Mi solidaridad con Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola y Sergio Sarmiento.
Cando le preguntaron a Joe Biden a quién prefería enfrentarse en 2024, a Trump o a DeSantis, respondió con una premonición: lo divertido va a ser ver el enfrentamiento entre ellos.
A menos de dos años de las elecciones presidenciales, y en vísperas de que los republicanos asuman el control de la Cámara de Representantes, ese partido se encuentra en pie de guerra… interna.
Hay dos precandidatos y no más: el expresidente Donald Trump y el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Trump tiene más posibilidades de ganar la interna del partido, pero DeSantis tiene más posibilidades de ganar la elección presidencial.
El enfrentamiento es visto, por muchos, como inevitable.
La principal consecuencia del choque entre las corrientes pro-Trump y pro-DeSantis consiste en un peligro existencial para el Partido Republicano: la fractura de la institución o la atomización del voto.
Hay señales importantes:
Algunos de los medios más conservadores de Estados Unidos, y que en su momento fueron pro-Trump, como The Wall Street Journal, New York Post y Fox News, empezaron a dar eco a las voces que sugieren que DeSantis debe reemplazar a Trump como candidato presidencial.
-Una encuesta interna del grupo conservador Club For Growth, filtrada a la publicación Politico, mostró que DeSantis aventaja a Trump entre republicanos en el crucial estado de Nueva Hampshire, uno de los definitorios en la elección del candidato republicano.
-Debido a que el Club For Growth fue durante mucho tiempo un aliado cercano del presidente Trump, la filtración sugiere que la organización está alineándose con el gobernador de Florida.
-El mismo sondeo muestra que DeSantis lleva la delantera a Trump en Florida por seis puntos porcentuales, uno de los estados clave en la elección presidencial.
-Otras encuestas de medios informativos han mostrado, consistentemente, en las últimas semanas, que DeSantis tiene más posibilidades de dar la batalla a Joe Biden si éste decide lanzarse como candidato presidencial en 2024.
-La presidenta del partido, Ronna McDaniels, sugirió en una entrevista con Fox News que prácticamente no podrían derrotar a los demócratas si existe una división entre las corrientes internas.
En el Congreso también habría repercusiones inmediatas:
-Una rebelión entre la corriente más trumpista de la Cámara de Representantes, aglutinada en el llamado Concilio de la Libertad –Freedom Caucus–, que amenaza con boicotear la elección de Kevin McCarthy como nuevo presidente de la Cámara baja.
-Aun si McCarthy tiene éxito en juntar los 218 votos necesarios para ser el líder, en sustitución de la demócrata Nancy Pelosi, ejercerá el control del órgano legislativo con un clavo en el zapato que lo obligará a negociar con las corrientes pro-Trump más radicales.
-Dentro de las filas pro-Trump existen ya rasgos de divisiones. Una de sus principales líderes, Marjorie Taylor Greene, apoyará a McCarthy, lo que podría además dividir y debilitar al sector más radical.
Es decir, si la guerra civil republicana se profundiza en los próximos meses, hacia las elecciones presidenciales del 24 podría haber varios escenarios, y ninguno de los cuales parece positivo para los republicanos.
Bajo un primer escenario, con DeSantis candidato presidencial republicano, precipitaría que Trump busque una candidatura independiente y divida el voto de los conservadores, lo que aseguraría la victoria de los demócratas.
Incluso existe la posibilidad de que Trump funde su propio partido, como lo hizo Ross Perot en los 90, formando el Partido de la Reforma y se lanzó como candidato de esa organización: le quitó votos a George Bush padre para ser reelecto presidente e hizo ganar a Clinton.
Otro caso similar ocurrió en 1964 cuando el Partido Republicano se dividió entre las candidaturas de Barry Goldwater y Nelson Rockefeller.
Si Trump gana la nominación, DeSantis podría hacer lo propio y dividir al voto conservador de la misma manera, negándole el triunfo de Trump.
Prácticamente no existe ningún escenario positivo para los republicanos, toda vez que es altamente improbable una negociación política debido al ego de Trump y a la polarización que genera ante cualquier diferencia: o se me pliegan o son mis enemigos.
La batalla empezará, y fuerte, el próximo año. Es decir, dentro de unos días.