Cada mañana, millones de mujeres inician una jornada laboral que no cuenta en las estadísticas económicas. Alimentan, visten, acompañan y cuidan a niños, adultos mayores y personas con discapacidad. Luego, muchas inician una segunda jornada en empleos remunerados, y al volver a casa, el ciclo comienza de nuevo.
El cuidado sostiene a la sociedad, pero sigue invisibilizado y desigualmente distribuido. Según la OIT, el 76% del cuidado no remunerado recae en mujeres. En América Latina, la cifra es aún mayor. Aunque el trabajo doméstico y de cuidados representa una parte significativa del PIB en muchos países —27.6% en México, más del doble de lo que aporta la industria petrolera estatal— sigue sin recibir el reconocimiento que merece.
En un mundo donde la longevidad aumenta y la estructura familiar cambia, la falta de políticas de cuidado adecuadas se ha convertido en una crisis silenciosa. Pero algunas ciudades han comenzado a mirarla desde otra perspectiva.
Guadalajara y la agenda del cuidado
Por primera vez en su historia, Guadalajara tiene una mujer al frente del gobierno municipal. Verónica Delgadillo ha asumido el cargo con una visión que incorpora el cuidado como eje central de su administración. Aunque este enfoque puede parecer novedoso en muchas partes del mundo, otras ciudades gobernadas por mujeres han impulsado agendas similares.
Anne Hidalgo en París ha priorizado la movilidad y el bienestar comunitario. Ada Colau en Barcelona hizo de la vivienda un tema central. Ahora, Guadalajara coloca el cuidado en el centro del debate, entendiéndolo como un pilar del desarrollo económico y social.
Esta visión ha llegado a foros internacionales. En estos días, se desarrolla en París la Cumbre de la Alianza de Ciudades Saludables, donde Guadalajara presentó su modelo de Comunidades de Cuidados como una estrategia innovadora de bienestar urbano. Su participación subraya que el cuidado no es solo un tema local, sino una cuestión global que las ciudades avanzadas están incorporando a sus políticas públicas.
A través de su Sistema Integral de Cuidados, el gobierno local busca reorganizar la distribución de responsabilidades entre familias, comunidad, sector privado y Estado. Se trata de un cambio de paradigma que deja de ver el cuidado como una carga individual y lo convierte en una tarea compartida.
El modelo se basa en cinco principios:
• Reconocer el valor del cuidado en la economía.
• Reducir la carga de quienes lo realizan sin pago.
• Redistribuir las tareas entre el Estado, la iniciativa privada y las familias.
• Recompensar a las personas cuidadoras con mejores condiciones.
• Representar sus intereses en políticas públicas.
¿Quién cuida a quienes cuidan?
El modelo de Guadalajara es un experimento que el mundo debe observar. En países como EU, la falta de licencias de maternidad pagadas y el alto costo de los servicios de cuidado infantil han dejado a millones de familias en una encrucijada. En Europa, el envejecimiento poblacional pone a prueba los sistemas de bienestar.
La pregunta es urgente: ¿cómo queremos organizar el cuidado en nuestras sociedades?
La respuesta no puede seguir siendo la misma. No podemos continuar dependiendo del trabajo invisible de las mujeres ni perpetuar un sistema que obliga a muchas a elegir entre su desarrollo profesional y su vida familiar.
El sector privado tiene un papel clave en esta transformación. Empresas con horarios flexibles, licencias parentales equitativas y espacios de cuidado infantil en los centros de trabajo fomentan una economía más productiva e igualitaria.
Mientras tanto, los gobiernos deben dejar de tratar el cuidado como un tema secundario. Necesitamos políticas públicas que financien infraestructuras de cuidado, profesionalicen el sector y garanticen acceso equitativo a estos servicios.
Antes del fin
El mundo enfrenta una crisis de cuidados que no desaparecerá por sí sola. Para 2050, la población mundial de adultos mayores se habrá duplicado, y sin sistemas adecuados, la carga seguirá recayendo de manera desigual en las mujeres.
Si algo dejó claro la pandemia, es que sin cuidados, la economía y la sociedad no funcionan. Pero esta labor sigue siendo invisible para quienes diseñan las políticas económicas.
El caso de Guadalajara demuestra que cuando el liderazgo cambia, las prioridades también. Lo que antes se relegaba al ámbito privado, hoy se reconoce como un reto colectivo. La participación de la ciudad en la Cumbre de la Alianza de Ciudades Saludables señala que el debate sobre el cuidado ha llegado a la escena global.
La pregunta ahora es: ¿qué están esperando otras ciudades y países para seguir este camino?