El destino llegó a Siria y finalmente fue derrocado el dictador Bashar al Asad, un hombre que condenó a su pueblo a un futuro miserable donde se cuentan por miles las personas que fueron torturadas por su régimen y una pobreza que ronda el 70%. Según la ONG Red Siria para los Derechos Humanos, 15 mil personas murieron tras haber sido vejadas.
Esa sistemática violación de los derechos humanos y el saqueo de dinero que realizó el régimen de Al Asad a las arcas del Estado obligan a ser juzgado en la Corte Penal Internacional. No obstante, será difícil que fructifique una detención así, pues el país que lo alojó, Rusia, no forma parte de esa Corte. Se especula que Bashar al Asad ha desviado entre mil y dos mil millones de dólares, además de amalgamar bienes raíces en Dubái, Moscú y Londres.
No obstante, otros analistas especulan que su riqueza total podría rondar los 122 mil millones de dólares, por lo que su huida, más que un destierro, fue algo que planeó minuciosamente con mucho tiempo de antelación. El periódico Financial Times dio a conocer que, entre 2018 y 2019, el Banco Central de Siria desvió vía aérea 250 millones de dólares en efectivo a Rusia.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos informó en 2022 que la familia Al Asad ha estado involucrada, directa o indirectamente, “en casi todas las operaciones económicas a gran escala del país”, incluido el tráfico de drogas, el contrabando de armas y la extorsión.
De ese tamaño es la terrorífica personalidad de Bashar al Asad. Un socio clave para Vladímir Putin, que ahora, enfrascado en un conflicto sin fin en Ucrania, descuidó y perdió un bastión fundamental en Oriente Medio, que le debilita globalmente como una potencia en ciernes.
Lamentablemente, el destierro o huida de Al Asad no necesariamente significan buenas noticias para la población siria. Quienes pretenden quedarse con el poder provienen de un pasado terrorista.
Aunque hubo otros líderes insurgentes que tomaron Damasco con el ultimátum hacia Al Asad, fue Abu Mohamed al Jolani, jefe de la milicia Hayat Tahrir al Sham (HTS), quien ha asumido el control de la transición bajo un discurso, hasta cierto punto moderado, pero que su pasado delata las cualidades y mentalidad de este hombre que de la noche a la mañana surgió en el plano internacional.
Se sabe que, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, Al Jolani (cuyo nombre civil es Ahmed al Sharea) se unió a la red terrorista Al Qaeda. No obstante, fue capturado. Después de cinco años, regresó a Siria en 2011 para dirigir el brazo de Al Qaeda, Frente al Nusra.
No obstante, en 2015, decidió romper lazos con Al Qaeda y comenzar su conquista territorial y social en Siria, con el objetivo de controlar primero amplias regiones y después conquistar Damasco, lo que generara estratégicamente el derrocamiento de Al Asad. Objetivo que fue cumplido el pasado domingo 8 de diciembre después de permanecer 24 años en el poder.
No obstante, Kiho Cha, oficial superior del Departamento de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, aseguró que “en una fecha tan reciente como julio de 2024, el equipo de supervisión de este Comité redactó un informe en el que afirmaba que Hayat Tahrir al-Sham era el grupo terrorista predominante en el noroeste de Siria. Su líder putativo, Mohammad Al-Jolani, también forma parte de la lista, aunque su inclusión se remonta a 2013″.
No obstante, para el coordinador residente de la ONU en Siria, Adam Abdelmoula, “no existe ningún tipo de prohibición para que cualquier entidad de la ONU interactúe con la HTS.
Dicha organización es catalogada como terrorista por la ONU, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. Existen testimonios de gente y organizaciones que protegen los derechos humanos de que sus integrantes son implacables y brutales contra quienes piensan distinto. La ONU consideró esas acciones como crímenes de guerra.
Pero ahora se ha abierto un gran debate internacional sobre la conveniencia de que países de Occidente quiten a HTS de la lista de terroristas y de esta forma impongan un nuevo régimen, como ya lo hicieron con los talibanes en Afganistán y de esta forma le quiten definitivamente la supremacía de Siria a Rusia.
El siglo XXI sigue su curso con fuertes sacudidas en la arena de la geopolítica. El mundo se mantiene en una constante redefinición.