En México, más de 250 mil escuelas están en receso vacacional. Como ocurre cada verano, surge la preocupación sobre quién se encargará de la seguridad de estas instituciones. Este tema no debe seguir siendo invisible en la agenda pública. Durante la pandemia y en el período previo al regreso a clases en 2021, se informó que entre el 45 por ciento y el 50 por ciento de las escuelas habían sido vandalizadas durante la contingencia sanitaria.
Este problema requiere una atención urgente. En el centenario de la educación en el país, se han destinado grandes presupuestos a la construcción y mantenimiento de la infraestructura escolar. Las escuelas han reflejado las prioridades e intereses políticos de cada administración. Son espacios públicos tan importantes como los hospitales y los parques, pero en las escuelas se forja el futuro del país, se educa a la niñez y la juventud de México. Resulta inadmisible que haya escuelas con escasos recursos, como las 26 mil 463 que no cuentan con electricidad, las 56 mil 109 que operan sin agua, las 43 mil 558 sin lavamanos y las cinco mil 950 sin sanitarios, según datos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). A esto se suma el riesgo de robos en aquellas que sí tienen ciertas y mínimas condiciones.
Las escuelas deben ser testigos de aprendizajes, enseñanzas, esperanzas, sueños y posibilidades. Las paredes, los árboles, las bancas, los huertos y los campos en las escuelas reflejan años de historia y vida. Es inaceptable que, a pesar del esfuerzo de las familias, directivos y docentes, la seguridad de las escuelas públicas se vea amenazada por la falta de medidas adecuadas. Pocas entidades han mostrado atención durante este receso, solicitando apoyo y rondas de vigilancia a familias, docentes y municipios. La tarea es monumental y el contexto riesgoso, pero es urgente actualizar la normativa de seguridad y resguardo escolar, que lleva más de 40 años sin ser revisada.
Dos reflexiones adicionales, en esta administración federal se conmemoró el centenario de la Secretaría de Educación Pública. En su 90 aniversario se realizó un compendio sobre la arquitectura escolar. ¿Qué cambios serían necesarios en este texto actualizado? ¿Qué condiciones físicas y materiales de las escuelas públicas deben reconsiderarse? ¿Qué innovaciones se han implementado en la construcción escolar para adaptarse a las condiciones climatológicas y ambientales de la última década? La inversión en infraestructura educativa ha sido escasa y el debilitamiento del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED) ha pasado casi desapercibido.
Por otro lado, no es un secreto que hay muchos planteles con población educativa en disminución, con edificios históricos casi vacíos o con matrícula inflada mediante estudiantes de otras ciudades. En Puerto Rico, desde 2016, se han implementado iniciativas debatibles en las que el gobierno ha vendido inmuebles o espacios educativos para darles nuevos usos, como hoteles o centros culturales. ¿Está México preparado para reconsiderar y reutilizar los espacios educativos?
Mientras tanto, a echarle un ojo a la escuela durante estos meses en lo que inicia un nuevo ciclo escolar, la escuela importa porque aprender importa.
La autora es presidenta ejecutiva de Mexicanos Primero.