México se encuentra en una encrucijada crítica en términos de seguridad. A pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas, el país sigue enfrentando desafíos profundos y complejos que no dejan de amenazar la estabilidad social y el bienestar de sus ciudadanos.
La violencia que azota a nuestro país parece una espiral sin fin, que en el sexenio pasado dejó alrededor de 200 mil personas víctimas mortales y más de 150 mil como desaparecidas y no localizadas.
Por ello, la llegada de Omar García Harfuch como el zar de la seguridad en el gobierno de Claudia Sheinbaum es una estrategia atinada para no nada más atacar las causas de la violencia.
De acuerdo con cifras oficiales, en el sexenio pasado se logró contener y comenzar a reducir la incidencia de crímenes violentos. Sin embargo, la percepción de inseguridad entre la ciudadanía aún se mantiene en niveles de 59.4 por ciento, según la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi.
Varios especialistas coinciden en que la estrategia de ‘abrazos, no balazos’ resultaba insuficiente ante la grave crisis de seguridad, pues aunque tenía buenas intenciones, carecía de dientes. Sin embargo, con la presentación de la nueva estrategia del gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum podemos apreciar grandes cambios de fondo, como lo son el énfasis en las nuevas aprehensiones de cabecillas, el congelamiento de cuentas bancarias y el decomiso de bienes.
Aunque el nuevo plan de cuatro ejes retoma el trabajo anterior, añade los elementos de una acción más directa, reflejada en una mejor coordinación de todos los niveles de gobierno y una importante relevancia en las labores de inteligencia e investigación. En otras palabras: cierra la pinza faltante para una estrategia más integral.
Desde septiembre pasado, el secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, anunció que en el plano federal aplicará una estrategia similar a la que implementó como jefe de Policía de la CDMX, donde en poco más de tres años redujo la tasa de homicidios dolosos y de delitos de alto impacto en un 50 y un 60 por ciento, respectivamente. Y al parecer también retomará los ejemplos de Yucatán —donde el gobernador Joaquín Huacho Díaz Mena está dando continuidad a las buenas acciones de Mauricio Vila—, Querétaro —gobernado por Mauricio Kuri—, Coahuila y Puebla —bajo la administración de Sergio Salomón Céspedes—, que están por debajo del promedio nacional en cuanto al índice de homicidios dolosos.
En este sentido, uno de los objetivos principales consiste en lograr una excelente coordinación entre el Ejército, la Fiscalía General de la República y las autoridades locales y federales para que las policías estatales y municipales cumplan con su responsabilidad como policía civil, a la par de una mejora de sus salarios y prestaciones, así como mejor y mayor capacitación.
Sin embargo, la inseguridad no solo se limita solamente a la violencia que deja centenas de personas muertas cada semana, sino que también incluye la corrupción, la impunidad y la falta de confianza en las instituciones.
Por ello es crucial recuperar la confianza en las instituciones. La transparencia y la rendición de cuentas deben ser prioridades en la agenda de seguridad, para así acabar con la impunidad e inmunidad, pues solamente a través de un compromiso real con la lucha contra la corrupción y la mejora de la administración de justicia se podrá lograr que la ciudadanía se sienta segura y respaldada por el Estado que no tirará balazos, pero dejará de dar abrazos.
Sotto Voce
- En política, la forma es fondo, por lo que la visita de autoridades federales a Culiacán marca una distancia con respecto a la administración, que evitaban mostrarse en zonas de conflicto violento. Un fuerte mensaje de que en la estrategia de seguridad se avecinan cambios sustanciales…
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- Quien anda muy activo es el gobernador de Yucatán, Joaquín Huacho Díaz Mena, quien junto con su esposa recorrió lugares afectados tras el paso del huracán Milton para poder evaluar daños y brindar apoyo a comunidades afectadas.
