Trópicos

Joe Biden debe abandonar la elección

Si en el próximo debate Joe Biden vuelve a aterrizar desorientado, sin precisión, ido, será difícil sustituirlo con tan poco tiempo para las votaciones.

Estados Unidos tiene un problema con su herencia democrática, y es que la misma democracia que presume impulsa a candidatos que contribuyen a implosionar las instituciones del Estado, que son, finalmente, las que equilibran el juego entre poderes, y que al mismo tiempo deben impulsar el desarrollo social.

La democracia estadounidense vive un galimatías, ya que, por medio de un voto irracional, está acercando a candidatos acusados de corrupción, como Donald Trump; o bien, en mantener a personas que evidencian incapacidad para gobernar, como Joe Biden. Sin otras opciones para el electorado, la contienda se centra en un par de candidatos, que, más allá de su ideología, no gozan de las características para defender, primero la democracia, y después, el bienestar de la sociedad.

Aunado a ello, nunca se había visto en la historia de las elecciones estadounidenses, que por la incapacidad de uno de los candidatos, Joe Biden, en automático está dejando las puertas abiertas para el triunfo de Donald Trump. Esta encrucijada no solo deja una contienda dispareja e incompetente, sino que debilita los pilares de la democracia, que en parte es que lleguen a una elección los mejores candidatos. Ambos son los candidatos de mayor edad en competencia, aunque Biden es mayor por tres años que Trump.

Por ello, es conveniente preguntarse: ¿quiénes son las verdaderas fuerzas que mandan en Estados Unidos que, sobre los múltiples defectos, sostienen a estos perfiles? ¿Quiénes gobiernan realmente al país de las barras y las estrellas? ¿Los llamados poderes fácticos, que operan tras bambalinas, son los que mueven los verdaderos hilos dentro de los partidos políticos? ¿El neoliberalismo se ha arraigado de tal manera en este país, que lo que realmente mueve al poder político son las empresas y mercados?

Desde el debate entre JFK y Nixon, no se había celebrado un debate tan definitorio en una contienda electoral. Faltan exactamente cuatro meses para las elecciones de noviembre y dos meses para otra confrontación de ideas, el próximo 10 de septiembre. Si Biden vuelve a aterrizar desorientado, sin precisión, ido, incongruente, como lo sucedido en el anterior debate, no solo todo estará perdido para él y los demócratas, pues será difícil sustituirlo con tan poco tiempo para las votaciones. El momento de las definiciones es ahora.

El primero en desear que siga Biden en la contienda es Trump, un mentiroso sistemático y driblador empedernido de la ley, quien llevaría a Estados Unidos hacia un rincón peligroso, ¿es necesario jugarse la última carta de los demócratas de esta manera?

El Comité Editorial del medio más influyente de Estados Unidos, The New York Times, afirma contundente: “Biden no es el hombre que era hace cuatro años”. Y agrega: “hay líderes demócratas mejor preparados para presentar alternativas claras, convincentes y enérgicas a un segundo mandato de Trump”. Cconcluye que “… Biden no puede continuar su contienda y establecer un proceso para elegir a alguien más capaz de ocupar su lugar…”.

También fue atípico este posicionamiento del NYT, así como las críticas de por lo menos una docena de columnistas y conductores que, sorprendidos y con vergüenza, vieron a un Biden derrotado e incapaz de lidiar con una campaña y contra un toro que busca cobrar venganza como lo es Donald Trump.

Otra rareza que cobra fuerza fue que la esposa de Biden, Jill Biden, carismática y enérgica, tomara la batuta para manejar el posdebate. Llevó de la mano a su esposo, para placearlo y hablar por él ante medios y simpatizantes. Hay que seguirla con atención porque quizá sea ella la apuesta demócrata para sustituir la candidatura de Biden, o bien, para que lo guíe durante la campaña en caso de que decida continuar.

Apenas el lunes, apareció en la portada de la revista Voge, con un elegante vestido blanco y mirando hacia el horizonte con la frase: “Nosotros decidiremos nuestro futuro”. Justo el fin de semana pasado, la familia Biden se reunió para analizar su continuidad, y todos decidieron apoyarlo. No cabe duda que el poder es adictivo.

Contrariamente, apenas ayer, Lloyd Doggett, legislador demócrata de la Cámara de Representantes, afirmó que Biden debe “tomar la dolorosa y difícil decisión de retirarse de la contienda”. De esta forma, se convierte en el primer legislador demócrata en posicionarse abiertamente sobre la peligrosa decisión de Biden de continuar en la contienda. Recordemos que en noviembre, no solo se elige al inquilino de la Casa Blanca, también está en juego el control del Congreso.

Los contrastes comenzarán a sacudir una intensa campaña. Mientras no renuncie Biden, y se aferren los demócratas a impulsar a un candidato sin capacidades para gobernar, Trump y sus secuaces se instalarán nuevamente en el poder ante una sociedad ávida en soluciones en lo local y lidiando con retos que se acumulan en el mundo hacia una posible expansión de conflictos militares.

COLUMNAS ANTERIORES

Siria, en terreno de nadie
Europa baila tango y samba

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.