BOGOTÁ, Colombia.- El incremento de la migración procedente de países con gobiernos dictatoriales encontró mal parados a los radicales que gobiernan Texas y Florida.
Greg Abbott y Ron DeSantis son antiinmigrantes, uno más rabioso que el otro, y la creciente ola de cubanos y venezolanos que llegan a esos estados los ha hecho dar tumbos y cometer errores costosos.
El gobernador texano fletó camiones con migrantes cubanos y los mandó a la puerta de la casa de Kamala Harris, en Washington DC.
Y DeSantis mandó venezolanos al estado demócrata de Massachussets.
Más que un crimen, es un error, diría Fouché.
Les puede costar la reelección, por ejemplo.
Se trata de un elemento interesante, por inédito: los inmigrantes procedentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela tienen el potencial de cambiar la dinámica del debate migratorio no sólo en este año electoral, sino también hacia 2024.
En el caso de los migrantes procedentes de México y Centroamérica, es muy fácil repatriarlos a sus países bajo el argumento de que son migrantes que huyen de la pobreza, por lo cual tienen pocas probabilidades de recibir asilo político.
Además, Estados Unidos mantiene programas migratorios de dos vías con México, Honduras, Guatemala y El Salvador, lo cual hace posible realizar repatriaciones pactadas y hasta calendarizadas hacia los países de origen.
Hasta ahí la prepotencia de los gobernadores republicanos tiene luz verde entre su claque: expulsión inmediata.
Pero en el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela, por la ausencia de relaciones diplomáticas funcionales en materia migratoria, Estados Unidos no puede repatriarlos de manera inmediata.
Necesita, para mandarlos a sus países, autorización de esos gobiernos, y no existen programas similares como los hay con México y Centroamérica.
En el caso de los cubanos, venezolanos y nicaragüenses, a quienes se les permite continuar sus solicitudes de asilo dentro de Estados Unidos, el rezago es de 2 millones de casos en las cortes migratorias.
¿Cómo evaluar y dictaminar caso por caso la solicitud de asilo de 2 millones de personas que están rezagadas, más uno o 2 millones que son detenidas en la frontera con México en un sólo mes?
Van a tener que dejarlos entrar.
Imposible mandarles millones a Kamala Harris o a los demócratas del noreste.
Así es que la maniobra de los gobernadores de Florida y de Texas, totalmente politiquera por estar buscando su reelección en noviembre, puede revertírseles legal y políticamente a ambos.
DeSantis mandó venezolanos a Massachussets, quienes no sabían a dónde los llevaban.
En un lugar como Florida, donde el voto anticomunista es duro en la zona sur del estado, no es bien visto tratar indignamente a quienes huyen de regímenes totalitarios.
A los demócratas les pusieron un tema en bandeja de plata.
Los gobiernos demócratas en Massachusetts, Nueva York o el distrito de Columbia están recibiendo a estos migrantes con los brazos abiertos, con lo cual consolidan el apoyo de los votantes nacidos en el extranjero, que votan en mayores proporciones que los nativos.
Además, le hacen un guiño a votantes republicanos, para quienes el anticomunismo está entre sus principales incentivos para ir a votar.
De tanto masticar fobia contra los migrantes, Abbott y DeSantis se pueden indigestar.
No falta mucho para saberlo.