El próximo domingo 4 de junio hay que anotarlo en el calendario como una de esas fechas que definirán escenarios políticos que impactarán durante los próximos 10 años. De los resultados electorales, que se desprendan en Coahuila, pero sobre todo en el Estado de México, se acomodarán las fichas del poder y se redefinirán nuevos activos y tomadores de decisiones rumbo a las siguientes etapas de gobierno en México.
En ambas entidades se elegirá a un nuevo gobernador o gobernadora, pero en Coahuila, además se votarán 25 diputados para renovar al Congreso del estado, 16 por mayoría relativa y nueve por representación proporcional.
No obstante, la asimetría entre ambas entidades es relevante, de ahí saber entender el peso de cada una. El Edomex cuenta con 45 distritos electorales y su padrón electoral es de 12 millones 691 electores (más 24 mil en el extranjero); mientras que Coahuila cuenta con 16 distritos electorales y un padrón de 2 millones 356 mil personas (más 10 mil 73 en el extranjero).
Por ello las miradas se centrarán en la candidata ganadora en el Estado de México, primero por cantidad de votos en juego, una de las mayores del país, lo que representará también un jugoso botín para la elección presidencial en 2024; y la segundo, porque por primera vez en la historia podría darse la alternancia partidista en un estado dominado por el PRI desde 1929, aunque en ese entonces bajo las siglas del PNR. El Estado de México es más que un estado, ha sido la fábrica electoral del priismo y un club político que ha encumbrado a una de las clases políticas más corruptas que haya existido en el país.
Como apuntan las encuestas, en específico la de El Financiero publicada el lunes, la contienda en el Edomex está ganada para Morena. Los 14 puntos de diferencia que le dan a Delfina Gómez sobre Alejandra del Moral, impactan no sólo en la derrota del priismo en el estado, sino en su extinción en el país, como lo sucedido hace 65 millones de años con los dinosaurios.
Pero, si bien es cierto que la locomotora llamada Morena ha ido conquistando casi todas las gubernaturas de México desde 2018, aunque con importantes tropiezos como lo fue en la CDMX en 2021, en la actualidad el bastión del Edomex significa la consolidación del movimiento y la antesala de un muy probable triunfo electoral en 2024; claro, siempre y cuando, López Obrador juegue las cartas de manera adecuada. Él sabe que un irrefutable triunfo depende de sí mismo, pero también de sus decisiones podría depender su derrota.
Un triunfo en el Estado de México consolidaría la mancha guinda en lo que es el centro del país: el corazón político electoral. Aglutina a estados importantísimos electoralmente como CDMX, Edomex, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala y Morelos; aunque la marea guinda se extiende hacia el Golfo de México: Tamaulipas, Veracruz y Tabasco. Pero también hacia el norte del país, y no se diga, hacia el suroeste.
¿Qué podría salir mal, entonces? Pues la batalla interna por Morena. El próximo 5 de junio, apenas un día después del predecible triunfo de Delfina, Marcelo Ebrard cobrará relevancia nacional, porque se adelantará al propio líder de Morena, Mario Delgado, para poner sobre la mesa las condiciones para definir cómo llegar a las definitorias encuestas. Delineará posturas clave: sobre la renuncia de las corcholatas a sus cargos, la participación, formato y cantidad de debates, y finalmente, la selección y metodología de las encuestas.
Las condiciones de Marcelo adelantarán y pondrán más presión al proceso electoral de 2024. Su renuncia a la cancillería es inminente y será más temprano que tarde, ya que le urge romper las ataduras que le impone la SRE para hacer una campaña de 360 grados, es decir, en todos los municipios del país, y 24 horas por 7 días. Es la siguiente etapa natural de su precampaña, y a lo que apuesta para consolidar sus preferencias.
Pero si no se logra esclarecer el proceso interno, y la dirigencia de Morena le imprime incertidumbre, abriría peligrosamente una ruta hacia la ruptura de Marcelo contra Claudia Sheinbaum o Adán Augusto. Bajo este horizonte, Morena tendría posibilidades reales de fracasar. Ebrard es el único candidato, incluidos los de la actual oposición, que podría aglutinar a diversos partidos que actualmente se mueven de manera aislada, como MC y otros que tratan de encabezar una coalición prometedora.
Por supuesto que López Obrador, el gran fiel de la balanza, aún debe estar analizando el tablero de juego. Sabe que, si se equivoca o se precipita, Morena podría romperse, empequeñecerse, y decirle adiós a su sueño de obtener mayorías en el Congreso de la Unión, e incluso al triunfo en 2024.
Lo que comience a suceder a partir de este próximo domingo-lunes, representa una fecha clave para la nueva etapa que pretende conquistar Morena y su 4T. Entrarán en una etapa de reflexión, ya con los resultados en la mano del Edomex, y así esbozar una ruta para los próximos 365 días, una histórica elección presidencial. El triunfo o la derrota, dependerá de ellos mismos.
El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.