El amparo liso y llano que otorgó la Suprema Corte a Laura Morán y a Alejandra Cuevas significó una severa detonación en la Fiscalía General de la República, cuyo principal afectado es el fiscal Alejandro Gertz Manero. Pero también quedó lisiada la institución que representa, la cual sufre sus horas más bajas en cuanto a credibilidad e independencia.
Paralelamente, a los ministros y ministras que habían votado negativamente el anterior proyecto del pasado 14 de marzo, no les quedó de otra que aprobar unánimemente los nuevos argumentos que inhabilitan de manera inmediata y expedita la orden de aprehensión y el auto de formal prisión dictados contra Laura y Alejandra, simplemente porque son inconstitucionales.
¿Por qué se tardó tanto la justicia mexicana, más de un año, en liberar de la cárcel a Alejandra cuando desde un inicio se carecía de fundamentos y moral jurídica?
Porque la procuración de justicia en México aún se encuentra bajo dominio de la corrupción y la manipulación en todo su sistema. Jueces y ministerios públicos aún obedecen a infinidad de intereses, los cuales muchas veces exceptúan a la justicia.
Gracias a la exposición mediática de la familia, el caso fue tomando fuerza. Primero en los medios y después en la opinión pública. Las benditas redes sociales permitieron a los hijos de Alejandra comenzar una serie de protestas bien sustentadas para, primero, explicar el caso abiertamente, y después, denunciar el abuso de poder del fiscal, quien coaccionó intereses personales, usando a la Fiscalía contra mujeres inocentes.
El caso de la familia Cuevas se juntó con otros escándalos que han hecho de Gertz Manero un estuche de pesadillas, desde donde nacen amenazas a miembros prominentes de la 4T, expedientes sumarios, chantajes a ministros, misoginia, prepotencia, intereses ocultos y muchas cuentas, mansiones y residencias en diversas partes del mundo de dudosa procedencia.
Pero no sólo eso, también está cercenando el discurso de cambio que diariamente subraya López Obrador desde la mañanera. Y mientras el presidente siga sujetando al fiscal en su intocable silla, será difícil convencerse de la independencia entre poderes, pero, sobre todo, validar la coherencia ideológica del movimiento que ha impulsado AMLO durante tantos años.
La Suprema Corte resolvió que Laura, una mujer de 95 años, sí cuidó a Federico Gertz Manero, hermano del fiscal general, y que por lo tanto no se le puede acusar de “comisión por omisión”. Esto pinta a Gertz como un hombre sin escrúpulos al forzar el encarcelamiento de una mujer de esta edad sin pruebas condenatorias.
Por su parte, en el caso de Alejandra, los ministros consideraron que era incorrecto atribuirle el fallecimiento de Federico bajo la figura de “garante accesoria”, porque simplemente no existe en la Constitución. El desparpajo con que fabricó pruebas Gertz Manero es de tal magnitud, que sin lugar a dudas debería iniciarse un proceso judicial contra de él.
Alejandra Cuevas recién salió del reclusorio, pidió al presidente públicamente una audiencia para explicarle los agravios recibidos, no sólo de ella, sino de miles de mujeres encarceladas cuya justicia simplemente aún no existe. Un acto político de relevancia que va a desaprovechar.
López Obrador, en la mañanera de ayer, dijo que va a turnar la reunión con el secretario de Gobernación. Me parece un error sensible, ya que deja escapar una oportunidad para revertir lo que se observa en la opinión pública: la inexistencia de independencia entre los poderes del Estado mexicano.
De haberse reunido con Alejandra, el presidente se hubiera puesto en el lugar de una ciudadanía que sistemáticamente ha sido violentada en sus procesos judiciales, y al mismo tiempo, mandado el mensaje de que entiende que la justicia está fallando… 528 días de cárcel injustificados en los que Alejandra estuvo presa, avalan lo que digo.
El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.