Uso de Razón

Biden tiene 51 problemas

A estas alturas resulta obvio que el gran senador demócrata, reelecto por cinco veces consecutivas, es un presidente de peso mediano y nada más.

MIAMI, Florida.- El ambicioso paquete de 3.5 billones de dólares en infraestructura social del presidente Biden encalló en los senadores de su propio partido: necesitaba el voto de la unanimidad de ellos y no lo tiene.

Al estar empatados republicanos y demócratas 50-50 en la Cámara alta (define el voto de calidad de Kamala Harris), cada senador del partido gobernante tiene al presidente cogido de la corbata.

Lo ha dicho el propio Biden: además de mí, Estados Unidos tiene otros 50 presidentes.

Hay un problema adicional, el 51: Biden no ha demostrado capacidad de liderazgo.

A estas alturas resulta obvio que el gran senador demócrata, reelecto por cinco veces consecutivas, es un presidente de peso mediano y nada más.

Se esperaba un Roosevelt y salió un Carter, sostienen algunos analistas.

Con base en los últimos detalles de las negociaciones a puerta cerrada, habrá una versión descafeinada del paquete de infraestructura humana, frenado por varios NO.

No, a los colegios comunitarios gratuitos (aquí hay una suerte de universidades –muy buenas– de dos años, los ‘colegios comunitarios’, que pueden ser trampolín para universidades de cuatro años, o formadoras de técnicos en computación, finanzas, lenguas, danza, actuación, etcétera. Por lo general son de los condados, y cuestan menos que las universidades públicas).

No, al grueso del plan de energías limpias (se opone el senador Joe Manchin, que recibe apoyo de los industriales del carbón).

No, a la expansión de Medicare, a fin de que cubra servicios dentales, ópticos y auditivos (se opone la ‘izquierdista’ Kyrsten Sinema, por ser caros).

No, al aumento de gravámenes a corporaciones. Tampoco le gusta a la senadora Sinema, quien prefiere cargar el peso del financiamiento del programa de infraestructura social a los multimillonarios de manera individual. Son unos 700 en total. Si lo concretan no será ‘una reforma al capitalismo’, sino un adefesio fiscal hecho sobre las rodillas.

No, a la reforma migratoria con ruta a la ciudadanía. Los demócratas se van a conformar con un plan consistente en protección contra las deportaciones, permisos laborales por cinco años para los dreamers, para trabajadores esenciales y los beneficiarios del programa de protección temporal, TS.

Se trata de una gran claudicación respecto de la promesa original de abrir una brecha a la naturalización para 11 millones de inmigrantes indocumentados, la mayoría mexicanos.

Otro rubro que resentirá un recorte es el pago de licencias con goce de sueldo. Originalmente el presidente había prometido que tendrían una duración de 12 semanas y, al cabo de días de negociaciones a puerta cerrada, la propuesta se encogió a sólo cuatro semanas.

Hay otro no, fundamental: la popular propuesta de otorgar créditos fiscales por 300 dólares por cada niño en la familia, posiblemente no pasará y Biden tendrá que conformarse con un solo año de ese crédito por niño.

El proyecto de 3.5 billones de dólares para infraestructura social, a 10 años, va a llegar al Senado disminuido a un monto de 1.8 a 2 billones de dólares.

Tampoco es despreciable, pero es mucho menor a las expectativas.

El presidente trata de salvar lo esencial de su proyecto: la niñez, que incluye preescolar universal y gratuito. Apoyo para las estancias infantiles, a fin de que los padres que trabajan puedan dejar a sus hijos en manos de personas calificadas.

Atención especializada para adultos mayores, en sus hogares si así lo desean, en lugar de asilos que son auténticos depósitos de viejos.

Trata de salvar algo de créditos fiscales por cada niño, y lo posible de licencias médicas pagadas (si en Estados Unidos alguien se enferma, no le pagan el día o el tiempo que esté inactivo).

Se puede sostener su programa de viviendas a precios accesibles, y una parte de la agenda contra el cambio climático.

No irá mucho más allá el plan del presidente Biden.

Tampoco hizo un esfuerzo por ganar el respaldo activo de la opinión pública e impulsar sus propuestas.

Se encapsuló en la negociación cupular, y cedió sin dar la batalla en cancha abierta.

Hoy comienza lo decisivo, y debe quedar listo antes del próximo lunes.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Cuando la verdad no importa
Sí va a impactar

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.