Trópicos

Los 3 poderes en el ‘ring’

Se debe revisar cómo el presidente López Obrador sigue priorizando, en lo simbólico y en los hechos, otorgarles más peso a las instituciones castrenses sobre las civiles.

No fue un gran festejo de la Constitución mexicana para el presidente López Obrador. Era de esperarse la incomodidad del jefe del Ejecutivo, al tener que convivir con los otros dos representantes que conforman los poderes del Estado mexicano, como marca el protocolo.

Andrés Manuel quiso hacer notar las diferencias que tiene con Santiago Creel Miranda, presidente de la Cámara de Diputados, así como con Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes han dejado en claro que no aprueban lo que sucede en la 4T. Además, uno es precandidato presidencial por la oposición, mientras que la ministra ha votado casi nada de lo que propone López Obrador.

Su mal humor se hizo notar, pues el jefe del Ejecutivo sabe que muchas de sus reformas, aún en el tintero, están en las manos de la oposición en el Congreso de la Unión, y de los ministros y ministras de la SCJN, las cuales, en una instancia u otra, serán rechazadas pues no cuenta con los aliados suficientes, en ninguno de los dos poderes.

Al principio de su mandato, en 2018, apostaba a que lograría acomodar en los diversos poderes a piezas claves que secundarían sus cambios a la Constitución. Lo logró en sus primeros tres años, pero poco a poco, la suerte le fue desfavoreciendo, y varios de los ministros y ministras que propuso, simplemente se deslindaron o matizaron el apoyo a sus proyectos. Por otro lado, Morena perdió la mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados en las intermedias de 2021. Todo comenzó a cambiar.

Sin aceptar que la democracia así se deviene, y que la independencia de quienes conforman los poderes del Estado mexicano deben autorregularse por su propio bien, AMLO prefirió culparlos públicamente y criticar ciegamente a quienes no apoyaran sus proyectos. Al parecer, el presidente sigue en la confusión de que sus veredictos unilaterales y sin consenso, son los únicos que gozan de certezas y resultados.

Por eso no fue sorpresivo, aunque sí intransigente, que separaran del titular del Ejecutivo a los representantes de los otros poderes en el evento por el 106 aniversario de la Constitución Mexicana. Fue tan evidente hacer notar su indiferencia, que bastó con comparar los protocolos y simbolismos políticos en el mismo evento, pero de 2022, cuando decidió colocar a su derecha, al morenista y presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Luna; inmediatamente después, al ministro presidente de la SCJN, Arturo Zaldívar.

Sin ningún pudor, el domingo pasado definieron sentar de su lado derecho al secretario de Gobernación, después al secretario de la Defensa, posteriormente a la ministra Piña, y finalmente a Santiago Creel. Circulan videos donde, minutos antes, se observa a alguien de la ayudantía, realizando ajustes para que López Obrador no tenga a su costado a los incómodos poderes. También se debe hacer una revisión de cómo el presidente sigue priorizando, en lo simbólico y en los hechos, otorgarles más peso a las instituciones castrenses sobre las civiles.

Así pues, López Obrador, por más que ha querido intervenir en los diversos poderes del Estado mexicano, para llevar a capricho sus proyectos, sin medir fortalezas y/o debilidades, mucho menos resultados, se teme que, con su enojo y resentimiento, profundice, aún más, la polarización que se vive en México, desde su lógica de que o se está con él, o contra él.

Para el mandatario, las posturas contrarias están descartadas, pues considera ser poseedor de verdades únicas... para muestra, basta entender sus críticas al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, de quien sabemos que sin su lucha, difícilmente AMLO estaría en la presidencia el día de hoy.

El juego de poderes no sólo se da a nivel federal, cada estado de la Federación enfrenta sus propias triadas en busca de interferir en sus respectivas independencias. Cada vez es más común ver a las fiscalías estatales, supuestamente autónomas, atender los intereses del Ejecutivo. Paralelamente, vemos cómo los diputados obedecen los dictados del poder para votar, “esto o lo otro”, con su dedo perezoso y en espera de su siguiente dádiva.

Entonces, valdría la pena hacernos un par de preguntas: ¿vivimos una crisis en cuanto a equilibrios y contrapesos entre los poderes del Estado mexicano? O, al contrario, después de lo visto el pasado domingo, donde las rispideces se hicieron presentes, ¿significa que se están independizando y revitalizando?

Al ver la lluvia de críticas que suscitó la ministra presidenta de la SCJN, al no rendirle pleitesías a López Obrador, aunque sí honores a la embestidura presidencial, como dicta el protocolo, dos palabras se suscriben entre signos de interrogación: ¿el deber ser independiente, o el deber ser sumisos?

Militantes de la 4T soltaron el grito en el cielo porque la ministra se mantuvo sentada mientras López Obrador llegaba, entre aplausos, a la mesa del acto principal, lo que significó para unos, una ofensa, pero para otros, un acto de valentía e independencia. De entre ambas, yo estoy entre los segundos… ¿y usted?

Sentaron a su lado derecho al secretario de Gobernación, luego al secretario de la Defensa, posteriormente a la ministra Piña, y finalmente a Santiago Creel.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.

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