Patricia Vázquez del Mercado, presidenta ejecutiva de Mexicanos Primero
El ciclo escolar 2022-2023 ha presentado desafíos significativos. En Mexicanos Primero, hemos abogado no solo por garantizar plenamente el derecho de todas las niñas, niños y jóvenes a recibir educación obligatoria, sino también por la importancia de llevar este derecho a un nivel en el que todas y todos asistan a la escuela, aprendan lo correspondiente a su grado y, en el mejor de los casos, participen activamente en sus procesos educativos. Lamentablemente, en México, esta aspiración educativa aún está lejos de ser alcanzada.
Así concluye este ciclo escolar en el que se brindaron oportunidades de aprendizaje solo a unos pocos, con enormes retos sociales y emocionales, y con esfuerzos estatales aislados que no garantizan que todas las niñas y niños de 10 años sepan leer, comprender un texto y resolver operaciones matemáticas sencillas. De igual manera, el cierre del ciclo escolar se queda corto en cuanto al desarrollo integral de jóvenes de 15 años, evidenciando debilidades en competencias matemáticas, científicas, y de lenguaje y comunicación. Esto representa un riesgo cada vez mayor para su transición al siguiente nivel educativo y aumenta la posibilidad de que abandonen sus estudios. El derecho a aprender no debe ser exclusivo de unos cuantos, sino de todas y todos, sin excepción alguna.
Este año escolar deja pendientes significativos que se van a acumular en el siguiente y último ciclo de la actual administración federal. El rezago educativo dentro y fuera del aula sigue aumentando y las vacaciones de verano agravan aún más las brechas de desigualdad. Durante este periodo, conocido como “pérdida de aprendizaje” o “regresión académica”, es común que surjan disparidades de oportunidades entre niñas y niños de diferentes niveles socioeconómicos que merecen nuestra reflexión:
1. Brecha académica: los niños de familias con mayores recursos económicos generalmente tienen acceso a campamentos temáticos, programas de lectura y tutorías privadas, lo que les ayuda a mantener o mejorar sus habilidades académicas durante el receso escolar. Por otro lado, los niños de familias con menos recursos tienen menos o nulo acceso a dichas oportunidades, lo que puede resultar en una pérdida de conocimientos y habilidades adquiridos durante el año escolar.
2. Brecha de lectura: Los estudiantes que tienen oportunidad de tener una amplia variedad de libros y fomento de la lectura en casa durante las vacaciones, tienen más probabilidades de seguir desarrollando sus habilidades de lectura. Por el contrario, los niños que no tienen fácil acceso a libros y que no son alentados a leer durante el receso escolar pueden ver afectado su nivel de lectura y comprensión lectora. Sería deseable que, en este periodo, los gobiernos estatales y municipales ofrecieran espacios de lectura al aire libre en parques y otros espacios físicos. Alinear los recursos para las infancias y juventudes en verano debe ser una política pública y no una acción voluntaria.
3. Brecha digital: Con el aumento del uso de la tecnología, los niños que manejan dispositivos electrónicos e Internet durante el receso vacacional, pueden continuar con actividades educativas y de ocio en línea. Aquellos que no tienen oportunidad de alcanzar la tecnología, se quedan rezagados en el uso de herramientas digitales y pierden oportunidades de aprendizaje. Además, independientemente del origen o la condición socioeconómica, muchos estudiantes carecen de habilidades digitales que les permitan seleccionar contenido de manera crítica.
4. Brecha en experiencias culturales, de juego y extracurriculares: Los niños con mayores recursos participan con más frecuencia en actividades culturales, deportivas y artísticas durante las vacaciones, lo que enriquece sus experiencias y habilidades. Por otro lado, aquellos con menos oportunidades tienen menor acceso a estas actividades extracurriculares que son igualmente importantes para su desarrollo integral.
Las disparidades mencionadas impactan negativamente en el rendimiento académico y el desarrollo integral de niños y niñas con mayores desventajas. A su vez, estas desigualdades pueden tener repercusiones a largo plazo en sus perspectivas educativas y profesionales. La reducción de estas brechas exige esfuerzos a nivel gubernamental, social y comunitario. Durante el receso escolar se presenta una oportunidad invaluable para proporcionar espacios de aprendizaje lúdicos, equitativos y accesibles. Priorizar la inversión en la educación y bienestar de las infancias y juventudes debe ser nuestra principal meta.