El renombrado arquitecto de origen indio, Prakash Nair, dedicado a la construcción de espacios educativos a nivel global, ha compartido en sus publicaciones que sus lecciones más valiosas se obtienen al visitar las escuelas, especialmente las públicas. La infraestructura abandonada de una escuela refleja la negligencia de la educación por parte de los gobernantes. Sin duda, la escuela debe ser el entorno más digno para que niñas y niños aprendan, generando interacciones positivas entre estudiantes, docentes y familias.
El huracán Otis, que azotó la costa de Guerrero, reveló la devastación en las comunidades. El daño a las escuelas no es insignificante. Aunque aún se están evaluando los estragos, es innegable que muchas comunidades ya enfrentaban condiciones precarias antes del desastre natural, exacerbando la falta de recursos y la marginación.
La reconstrucción de las escuelas va más allá de la mera reparación de infraestructuras; implica también la restauración del bienestar emocional de estudiantes y docentes, quienes también han sufrido pérdidas significativas. Las cicatrices emocionales causadas por el huracán son profundas, haciendo crucial la rehabilitación de las escuelas para brindar un entorno de apoyo que facilite la superación de traumas y ansiedades. La urgencia de reconstruir estas instituciones educativas es esencial para restablecer la normalidad y ofrecer oportunidades renovadas a aquellos que enfrentan adversidades.
Es crucial un llamado a una estrategia de reconstrucción colaborativa y diferenciada. La rehabilitación de las escuelas no es solo una respuesta humanitaria, sino también una inversión en el futuro de la región. Si bien los esfuerzos a corto plazo son prioritarios, se hace imperativo adoptar una visión estratégica. Frente al debilitamiento de las autoridades en infraestructura educativa, los tomadores de decisiones pueden, con una mirada a mediano plazo, establecer un ejemplo nacional. El huracán Otis brinda una oportunidad única para considerar el diseño de estructuras sostenibles y resistentes a futuros desastres naturales.
La inversión en tecnologías verdes y enfoques innovadores no solo reconstruirá escuelas, sino que también fortalecerá la resiliencia de las comunidades ante eventos climáticos extremos. Es momento de dejar atrás las estructuras obsoletas. La regeneración de las escuelas tras el desastre natural representa una oportunidad para romper el ciclo de la pobreza y la marginación.
La reconstrucción de las escuelas debe ser un pretexto para fortalecer la colaboración entre el sector público, privado y la sociedad civil. La magnitud de los desafíos es enorme, y las alianzas son urgentes. Más allá de la restauración de edificios, se trata de reconstruir esperanzas y ofrecer un futuro prometedor a las niñas, los niños y jóvenes que han enfrentado pérdidas significativas. La reconstrucción de escuelas no es solo una respuesta a una crisis inmediata, sino una inversión en la resiliencia y el potencial humano de la región.