Aunque largamente anunciada después de su terrible desempeño en el debate presidencial el pasado 27 de junio, la renuncia de Joe Biden a la candidatura del Partido Demócrata para buscar un segundo periodo en la Casa Blanca convulsionó el tablero político en EU.
Biden se convierte en el séptimo presidente en la historia moderna de EU que no buscará un segundo término de su mandato. Aunado a sus cada vez más frecuentes lapsus, el atentado contra el expresidente y candidato republicano Donald Trump sin duda terminó por acelerar la determinación de Biden… y de paso salvar al Partido Demócrata.
La realidad es que el candidato demócrata no tenía opciones contra un Donald Trump que ya desde antes del fallido intento de asesinato durante un mitin político en Pensilvania daba señales de una creciente fortaleza y preferencia entre electores en EU.
La campaña de los demócratas parecía derrumbarse, pero los reflectores apuntaron a Kamala Harris y ésta amplió en solo dos días la ventaja contra Donald Trump, según sondeos.
La vicepresidenta está dando la sorpresa como un perfil que arrastra simpatías, pues frente al conservadurismo de Trump y los republicanos, Kamala apuesta a una campaña fresca en la que destacan su carisma, su relación con las mujeres y su vinculación con grupos vulnerables.
Una encuesta de Reuters/Ipsos publicada el 23 de julio colocaba a la vicepresidenta Harris con 44 puntos, dos por encima de Trump. Los números contrastan con los dos puntos que descendió Biden antes de anunciar que cedía su estafeta a Harris. Otra encuesta, de CNN, coloca a Kamala con 49 puntos en contra de los 46 de Donald Trump.
Pero no solo eso, en tres días la campaña de Kamala Harris recaudó una cantidad récord de más de 100 millones de dólares –60 por ciento de parte de nuevos donantes– y emprendió una estrategia en redes sociales en la que pide a los estadounidenses apoyarla desde 10 dólares.
En este vuelco, Harris ha cambiado la ecuación a los republicanos con una agresiva campaña y desde ya está dando señales de una confrontación en la que actuará como la fiscal que fue, recordando que Donald Trump tiene varios juicios abiertos por haber cometido un sinnúmero de delitos en distintos ámbitos, además de que espera una sentencia penal el próximo 11 de septiembre por el caso de la actriz porno Stormy Daniels.
Para muestra, en su primer mitin celebrado en Wisconsin, el grito que coreaba la entrada de Kamala Harris al templete era el de lock him up, una sentida demanda entre la población estadounidense que considera que, con base en el tráfico de influencias y la corrupción, Donald Trump ha podido evitar exitosamente la aplicación de la justicia. Harris remató esta exigencia diciendo que por su labor como fiscal sabe cómo actúan los perpetradores, los depredadores de mujeres, los estafadores y los tramposos.
La nominación de Harris y la eventual designación de su compañero o compañera de fórmula para la vicepresidencia ponen de cabeza al Partido Republicano, donde Donald Trump se decantó por el senador antiinmigrante, prepotente, zalamero y soberbio James David Vance (quien incluso comparó a su compañero de fórmula con Hitler) en un intento por afianzar el voto blanco conservador. Los demócratas vieron las cartas de los republicanos e hicieron su lance.
Trump pasó de mártir y héroe a indiciado. La fiesta y la borrachera le duraron muy poco; la cruda será larga y dolorosa.
SOTTO VOCE
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