Uso de Razón

La batalla por Texas

La batalla en Texas es por todo: el representante demócrata, de ganar, algún día jugará su suerte para ser presidente de Estados Unidos.

MIAMI, Florida.- Por primera vez en 30 años un demócrata está en posibilidad de ganar la gubernatura del segundo estado más rico, el segundo más poblado y el segundo más grande de Estados Unidos: Texas.

La batalla es por todo: el demócrata, de ganar, algún día jugará su suerte para ser presidente de este país.

El republicano puede serlo dentro de dos años.

Lo espectacular de estas elecciones, a celebrarse el próximo 8 de noviembre, es que en Texas los republicanos suelen ganar por casi 20 puntos, y esta vez se les puso enfrente un político joven (49) oriundo de El Paso, carismático, que ha tenido la osadía de retar en su cara a los más radicales exponentes del partido de Trump.

Se trata de Robert Beto O’Rourke, exdirigente empresarial, exalcalde de El Paso, exrepresentante por el distrito 16 de Texas en el Congreso federal de 2013 a 2019.

Hace un mes estaba 15 puntos abajo del gobernador Greg Abbott (65), que se postula a la reelección, y en cuatro semanas la diferencia se redujo a cinco puntos.

Beto encaró personalmente a Abbott en una conferencia de prensa por la falta de control de armas, luego de la masacre en Uvalde, donde un tipo mató a 19 niños y a dos profesores con un rifle AR-15.

Antes de ello O’Rourke ya despuntaba como figura por su arrojo.

En las pasadas elecciones para senador desafió a un personaje importante del Partido Republicano para quitarle su escaño, Ted Cruz.

Lo tildaron de desubicado por tan desproporcionada pretensión, pero con una campaña competitiva atrajo la atención nacional y perdió ante una ‘vaca sagrada’ del radicalismo republicano por el estrecho margen de 2.6 puntos, con lo que estableció un récord de votos para un demócrata en una elección de mitad de periodo en Texas.

Greg Abbott, el gobernador, antimexicano del Tea Party –el ala radical de los republicanos–, es visto como uno de los dos posibles candidatos de su partido a la presidencia en 2024 si Donald Trump declina.

Pero se le atravesó Beto O’Rourke en su propia casa, Texas.

O’Rourke tiene posiciones progresistas en diferentes temas, como es el control de armas y la no penalización del aborto, mientras que el actual gobernador es apologista de la libre venta de armamento y acaba de impulsar una condena de 100 años de cárcel a las mujeres que recurran al aborto.

Una encuesta de Quinnipiac, levantada en Texas después de la masacre de Uvalde, indica que Abbott tiene el apoyo de 48 por ciento de los votantes, y O’Rourke alcanza 43 por ciento de las preferencias.

Y de acuerdo con la más reciente encuesta –la semana pasada– de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Houston, Beto no ha caído y le pisa los talones al gobernador Abbott, 49-44.

En diciembre, la ventaja de Abbot era de 15 puntos (52-37), de acuerdo con la misma casa encuestadora.

Beto está cerca, pero tiene dos problemas, Biden y la migración proveniente de México.

Apenas 31 por ciento de los electores texanos aprueban el manejo de la frontera por parte de Biden, en una encuesta de mediados de febrero del Dallas Morning News y la Universidad de Texas en Tyler.

O’Rourke ha sido siempre un defensor de la migración y un amigo de México, hasta que la realidad lo puso entre la espada y la pared. Y no sabe cómo moverse en un tema que está entre los primordiales del electorado.

México no era un problema para Texas, más que la porosidad de la frontera por donde entran guatemaltecos, hondureños y salvadoreños. Ahora son mexicanos la mayor parte de los migrantes ilegales detenidos por la Patrulla Fronteriza.

No son cantidades menores, sino 380 mil ‘encuentros’ con mexicanos en poco menos de seis meses por parte de la Patrulla Fronteriza.

O’Rourke se ha visto vacilante en el tema que hace un año o dos era claro y categórico: regularizar migrantes y aprovechar sus talentos.

Pero la realidad cambia cuando son cientos de miles de mexicanos los que se brincan la barda o cruzan el río.

No es fácil defender al vecino del sur cuando en lugar de ir a Washington con una carpeta de garantías para la inversión y así lograr que los mexicanos se queden en México, la máxima autoridad del país fue a la Casa Blanca a pedir más visas de trabajo para mexicanos… en Estados Unidos.

Beto O’Rourke puede ganar, pero lo daña el tema fronterizo.

Ahí Abbott convence con su radicalismo trumpiano: construcción de más muro fronterizo y miles de miembros de la Guardia Nacional de Texas en la frontera con México.

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