MIAMI, Florida.- El sueño americano, admirable en muchos sentidos, tiene una parte que es pesadilla: la deuda que contraen con el gobierno los jóvenes que ingresan a la universidad.
Ahí está uno de los principales nutrientes del capitalismo salvaje, que gangrena la vida social de Estados Unidos.
Menos filosofía y más hechos:
En dos meses y medio termina la moratoria temporal para los deudores de préstamos universitarios: 44 millones de estadounidenses tendrán que reiniciar el pago de sus créditos, que suman en total un billón 500 mil millones de dólares.
Aquí no existe la educación universitaria gratuita, o de calidad a bajo costo.
En Harvard, una carrera cuesta en promedio unos 60 mil dólares al año.
Más cara aún, la Universidad de Nueva York (NYU) cobra al estudiante 320 mil dólares por una carrera de cuatro años.
Hay universidades públicas, es cierto, pero también cobran, y mucho para el bolsillo medio de los estadounidenses: 10 mil dólares al año.
Obtener un título universitario ha duplicado su costo desde 1989.
¿Cómo hacer frente a esos pagos?
Existen créditos federales que permiten a un estudiante pagar parte de su carrera. Pero al salir de la universidad, la brecha que hay entre ingresos y el monto del adeudo es desproporcionada.
The Wall Street Journal publicó en diciembre un reportaje enfocado exclusivamente a NYU, donde cada estudiante pide en la carrera un promedio de 116 mil dólares.
Al cumplir dos años de trabajo, ya titulados, esos jóvenes profesionistas perciben una media de 42 mil dólares anuales.
De ahí que –en mi opinión–, al terminar la universidad, el estudiante sale con el objetivo único de ganar dinero. Ganar dinero al costo que sea y pasar sobre quien sea, porque hay que pagar la deuda.
El sistema tiene un lado positivo: un joven cuya familia es de ingreso medio, puede estudiar medicina o ingeniería en una excelente universidad gracias a los créditos federales.
Lo negativo es que la imperiosa obligación de pagar lo lleva a abdicar de cualquier sentido de solidaridad social, y hasta familiar.
Adiós al ideal –atribuido a Aristóteles– de que “allí donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, está tu vocación”.
Los homeless (sin casa) que piden limosna en las calles, barbas crecidas, sucios porque duermen en la banqueta o en un parque, no necesariamente están así por abuso de drogas y de alcohol, sino porque en un mal negocio lo perdieron todo y no hay familiar que acuda a su rescate.
Dinero al costo que sea, para pagar deudas.
Aquí en Miami se pueden ver, junto a las vías de mayor tráfico vehicular, espectaculares de abogados que se promocionan como “agresivos” para ganar o ganar. Es decir, están listos para destripar a quien sea.
Volvamos al reportaje de Melissa Korn y Andrea Fuller, publicado en diciembre, con el foco en NYU. La Universidad creó un “comité de accesibilidad” con el objeto de formular políticas para que los estudiantes puedan ahorrar y pagar su carrera.
Entre los planes, el comité de la Universidad de Nueva York recomienda “elegir un plan de comidas más pequeño”. Es decir: jóvenes, coman menos.
Ponen un caso ilustrativo: Kasandra Jones, cinco meses después de obtener su maestría en salud pública, con un préstamo de 131 mil dólares, aún no conseguía trabajo.
¿Cómo hizo para cumplir con los abonos de la deuda?
Tuvo que vender sus óvulos, en cinco ocasiones. Diez mil dólares por óvulo.
¿Dónde los vendió?
Se los vendió a una clínica de fertilidad de la propia universidad (NYU).
Ante este panorama, que ahorca a 44 millones de jóvenes profesionistas que deben un billón 500 mil millones de dólares, legisladores demócratas preparan un llamado al presidente Biden para que cancele hasta 50 mil dólares de deudas en préstamos estudiantiles, antes de que termine la moratoria (30 de abril) que se puso por la pandemia.
“La deuda de préstamos estudiantiles ha perpetuado las desigualdades que continúan frenando a las comunidades de color y que empeoraron con la pandemia. La buena noticia es que el presidente Biden puede tomar medidas ahora a través de la Ley de Educación Superior de 1965 y transformar la vida de millones de estadounidenses”, señaló el senador Bob Menéndez.
Biden ofreció en campaña cancelar hasta 10 mil dólares en las deudas estudiantiles, pero hace dos semanas se lo preguntaron y eludió el tema.
Ahí está, pues, una de las vertientes que enturbia los logros asombrosos de este país: el capitalismo salvaje. Te pueden sacar hasta los órganos para obtener un beneficio económico.
O los óvulos, como a Kasandra Jones.