Trópicos

Elecciones al aire, y en juego el futuro de México

Esperemos que la ciudadanía viva este proceso democrático como un aliciente de que su voto equivale a un mejor futuro, a un México progresista y en desarrollo.

Estamos a dos días de que inicien las campañas políticas, la recta final del proceso electoral 2023-2024 que tendrá su clímax el 2 de junio, cuando se celebren votaciones donde están en juego 20 mil 375 puestos de elección popular. Por ello, son consideradas las elecciones más grandes en la historia de México.

Desde las 8 de la mañana, cuando abran las 170 mil casillas, están citados 97 millones de mexicanos y mexicanas para que voten por un nuevo presidente de México, que, en este caso, por primera vez será mujer. No obstante, solo en nueve entidades estarán en juego gubernaturas: Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz, Yucatán y la Ciudad de México.

El Poder Ejecutivo federal también se renovará, en su totalidad, 128 senadores y 500 diputados. Por supuesto, habrá decenas de miles de cargos más en juego, lo que significará una sobresaturación de propaganda, discursos, derroche de dinero, el cual también será histórico.

Uno de los factores relevantes en esta elección, es que 3 millones 950 mil jóvenes de entre 18 y 19 años, votarán por primera vez. Esto significa que pueden decidir una elección. En 2018, Andrés Manuel López Obrador obtuvo 30 millones 113 mil 483 de votos, un resultado contundente, ya que el segundo lugar obtuvo apenas poco más de 12 millones, algo que difícilmente se repetirá en esta ocasión, por no decir: imposible.

En 2013, Enrique Peña Nieto ganó con 18 millones 727 mil votos, seguido de López Obrador con 15 millones 535 mil sufragios, es decir, una diferencia poco más de 3 millones. Pero en 2006, la diferencia entre el primer y segundo lugar fue de apenas 233 mil 831 votos, lo que generó una crisis política que encabezó el derrotado, usted lo recuerda bien, López Obrador, quien argumentó fraude electoral. Es decir, quienes votan por primera vez podrían definir la próxima elección.

Por supuesto, el mapa de electores por edad, sexo o nivel socioeconómico es mucho más complejo y profundo, y podríamos concluir que cualquier sector social podría otorgar el triunfo. Por ejemplo, analizar el sentido del voto de la mujer será importante considerarlo, al ser dos candidatas quienes encabezan las preferencias de forma clara y que, al mismo tiempo, muchos analistas consideran se irá cerrando la elección conforme avancen los próximos tres meses de campaña.

Recordemos que lista nominal de mujeres alcanza los 50 millones 672 mil 918, lo que representa ser mayoría respecto al voto masculino. Los estados con mayor cantidad de voto por mujer son: Estado de México con casi 7 millones, Ciudad de México con poco más de 4 millones, Jalisco y Veracruz, ambos rebasan los 3 millones.

Ya se vislumbró que será una campaña con muchos matices que irán desde las propuestas hasta la guerra sucia. Habrá intervenciones desde los diversos niveles del Poder Ejecutivo. El presidente López Obrador jugará un papel central para que su candidata logre el triunfo, además de intentar lograr mayoría calificada en el Congreso de la Unión. Si bien no mencionará su nombre o no hablará de sus obras públicas durante la campaña, como lo establece la ley electoral, seguirá con su discurso beligerante, divisor, rijoso contra la oposición, lo cual seguramente también estará prohibido, pero como lo sabemos, a él, eso de respetar las reglas del juego, no se le da.

Lo ideal es que se impongan las propuestas a la guerra sucia. Lamentablemente por lo que hemos visto hasta ahora, la segunda opción es la que se verá más. Sucederán tres debates que nos permitirán valorar bien a las candidatas por encima de sus aparatos de apoyo. Esos ejercicios democráticos permiten cotejar no solo las soluciones a los múltiples problemas que hay en el país, sino también reconocer su personalidad, capacidades políticas y eso que deben tener los políticos, el carisma que infunden en los electores y que es a la postre la clave del triunfo: confianza.

Coincido con López Obrador, las y los mexicanos están cada vez más politizados, conscientes y claros en las desavenencias de nuestro sistema político-electoral. Entienden la crisis de identidad por la que cruzan los partidos políticos, el nepotismo, el poder cupular que reciclan cada elección, y la demagogia que hay en cada uno de quienes los conforman, sin duda se verá reflejado el 2 de junio.

No obstante, gracias a las instituciones democráticas que se han ido consolidando en México, a las alternancias en el poder y a una sociedad empoderada, las exigencias a los miles de candidatos y por supuesto al sistema de partidos cada vez serán mayores y será más confrontado. Por lo que las victorias, más allá de las tendencias que se presentan las encuestas, serán cerradas.

Volver a vivir el fenómeno que se dio en 2018, donde el triunfador obtuvo más de 18 millones de votos respecto al segundo lugar, será difícil que se repita. Paralelamente, esperemos que la violencia extrema que se vive en México no sea el factor que determine la elección, es decir, que no se imponga el voto del miedo, el de la amenaza. Esperemos que la ciudadanía viva este proceso democrático como un aliciente de que su voto equivale a un mejor futuro, a un México progresista y en desarrollo.

Preparémonos para la campaña, analicemos y finalmente, vayamos a votar.

COLUMNAS ANTERIORES

Cambio climático, entre el lodo y la ineficiencia
Gambling

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.