Trópicos

Mujeres sin México

Algo anda muy mal desde la estructura de poder y de mando, y de quienes tienen la responsabilidad de eliminar la violencia de género.

Paradójicamente, mientras dos mujeres buscan la Presidencia de México, al mismo tiempo se vive la peor crisis de violencia contra la mujer: desapariciones, trata, feminicidios, acoso, machismo y otras formas de violencia que se han impuesto en una sociedad que pierde en valores, criterios y acciones que protejan a la mujer, pero al mismo tiempo, que también impulsen su desarrollo al igual que el de los hombres.

Mujeres extranjeras, mujeres menores y mayores de edad, mujeres trans, mujeres de provincia, mujeres de ciudad, mujeres indígenas, mujeres en transporte público, mujeres caminando, mujeres en bares, mujeres en escuelas, mujeres en oficinas, mujeres en las canciones, mujeres en todos los rincones del país sufren algún tipo de violencia, sin que ninguna estrategia, en serio, se asome desde los balcones del gobierno federal para frenar los diversos flagelos que sufren.

“Señor vestido de mujer”, sentenció el presidente López Obrador a la diputada trans por Morena, Salma Luévano, a quien, posteriormente, le tuvo que ofrecer disculpas por esa frase ofensiva y fuera de lugar. No obstante, refleja que para el jefe del Ejecutivo, no existe una visión ni comprensión integral sobre los problemas que padecen las mujeres, y de esta forma mandate programas efectivos en la defensa de todas ellas. Antes, el mandatario ya se había confrontado contra grupos feministas y organizaciones de madres que buscan a sus hijos e hijas desaparecidas.

Siete días después de la disculpa del presidente hacia Salma Luévano, asesinaron a la Dra. Samantha Fonseca, mujer trans, que se presentaba en su cuenta oficial de Facebook como “aspirante al Senado de la República por CDMX, Defensora Nal (sic) de Derechos Humanos y grupos vulnerables”. Arriba de esta descripción, una foto de ella vestida de blanco y más arriba la foto del senador Ricardo Monreal.

Su última publicación fue el domingo pasado, hizo una invitación a participar en la “Movilización por la dignidad de las mujeres trans”, el lunes 15 de enero, en la esquina de Insurgentes y Paseo de la Reforma, frente al Senado de la República. Nunca imaginó que minutos después de esa publicación la iban a matar mientras viajaba en un taxi de aplicación a plena luz del día.

Pero también el 6 de enero, fue asesinada otra mujer trans, Gaby Ortiz; y dos meses antes fue acuchillado el magistrade Ociel Baena. Una larga lista que hacen de México el país con más asesinados o violentados de la comunidad LGBTTTIQ.

Apenas el 13 de enero se dio a conocer en varios medios del rescate de 25 mujeres víctimas de trata en Quintana Roo; entre ellas migrantes y menores. A pesar de que en el operativo se encontraron mujeres retenidas contra su voluntad, además de drogas, no se reportó la detención de alguna persona. Dentro del problema de la migración y sus múltiples factores, la mujer y los menores de edad son los más vulnerables frente al crimen organizado. Si sumamos la impunidad y nula política gubernamental de protección hacia ellas, entonces es fácil concluir que nos encontramos ante una crisis sin igual en cuanto a las diversas formas de violencia contra la mujer en México.

También a inicios de año, se reportó la desaparición de un grupo de ocho jóvenes colombianas, se temía su secuestro y asesinato, pero el 13 de enero finalmente aparecieron en Tabasco, estado donde apenas hace un par de semanas, el crimen organizado se apoderó de avenidas y calles, bloqueándolas e incendiando tráileres y coches. El presidente López Obrador quiso minimizar el hecho y afirmó que las muchachas entraron a México como turistas, aunque entre contradicciones el subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana dijo que ellas “brindan servicios de acompañamiento”, ósea, vienen a trabajar.

En promedio, cada año son asesinadas en México más de 3 mil mujeres, niñas y adolescentes, aunque apenas el 24 por ciento de esos asesinatos han sido considerados como feminicidios, ya que aún faltan esquemas de definición contra este flagelo por parte del gobierno federal, donde aseguran que desde diciembre de 2018 han sucedido apenas 4 mil 892 feminicidios.

No obstante, diariamente, entre diez y 11 mujeres son asesinadas, lo que nos convierte en el país con más feminicidios en el mundo. Esta barbaridad deriva, entre muchas cosas más, de la tasa de impunidad que supera el 95 por ciento. Además, según el INEGI, se ha producido un incremento de los delitos sexuales contra niñas y adolescentes, pero también de feminicidios infantiles. En 2022 se reportaron un total de 59 mil 141 delitos en víctimas que tenían entre 0 y 17 años.

México está minado de circunstancias que vulneran la seguridad y desarrollo de la mujer, pero cuando el presidente de México le dice a las feministas “conservadoras” y querer “afectar a su gobierno”, después de escandalizarnos con estas cifras, entonces queda claro que algo anda muy mal desde la estructura de poder y de mando, y de quienes tienen la responsabilidad de eliminar la violencia de género.

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