A pesar de que llegamos las y los mexicanos divididos, enconados y enfadados por las irresponsabilidades de nuestros políticos en la forma en que ejercen el poder, lo que estamos por vivir el próximo 2 de junio nos abre una oportunidad para mejorar nuestra sociedad.
Votar es un derecho de la ciudadanía que nos otorga el poder de decidir quién nos va a gobernar. Una tarea crucial para el desarrollo de cualquier país democrático. En México por fortuna existe este sistema político, donde el voto es la principal arma de los electores para cambiar o continuar respecto a quien nos gobierna, no obstante, un sistema de partidos que deja mucho que desear.
Votar es una acción que nos permite a los jóvenes, adultos y personas adultas mayores, involucrarnos en el futuro de las decisiones políticas en México. Por ello es fundamental reflexionar el voto, ya que podemos cometer el error de emitirlo de forma imprecisa y alejada de nuestros intereses personales o colectivos; por ello es recomendable que en los próximos días nos preguntemos quiénes son los candidatos y sus partidos, propuestas, trayectorias y logros. Consideremos que ellos y ellas, por antonomasia, buscan convencernos a partir de promesas, muchas de ellas imposibles, o simplemente bajo mentiras.
Votar es un ejercicio libre y secreto, un acto individual y personal al que podemos acceder todas las personas mayores de 18 años, y sin que nadie nos infunda presión de ejercerlo de alguna manera u otra. A partir de esa edad se nos otorga, además de una cantidad importante de obligaciones y beneficios como ciudadanos, la responsabilidad de analizar a profundidad por quiénes se va a votar, no es cumplir por cumplir, no es una moda, ni mucho menos un acto bajo presión, coerción o compra, algo también muy recurrente por los partidos y sus secuaces.
Votar es un acto de valentía, ya que asistir a las casillas y emitir el voto es decirle a los políticos que si gobiernan mal se les castigará y si gobiernan bien, se les seguirá exigiendo resultados hasta el último día de sus actividades. Los políticos ganan muy bien, reciben muy buenas prestaciones y además podrían obtener impunidad, pues gozan de fuero. Por eso el voto masivo es un medio efectivo para ponerles un alto a quienes no trabajan, roban y abusan de los puestos de elección popular. Tenemos que confrontarlos en las urnas y decirles que su negocio se acabó. Decidamos qué partidos deben desaparecer, ya sea porque hacen poco o nada, porque mienten y nos siguen viendo la cara. Sin nuestro voto para ellos, pero sí para otros, simplemente les haríamos desaparecer.
Votar es imponer nuestra inteligencia, ya que muchos partidos lo que quieren es precisamente que existan elecciones poco copiosas para mantener sus cuotas clientelares de electores duros y de esta forma mantener su presupuesto, que solo usan para enriquecerse. Son expertos de la sobrevivencia política y la negociación mercenaria. Negocian apoyos en el Congreso de la Unión, a cambio de permanencia en las estructuras del poder y al mismo tiempo pertenecer de por vida al erario. Cuando existen elecciones masivas, la posibilidad de controlar y acotar a esos partidos es mucha, ya que crece el porcentaje que deben alcanzar para seguir vivitos y coleando.
Votar es demostrar una actitud visionaria porque nos podemos hacer de estrategias para decidir votar por una fórmula en su totalidad, o de forma mixta, es decir, votar por diversos partidos políticos, centrándonos en los candidatos. Las elecciones no se acabarán el próximo 2 de junio, ya que estamos inmersos en ciclos electorales a lo largo de nuestras vidas, donde únicamente el voto permite reorientar los sistemas políticos que queremos que nos gobiernen. Hoy en día, no hay ideología entre los partidos que buscan ganar, unos se dicen de centro, otros de derecha o de izquierda. Con nuestro voto podemos acotarlos y exigirles que, por ejemplo, se definan en la siguiente elección, que hagan lo que la ciudadanía demanda, y no sean ellos los que nos impongan sus intereses particulares.
Votar es de demócratas. Cruzar una papeleta nos permite posicionarnos en una escala de personas comprometidas con nuestra sociedad y desarrollo. Al votar por alguna candidata o candidato, en lugar de estarle cediendo un puesto y que haga con nosotros lo que quiera, estamos exigiendo que cumpla su palabra, que gobierne con humildad y para todas y todos. El país es de los ciudadanos y no de quienes se eligen. Su obligación es hacer las cosas bien, y no vendernos la idea de que no robar, no mentir y no traicionar es un logro, insisto, eso y más, son sus obligaciones básicas… cambiar la cultura del significado del voto es fundamental.
¡Salgamos a votar! Con un sufragio masivo, gana México.