Es una magnífica noticia que el gobierno federal haya detenido a uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, Ovidio Guzmán.
Ha mostrado que, cuando se quiere, se puede.
El Ejército y la Guardia Nacional realizaron la recaptura del capo que, por instrucciones presidenciales, dejaron libre hace tres años.
La recaptura de Ovidio nos indica que hay capacidad del Estado para aplicarse y lograr objetivos contra el narco, cuya violencia tanto daño ha hecho a México.
Cuando se quiere, se puede. Más aún si la detención fue en Jesús María, municipio de Culiacán.
En la sindicatura de Jesús María –perteneciente a Culiacán– está la presa Adolfo López Mateos, zona federal resguardada por la Guardia Nacional, que depende del Ejército.
Ahí se escondía, o no se escondía, el capo.
Su padre, el Chapo Guzmán, se ocultaba en la sierra.
Para el Departamento de Estado, el Cártel de Sinaloa es el más poderoso del mundo, por encima de las mafias siciliana, calabresa y colombianas.
De acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, después del Cártel de Sinaloa, del cual Ovidio es una de sus cabezas, viene otro cártel mexicano, el llamado Jalisco Nueva Generación.
Así es que resulta imposible disociar la captura del capo con la visita que realizará a México, a partir del domingo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
La Casa Blanca, el Congreso y un amplio sector de la opinión pública estadounidense ya no tienen más paciencia ante lo que ven como pasividad –en el mejor de los casos– del gobierno mexicano hacia el Cártel de Sinaloa.
Biden no podía venir a México a sonreír y tomarse la foto con López Obrador y Trudeau, y regresar a Washington con un ramillete de promesas y buenas intenciones que suelen expresarse en ese tipo de cumbres.
Narcotráfico y migración ilegal son dos de los problemas más acuciantes para quien gobierne Estados Unidos, y también para sus habitantes.
Esos flagelos –así los ven–, que entran por México, hacen vulnerable al presidente Biden.
Cerca de 110 mil estadounidenses murieron el año pasado por consumo de drogas –60 por ciento por fentanilo–, que entran por México casi en su totalidad.
¿Qué hace el gobierno mexicano para impedirlo?
Brindar una relación privilegiada a los grupos criminales, especialmente al Cártel de Sinaloa.
También el año pasado Estados Unidos registró una cifra récord de migrantes indocumentados que entran por México: 2 millones 400 mil detenciones de ilegales en la frontera.
Ese ritmo de crecimiento de drogas procedentes de México no es soportable para ningún gobierno estadounidense. Republicano o demócrata.
Tampoco resiste el vecino del norte la marejada de migrantes ilegales de manera desordenada, como ocurre.
Así es que Joe Biden no ha tenido más alternativa que dar dos manotazos sobre la mesa.
Vendrá a México luego de recibir una señal clara de que aquí se combate al narco.
Regresará a Estados Unidos con la recaptura de Ovidio.
Mostrará que él sabe cómo obtener resultados al sur de la frontera, en un tema prioritario de la seguridad nacional de su país.
Afortunadamente, el gobierno mexicano actuó con sensatez política y capacidad operativa.
El otro manotazo de Biden, previo a su viaje a México, fue el anuncio de nuevas restricciones para la migración a Estados Unidos.
Al tiempo que en la Ciudad de México se informaba la captura de Ovidio Guzmán, en Washington Biden daba a conocer la ampliación de programas para expulsar sin trámite alguno a quienes entren ilegalmente a Estados Unidos (Título 42).
Ni siquiera los solicitantes de asilo van a ser escuchados si entran ilegalmente al país del norte.
La expulsión será fast track.
Los mandarán a México.
Biden anunció que sólo recibirá a 30 mil solicitantes de asilo al año, de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití, con la condición de que sean requeridos por un tutor estadounidense.
Luego de este anuncio Biden viajará a El Paso, con la consigna de “paz y seguridad en la frontera”.
Y de ahí viene a México, el domingo.
Tanto abuso colmó su paciencia.
Por lo que respecta al narco, la captura de Ovidio es una buena noticia para México, en la medida que sea una política sostenida y no flor de un día.
Luego de esa reacción positiva del gobierno mexicano, más de alguien dirá “venga más seguido, míster Biden”.
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