañía británica MG Motor fue adquirida por la empresa estatal china Saic, que progresivamente ha iniciado la introducción de sus modelos en los principales mercados del mundo. Resulta significativo que, siendo comparable en precio y calidad a las demás marcas de origen chino, MG esté alcanzando ventas muy superiores solo imputables al diferenciador que implica ostentar una marca con esa tradición. MG nació en 1877 como fabricante de los afamados Morris y sus clásicos biplazas descapotables.

La compra de marcas y empresas por capitales chinos tiene ya 25 años de estarse gestando, como una expresión expansionista de la fuerza de producción de su economía. La gran debilidad de muchas de sus industrias, ausente de marcas mundiales asociada a su origen maquilador, progresivamente ha sido subsanada y en diversos giros están escalando posiciones con rapidez.

Así como diversas marcas coreanas irrumpieron en los mercados automotrices y de electrónica en las últimas décadas con enorme éxito y hoy gozan de la fidelidad de amplios sectores de consumidores, no parece quedar duda de que las de origen chino lograrán la misma escalada. En el primer grupo se listan marcas como Kia, Hyundai y Daewoo, y en el segundo ni más ni menos que Samsung y LG.

Para quienes siguen teniendo resistencia a los productos de origen chino que demandan niveles tecnológicos sofisticados, tal vez les resulte interesante saber que diversos modelos de las marcas Buick, Chevrolet, Dodge, Ford y Peugeot son fabricados en China. Además, este país encabeza el listado como mayor generador de patentes en el sector automotriz desde hace 5 años, lo que es revelador de que no existe un centímetro de improvisación en estos planes. Resulta significativo que de las últimas 10 marcas que han surgido en el sector automotor en el mundo ocho sean chinas, una coreana y una finlandesa.

Más allá del solo reconocimiento de este fenómeno expansivo de la producción propietaria de China, el asunto mueve a reflexión sobre el rol de las marcas y la innovación en las economías. Del precio total de un producto que se comercializa en occidente, en el que hoy la utilidad completa queda en manos del productor, en el pasado, como maquilador, la ganancia era marginal hasta niveles de si acaso un 5.0 por ciento del costo final. La mayor parte de la utilidad es para el propietario de la marca y la tecnología. Eso se llama propiedad intelectual, y es la apuesta segura a la que los países que buscan desarrollarse apuntan con determinación y constancia.

Por este motivo muchos países asiáticos buscan hoy con denuedo subir en los rankings de patentamiento, porque es la manera de iniciar la cadena de valor que concluye con un consumidor satisfecho que seguirá agradeciendo a la marca que le genera valor, a través de su repetición de compra. Sería lindo que México pudiera seguir el ejemplo de otros países “maquiladores”.

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